Papa
Gabriel Mestre, obispo de Mar del Plata y sacerdote cercano al papa Francisco

El Papa Francisco publicó a principios de octubre su encíclica más política, Fratelli Tutti. En ella, alerta sobre el auge de la xenofobia y el riesgo del totalitarismo, critica tanto al neoliberalismo como al populismo y propone la cultura del encuentro. Es una síntesis del pensamiento del Papa, según Gabriel Mestre, obispo de Mar del Plata. Monseñor Mestre es un sacerdote con una relación estrecha con el pontífice y considera que el mensaje de Francisco fue tergiversado, tanto en Argentina como otros países. «Esta encíclica le permite aclarar su visión», señala en Mestre entrevista con Visión Desarrollista.

¿Cuál es el espíritu de la encíclica Fratelli tutti?

Es la tercera encíclica de Francisco. La primera que escribió, con Benedicto XVI, fue Lumen fidei y trataba el tema de la fe. La segunda fue Laudato sí, con una mirada más ambientalista. Fratelli tutti es una suerte de síntesis del pensamiento de Francisco después de ocho años de pontificado y tiene un carácter más social. La encíclica plantea una continuidad con los papados de Benedicto XVI, Juan Pablo II y Pablo VI. Pero Francisco tiene un pensamiento social marcado por ser un papa de la periferia: del Cono Sur, de Latinoamérica y jesuita.

Algunos señalan a  Francisco como populista y cuestionan cierta reivindicación del pobrismo. ¿Considerás válidas estas críticas?

Las críticas sobre el pobrismo, me parece, están planteadas desde una lectura neoliberal muy fuerte. Por otro lado, el Papa se mete bastante con el tema del trabajo en la encíclica, quizás para sacarse de encima el mote de populista que cierto sector le endilga. Es una revalorización del trabajo y queda muy clara su postura. Pero no rechaza la asistencia a los pobres ni los valores que la misma pobreza puede engendrar en una persona.

¿A qué te referís con los valores que puede generar la pobreza?

El concepto de pobreza se presta al equívoco. Tiene un sentido negativo, para el que prefiero usar la expresión empobrecimiento y está asociado a la falta de trabajo, salud y educación. A los vulnerables que no pueden acceder al estatus mínimo para desarrollar sus vidas. Esto forma parte de la cultura del descarte. Desde un punto de vista evangélico, sin embargo, la pobreza se asocia a valores como la sencillez y la humildad. Permite una actitud de confianza en Dios frente a necesidades puntuales. La pobreza en nuestros barrios genera mucha creatividad con base en la solidaridad. Quienes llevan adelante los comedores de Cáritas en mi ciudad, Mar del Plata, son personas pobres que buscan ayudar a los más necesitados, no personas de clase media o alta.

La encíclica tiene un componente social, pero también un posicionamiento político muy claro. ¿Por qué emite un mensaje de este tipo Francisco en este momento?

El mensaje del Papa fue tergiversado en los últimos años, no solo en Argentina, y esta encíclica le permite aclarar su visión. No en una entrevista en un avión o un discurso acotado, sino en un texto donde sopesa todas las cuestiones y puede establecer una crítica a cierto neoliberalismo consumista que enarbola la bandera de la libertad y no termina de plasmarla, pero también a un populismo que no tiene en cuenta legítimamente la realidad popular. Creo que tiene un profundo sentido sintético y aclaratorio. Acá está el verdadero pensamiento del Papa. A Francisco le preocupa realmente la política, entendida como el bien de la polis. Aunque definiría al documento como espiritual, político y social. No le quitaría la palabra espiritual, en un sentido amplio, no solo católico. Es espiritual porque busca animar los espíritus, política porque baja a temas concretos, aunque sin hacer política partidaria, y profundamente social porque tiene en cuenta los temas que más nos preocupan en este momento.

El Papa advierte sobre el riesgo de la xenofobia y el totalitarismo. ¿Considerás que hay líderes políticos que puedan hacerles frente con una agenda alternativa?

Francisco plantea un ideal muy claro que es difícil de encontrar en los líderes más importantes, pero a escala menor uno puede encontrar gente así. Creo que apunta a las nuevas generaciones de políticos que puedan entusiasmarse con esta cuestiones y vean que es posible.

Monseñor Mestre
El obispo de Mar del Plata, Gabriel Mestre, oficiando una misa
La encíclica habla mucho del consenso y el diálogo. ¿Es posible plantear un diálogo político más allá de la grieta en Argentina?

Tal vez haya que buscar las grietas en las grietas. En cada sector hay moderados. Los extremos son los más complicados para entrar en el diálogo. La grieta vende para un lado y para el otro. La posibilidad de generar diálogo y consenso puede venir de actores que no estan en la puja entre las dos fuerzas más importantes, como es el caso del desarrollismo. O tal vez el consenso venga de abajo para arriba. Ahí el Papa ve lo positivo de lo popular, lo comunitario. Se puede trabajar en caminos ascendentes y no solo descendentes. También se puede trabajar con las segundas y terceras líneas de los dos grandes bloques de poder, donde hay más voluntad dialogante y de donde puede salir una nueva política a diez años. La encíclica, además del diálogo, habla mucho de la cultura del encuentro.

¿Qué es la cultura del encuentro?

La amistad social y la cultura del encuentro son dos categorías que Francisco viene desarrollando en varios discursos. Tiene que ver con la idea de ser puente, algo relacionado con la figura del religioso: el romano pontífice es el puente entre Dios y los hombres.

Francisco generó mucho entusiasmo cuando asumió y, con el tiempo, hubo un cierto desencanto. Algunos sectores progresistas esperaban reformas más importantes. ¿Qué balance hacés de sus ocho años de pontificado?

Hay desencanto desde los dos sectores. Los más progresistas esperaban mucho más del Papa y los conservadores, mucho menos. Incluso hay sectores conservadores dentro de la iglesia que llegaron a denostarlo. Es cierto que generó mucha expectativa por su apertura y eso provocó adhesiones, pero otros no le perdonaron que fuera tan audaz en algunas cuestiones.

¿En qué cuestiones fue audaz?

Por ejemplo, con Amor in laetitia. Es una exhortación apostólica que trata el tema del amor y plantea que una pareja cristiana católica que se unió en matrimonio, se separó y tiene una nueva unión puede acceder a los sacramentos. Dice que es un tema de conciencia. Por ahí es algo interno de la iglesia, pero es muy fuerte. A nivel general, haber incluido en la agenda la situación de los migrantes, la cuestión de los excluidos y los movimientos sociales, también es una posición muy importante. También el tema de la casa común y el medio ambiente, que ya tenía su núcleo en Benedicto XVI y San Juan Pablo II. Y su vinculación con el mundo LGTB, incluso sin haber cambiado la doctrina. O la incoropración de mujeres para lavar los pies un jueves santo, incluso mujeres musulmanas. Son gestos muy fuertes que hablan por sí solos.

El obismo Gabriel Mestre en una procesión