Muchos creían que La Cámpora tenía fecha de vencimiento tras el triunfo de Macri en el ballotage de noviembre de 2015. En el ambiente político, era vox pópuli que la agrupación no eran nada sin la «caja del Estado». Siempre fueron menospreciados por los pesos pesados del Partido Justicialista (PJ). La historia demuestra, sin embargo, lo contrario. La maquinaria de la agrupación kirchnerista antes del cierre de listas del 2015 ubicó a varios de los suyos en los mejores casilleros de las boletas legislativas nacionales, provinciales y municipales.
Detrás de la jugada estuvo la expresidente, Cristina Fernández de Kirchner, a través de la muñeca política del actual ministro del Interior, Eduardo Wado de Pedro. Wado es el más peronista de la agrupación. Supo ganarse la confianza de la jefa cuando logró que varios intendentes de la provincia de Buenos Aires se pasaran al kirchnerismo para las elecciones de 2015. Eran intendentes que respondían a Sergio Massa y habían sido una pieza fundamental en el triunfo del Frente Renovador en las legislativas de 2013. La maniobra, al final, no alcanzó.
La Cámpora, por primera vez desde su fundación, pasó a la oposición. Apoyada en los cargos legislativos, la agrupación continuó con su trabajo en el territorio por todo el país, con especial hincapié en los problemas sociales de los barrios más vulnerables. Mantuvo su presencia latente en las universidades y en los colegios secundarios. Acompañó este despliegue con las unidades básicas que posee en ciudades de todas las provincias. El reclutamiento se mantuvo intacto; demostraron que sin caja podían subsistir. Y desde el Congreso Nacional fueron la voz más fiel del ideario kirchnerista, con una oposición férrea al gobierno de Macri.
Los cimientos de La Cámpora
La agrupación fue fundada el 28 de diciembre del 2006, cuando la familia del expresidente Héctor Cámpora hizo entrega de los atributos presidenciales al entonces presidente, Néstor Kirchner, quien era un admirador del Tío. Consideraba a Cámpora un hombre leal y ejemplar. A raíz de este acontecimiento, en honor al expresidente, un grupo de jóvenes fundó la agrupación que lleva su nombre. La cabeza del armado era Máximo Kirchner y lo acompañaba Andrés Cuervo Larroque, el actual secretario general de la agrupación.
Su ideario se centra en el trabajo territorial, la defensa de los Derechos Humanos y la unión de los pueblos latinoamericanos. Define la política como una «herramienta de los pueblos para la transformación social». Se considera la continuación de la Juventud Peronista de los años 70. De sus filas salieron varios dirigentes que ocuparon puestos de relevancia en los gobiernos de Néstor Kirchner y Cristina Fernández.
El gobierno de Cambiemos fue la resistencia de La Cámpora. Pero duró solo cuatro años. Una jugada magistral de Cristina Fernández comenzó a preparar el regreso de la agrupación a la Casa Rosada. Fue un sábado, 18 de mayo de 2019; parece hace mucho tiempo, pero pasó solo un año. Un video en la cuenta de twitter de la expresidenta anunciaba que Alberto Fernández sería el candidato a presidente y ella, su compañera de fórmula. Eligió a un exministro del gobierno de su esposo —y del de ella— que se había alejado del kirchnerismo con críticas duras al rumbo que había adoptado. Un dirigente con una trayectoria reconocida en la construcción de armados políticos, dentro y fuera del PJ. Era la pieza clave para volver a unir al peronismo y derrotar al macrismo. Era solo cuestión de tiempo para que Sergio Massa se sumara al nuevo frente. La Cámpora fue el núcleo del armado desde el primer día, de la mano de Máximo Kirchner y Wado De Pedro.
La Cámpora, en puestos clave
Tras la asunción de Alberto Fernández, La Cámpora ocupó varios puestos de importancia. El más significativo es el de Wado De Pedro, ministro del Interior. Wado participa de todas las reuniones políticas del presidente y se lo ve sentado a su lado en todas las conferencias de prensa en las que se comunican los detalles de la cuarentena. A su vez, tiene una fluida relación con el jefe de gabinete, Santiago Cafiero, unos de los hombres de mayor confianza de Fernández. A ellos se suma el hijo de la vicepresidenta y jefe del bloque oficialista en la Cámara de Diputados, Máximo Kirchner.
Si bien al frente de YPF, Alberto Fernández designó al economista Guillermo Nielsen, la estructura es manejada por La Cámpora a través de el pampeano Santiago Patucho Álvarez. En el gobierno de Cristina Fernández, Patucho fue gerente de la TV Pública y director de Télam. Actualmente maneja el área de comunicación de YPF.
EL PAMI, la obra social de los jubilados, es conducida por Luana Volnovich. Antes de asumir este cargo era diputada nacional especializada en temas previsionales.
En los últimos días, la organización obtuvo un gran triunfo político: la designación de María Fernanda Raverta al frente de ANSES. Es la principal referente de La Cámpora en Mar del Plata y fue candidata a intendente de la ciudad balnearia. Perdió solo por tres puntos frente al macrista Guillermo Montenegro. Con este nombramiento, la agrupación se queda con la mayor caja del Estado: administra más de dos billones de pesos anuales, cerca del 38% que representa todo el presupuesto nacional.
El despliegue territorial
Andrés Cuervo Larroque asumió como ministro de Desarrollo de la Comunidad de la provincia de Buenos Aires, gobernada por Axel Kicillof. Larroque dispone de una herramienta fundamental para expandir el despliegue territorial de La Cámpora.
Varios intendentes de todo el país responden a la organización. Uno de los más destacados es Luciano Di Nápoili, que gobierna Santa Rosa, la capital de La Pampa. Otra es Mayra Mendoza, referente histórica de la agrupación, que gobierna Quilmes, uno de los distritos electorales más importante del conurbano bonaerense. Este músculo territorial está reforzado por cargos ejecutivos de segunda y terceras líneas, además de legisladores y concejales.
La Cámpora, que nació como una organización juvenil y muchos descontaban que se disolvería cuando estuviera en el llano, no solo resistió, sino que es más fuerte que nunca. Aunque menos ruidosa que en sus primeros años, la organización maneja una caja jugosa y conforma una red vasta que controla los resortes del poder. Y, tal vez lo más importante, es el sostén fundamental del armado político de Cristina Fernández, la gran ganadora de este ajedrez gubernamental.