Revolución industrial

La producción manufacturera norteamericana creció 3,1% en los primeros tres meses del año(2014) , con una expansión prevista de 4,1% en 2015; y su segmento de alta tecnología aumentó 6,8% en ese período, con una previsión de 8,4% el próximo año, que sería el piso del resto de la década. El sector manufacturero representa 9% del PBI y ocupa a 11,3 millones de trabajadores, de los cuales 4 millones se desempeñan en las líneas de montaje. Pero es responsable de 75% del gasto privado en investigación y desarrollo (I&D) y autor de 60% de las exportaciones.

Hay un auténtico boom de productividad en la industria estadounidense (+6% por año desde 2008), con un auge del producto del 30% y una disminución similar de la fuerza de trabajo.

En EE.UU. ocurre algo más que un salto de la productividad. Lo que ha acontecido es una modificación hondamente disruptiva de la naturaleza del proceso de acumulación industrial.

Ha emergido una “nueva revolución industrial” fundada en la completa digitalización de la manufactura y en la que más de la mitad de la tasa de inversión se realiza en capitales intangibles (innovación científica/tecnológica/organizativa).

El valor agregado (plusvalía) por trabajador ocupado ascendió en 2013 a US$ 68.156, y en la alta tecnología trepó a US$ 110.000, los mayores valores de la historia norteamericana.

El ciclo de innovación estadounidense ofrece rasgos nítidos: las horas de trabajo por unidad de producto cayeron 30% en los últimos 10 años y el stock de equipos de alta tecnología aumentó 80% en ese período.

De ahí que la industria norteamericana se haya transformado en la avanzada de la productividad en el mundo.

El punto de partida habría ocurrido en 2005, con la aparición de una serie de innovaciones tecnológicas cuya fusión ha originado esta nueva fase del capitalismo industrial.

Este cambio histórico se funda en los siguientes datos: los costos de los equipos de computación caerían 95% en los próximos 20 añosy el costo de su almacenamiento se reduciría a una centésima parte, mientras que la capacidad de procesamiento de la información se multiplicaría por un factor de 200.

Prever el futuro es una empresa más cercana al pálpito que al análisis económico o científico. Lo que se puede hacer es identificar las tendencias centrales del presente que adelantan las líneas fundamentales de su desarrollo.

La “nueva revolución industrial” muestra ya algunos rasgos esenciales:caen los costos laborales, hasta tornarse insignificantes en el horizonte (1% o quizás menos) y se desvanece la categoría (teórica y práctica) de economía de escala, debido a que los costos de producción son los mismos para fabricar un producto o 100 millones.

También desaparece el aspecto marginal/cuantitativo de la estructura de costos, y esto se experimenta junto con una disminución excepcional en el largo plazo de los valores de la producción. Este cambio de naturaleza está acompañado por una flexibilidad extraordinaria de los instrumentos de producción y una capacidad igualmente superior de particularización de los productos.

El hecho central de la época es el traslado del eje de la acumulación global de los países avanzados a los emergentes. Ahora, el despliegue de la “nueva revolución industrial” en EE.UU. implica su retorno al mundo avanzado y el surgimiento de una nueva división internacional del trabajo, que distingue –como todas ellas– entre el núcleo central y las regiones accesorias. El último resorte de preeminencia en el capitalismo es el nivel de productividad de los protagonistas. La manufactura alemana (“Industrie 4.0”) estima que la “nueva revolución industrial” acarrea ganancias de productividad de 30% o más en los próximos diez años, que serían 40%/50% en las series cortas de producción.

Los datos sobre EE.UU. en el primer trimestre de 2014 probablemente tienen un alcance global.

Fuente: Clarín.com