Prólogo de Eduardo Levy Yeyati
Cada libro es una invitación. Este libro, 100 políticas para la Argentina del 2030, invita a la construcción colectiva de una visión de país. Recorrer sus páginas ratifica la vitalidad de esta construcción, plasmada en el compromiso de los autores y en la diversidad y calidad de sus contribuciones, un tapiz de ideas unidas por cuatro hilos simbólicos que insinúan una trama.
Un primer hilo es el de un desarrollo institucional que integre nuestros talentos individuales en un proyecto compartido de prosperidad y equidad. Propuestas tan diversas como el establecimiento de una carrera civil de defensa, la reformulación del modelo de gobierno del sistema educativo o la generación de un fondo de estabilización hablan de sentar bases sólidas para el futuro más allá de gobiernos o coyunturas circunstanciales, o de recuperar la enseñanza de nuestra historia institucional para que futuras generaciones “hagan su propia historia y construyan el futuro con serio y efectivo conocimiento del pasado”.
Otro hilo remite a la búsqueda y el respeto por la verdad, en diversas formas y acercamientos: una cultura de la curiosidad, una actitud científica hacia el análisis y la resolución de los problemas nacionales, una sociedad que se apoye en la ciencia, leyes y políticas públicas basadas en la evidencia, estadísticas rigurosas y públicas, y una relación sana con nuestro pasado y su papel crucial para forjar un porvenir con libertad.
Un tercer hilo es el de la responsabilidad social. Los autores dan cuenta de las asignaturas pendientes del presente
y nos convocan a comprometernos con el futuro. Abordan la tragedia educativa, la inequidad laboral, el destrato a la infancia y la adolescencia, el tamaño (pequeño) y la competitividad (baja) de nuestras empresas frente a la revolución tecnológica, el descalabro de un sistema de salud que despilfarra en los ricos y no garantiza lo básico a los pobres, la naturalización del trabajo doméstico femenino no remunerado, todos obstáculos a superar si aspiramos a una sociedad justa e inclusiva.
Un cuarto eje, más sutil e inesperado, es la atención al detalle, un poco a contramano del imaginario argentino temerario, impresionista e inconstante. Contra este prejuicio, el libro incluye un ensayo sobre “El ministerio de los detalles”.
Y otro sobre cómo “Navegar el Estado sin zozobrar en el intento”, que destaca la importancia de una burocracia
accesible para nuestros ciudadanos más vulnerables, lo que, señala su autora, exige estar atento a pormenores que suelen pasarse por alto.
Decidir el índice no fue sencillo: ¿Dónde va un ensayo sobre una política integral de cuidados, o uno sobre ciudadanía digital, o uno de innovación biomédica? ¿Cómo clasificar una pieza que propone un “Instituto Calibrador de Autoridad”? ¿A qué categoría pertenece una propuesta sobre temas urbanos que, en definitiva, nos habla del desarrollo humano? La transversalidad de las políticas públicas explica la recurrencia de temas, las conexiones recíprocas, la arbitrariedad de los campos, la multidimensionalidad de los problemas, la necesidad de combinar los ángulos y de coordinar a los actores.
La trama de esta visión de país no se cierra nunca, es una conversación permanente de una sociedad en constante
evolución. Estas 100 políticas son apenas la metáfora de esta conversación, de la pluralidad y la riqueza humana de los argentinos, de su renovada vocación pública. No son un fin sino el comienzo de un diálogo fructífero de una sociedad dueña de su destino.
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