El presidente Arturo Frondizi se movió en sus cuatro años de gobierno antes del golpe (1958-1962), en el espacio cada vez más reducido del enfrentamiento entre la reacción por un lado y de ciertos sectores populares y obreros por el otro. Colocado entre dos fuegos trato esforzadamente de impedir la ruptura definitiva de la legalidad y de ganar tiempo para impulsar en la medida de lo posible los logros económicos, que son la base material del orden democrático efectivo. El afinamiento de la democracia sin exclusiones y la convivencia entre los argentinos no son posibles sin transformar la estructura económica para quebrar el poder de la oligarquía y de los monopolios vinculados a la importación y el comercio de productos agropecuarios. Las medidas que contradecían estos objetivos o que los retardaban y que tuvo que adoptar o postergar el gobierno fueron consecuencia de las presiones a que estuvo sometido. logros gobierno desarrollista
A pesar de estas presiones, el gobierno siguió cumpliendo su plan de desarrollo. A las medidas de promoción económica de las zonas rezagadas (Patagonia noroeste y noreste) y de los rubros básicos como acero, petroquímica, celulosa, papel y forestación, se agregaron decretos de racionalización de la administración públicas y de los ferrocarriles, indispensables para liquidar el déficit, usina primordial de la inflación.
En el campo económico
El petróleo, el gas, los oleoductos y gasoductos, la energía, la petroquímica y la química pesada, los caminos y las comunicaciones, la industria automotriz y la de máquinas de herramientas y los miles de establecimientos industriales emplazados en el interior del país al influjo de una política de enérgica y real promoción federal, constituyen en sí una realidad objetiva e inexpugnable en todo el territorio nacional en torno a la cual el pueblo desenvolverá su actividad política y social y dará a aquellas realizaciones indestructible permanencia.
Un país paralizado y en bancarrota fue estimulado y empujado a grandes conquistas mediante la libertad de iniciativa y de empresa y el concurso del capital nacional y extranjero (con el Estado como promotor y articulador)
Petróleo. Después de 50 años el país alcanzó una producción apenas superior a los 6 millones de m3 en 1957. Al cerrarse el año 1961 producíamos más de 17 millones de m3. (se logró el autoabastecimiento energético por primera vez)
Gas. En 1958 producíamos unos 800 mil m3 anuales. En 1961 la producción se había elevado a un volumen del orden de los dos millones de metros cúbicos en los cual sentábamos la base de la industria petroquímica capaza de autoabastecer a nuestro país y abordar el mercado común latinoamericano como l asegunda potencia en el rubro.
Acero. En 1958 produjimos 200 mil toneladas de acero aproximadamente. En el año en curso la producción se elevará a 1 millón de toneladas
Producción manufacturera. En 1961 la producción manufacturera fue superior en 13,2 pro ciento respeto del índice de 1958. Fue especialmente notable el incremento de la producción de bienes durables Este sector, que en 1960 alcanzo el numero índice de 102.4 en 1961 se elevó a 113,2 lo cual denota la trasformación de nuestra economía industrial hacia las formas evolucionadas.
Importación de maquinarias y vehículos. Las divisas ahorradas de la importación de combustibles que insumía la tercera parte del total del valor de las exportaciones de 1958 pudieron ser destinadas a la importación de equipos industriales para reponer el utillaje obsoleto y gastado con que trabajaba nuestra industria. En 1958, las importaciones de maquinarias representaron solo la cuarta parte total de las importaciones, en tanto que en 1961 se elevó a casi el 50% de dicho valor
Radicaciones de capital extranjero. El monto de las radicaciones de capital extranjero efectuados en los cuatro años del gobierno de Frondizi fueron 10 veces superior al registrado en los cuatro años precedentes.
Supresión de déficit fiscal y privatización de servicios públicos. La usina de la inflación es el déficit del presupuesto, en el que gravita preponderantemente el déficit de las empresas estatales sobre todo los ferrocarriles.
Reducción del déficit estatal. Comenzó a atacarse enérgicamente este aspecto del desorden financiero en la última etapa del gobierno. Por primera vez en la historia administrativa de este país se puso en vigor un plan para eliminar 500.000 empleados públicos, o sea la mitad de la burocracia. Desde el 1 de mayo de 1958 hasta fines de 1961 se habían eliminado más de 200.000 agentes. En los ferrocarriles se había reducido en mas de 70.000 personas el personal excedente al comienzo del plan de reestructuración.
Privatizaciones. Paralelamente se privatizaron servicios auxiliares de los ferrocarriles y el transporte automotor y se transfirieron a la actividad privada empresas comerciales que nada tienen que ver con las funciones del Estado, como las empresas agrupadas en DINIE
Igualmente se transfirieron a las provincias, municipios y asociaciones privadas, ciertos servicios públicos de agua, vialidad, asistenciales, escolares y hospitalarios, descargando el presupuesto nacional de grandes erogaciones.
Se dictaron medidas para reducir el déficit del comercio exterior, gravándose importaciones no esenciales y de productos que pueden ser sustituidos por la producción nacional.
De esta manera se marchaba hacia la formulación de un presupuesto sin déficit y estaba en plena ejecución el plan de racionalización ferroviaria y reequipamiento del servicio con financiación exterior amplia.
Finalmente, los índices representativos del PBI denotan el firme crecimiento de la economía argentina, que contrasta con el largo periodo de estancamiento que desemboco en el colapso de 1958. La restauración de nuestra economía se opera desde entonces en virtud de la transformación de su estructura.
Campo social
En el campo de su política social el gobierno de Frondizi fue objeto de las más tremendas presiones y provocaciones. El enemigo del país se empeñó fundamentalmente en trabar la acción del gobierno en esta materia y en enfrentarlo con los trabajadores. Había que aislar al gobierno de sus bases populares y quebrar el movimiento nacional victorioso el 23 de febrero de 1958.
Se actuó para ello en múltiples formas. Cuando la mayoría gubernamental en el Congreso votó la ley de amnistía y el levantamiento de las proscripciones, la minoría formada por los radicales del pueblo y los conservadores, atacó el proyecto y votó en contra, alegando que el gobierno amnistiaba a delincuentes comunes. Cuando se aprobó la ley de Asociaciones profesionales, esa misma minoría adujo que se trataba de un estatuto totalitario que confería tremendos poderes a los sindicatos peronistas. Se presionó al Presidente para que vetara sin resultado, pues Frondizi comprendió que, dado el tipo de política económica que había que realizar era necesaria la presencia de un movimiento obrero unido poderoso e independiente al servicio de la defensa de los intereses populares y la soberanía popular. Presiones semejantes se produjeron frente a las medidas tendientes a normalizar la vida sindical, que culminaron con la devolución de la CGT.
Por otro lado, la reacción, valiéndose del elenco de agitadores de izquierda, enardecía a las masas obreras y las empujaba a enfrentar los planes económicos del gobierno. Se fomentaron las huelgas, los sabotajes y el terrorismo para obligar al gobierno a reprimirlos en defensa del orden legítimo. Al amparo del Plan Conintes fueron encarcelados centenares de militantes obreros.
No obstante, este asedio permanente de la reacción, el gobierno constitucional pudo realizar las siguientes conquistas sociales: ;la política de expansión económica creo incesantemente nuevas fuentes de trabajo y mantuvo ocupación plena, la ley de asociaciones profesionales que garantiza la independencia del movimiento obrero y la normalización de la vida sindical, que incluía devolvía la CGT a los trabajadores
En el campo educacional
Las medidas relativas a asegurar el precepto constitucional de la libertad de enseñanza provocaron numerosas reacciones de los partidarios del monopolio estatal. Sin embargo, el gobierno mantuvo firmemente su criterio y la práctica demostró que eran simples frases vacías sin sentido las que atribuían al gobierno el intento de destruir las universidades nacionales, de entregar la enseñanza al clero o a los monopolios internacionales. Por el contrario, el estímulo de la competencia privada obligó a la enseñanza oficial a reorganizar y modernizar sus servicios para adecuarlos a las necesidades técnicas y científicas de un país en desarrollo. El golpe de Estado interrumpió una vasta labor de restructuración del gobierno escolar y de los planes de enseñanza, que los organismos oficiales y privados estaban realizando en profundidad.
En pocos años, el país contaría con institutos modernos en los tres ciclos de enseñanza, aptos para encauzar las vocaciones de los educandos hacia estudios útiles a la sociedad y a sí mismos. Se liquidarían así decenas de años de educación libresca y de formación de egresados universitarios sin porvenir.
En el campo internacional
La obra del gobierno constitucional para restablecer el prestigio moral y el crédito de nuestro país en el exterior ha sido reconocida en todo el mundo. Se nos respetaba y se nos consideraba como una de las potencias latinoamericanas de mayor gravitación en el mundo occidental, como lo prueba el saldo de los viajes del Presidente y sus entrevistas con los estadistas mundiales. En las reuniones de Uruguayana y Punta del Este y en sus conversaciones con el Presidente Kennedy, el jefe de Estado y sus representantes obtuvieron para la Argentina el lugar de primer rango en la elaboración y ejecución de la política hemisférica. Fue sobre todo la acción de Frondizi la que actualizo, vigorizó y dio rasgos definitivos a la doctrina interamericana de no intervención y de respeto a la autodeterminación de los pueblos, ratificada por Washington y por las otras repúblicas hermanas.
El programa: estabilización financiera combinada con expansión productiva
El gobierno de Frondizi recibió un país endeudado, paralizado en su crecimiento y al borde de la quiebra. Nadie podía prestar un dólar a una Nación en bancarrota. Para obtener crédito exterior y estimular el ingreso de capitales así como el incremento del ahorro interno y restablecer la posición del país en el mercado internacional, no había otra solución que realizar la reforma cambiaria, suprimir los controles de precios y gravar las importaciones, entre otras medidas. Sin ellas no hubiéramos obtenido cooperación financiera del exterior ni hubiéramos reconquistado nuestro lugar en el comercio internacional. Se habría acelerado el derrumbe financiero y económico , paralizado la industria y precipitado al pueblo en la desocupación y la miseria.
El plan de desarrollo económico y estabilidad financiera y la consiguiente liberación de controles produjeron, como era natural, una suba de precios en el mercado interno y el consiguiente deterioro del salario real de los trabajadores. Aumentó el costo de vida, los productores sufrieron las consecuencias de la restricción del crédito y se operó en 1958-59 una contracción de la actividad económica, es decir, una crisis que afectó por igual a empresarios y obreros, aunque estos últimos eran mas vulnerables y resultaron más perjudicados. Este retroceso era inevitable.
Pero el plan de gobierno preveía este retroceso como transitorio y lo superaría con el único medio apto para salir de una crisis económica de este tipo: con la movilización de recursos del plan de expansión. En otras palabras, al mismo tiempo que nos apretábamos el cinto con el plan de austeridad, creábamos las condiciones para activar la economía, crear nuevas fuentes de trabajo, asegurar ocupación plena y elevar los ingresos de la población con el consiguiente incremento del consumo. O sea el plan de expansión actuaría como correctivo del plan de estabilización, sobre todo en sus consecuencias sociales. De este modo ambos planes, financiero y económico, eran correlativos y absolutamente interdependientes. Sin estabilidad era imposible impulsar la expansión, pero la estabilidad sin expansión equivalía a congelar la economía a niveles de depresión.
La lucha contra los intereses del status quo
Con esta política antiinflacionaria, con los nuevos avances realizados en el campo de las inversiones internacionales en la petroquímica, la siderúrgica, los caminos, los transportes y la vivienda, el país se disponía a dar los últimos golpes mortales a la vieja estructura agroimportadora (cuando fue derrocado Frondizi).
Todos los planteos (golpistas), cualquiera fueran los pretextos aparentes (el integracionismo en el episodio de Toranzo Montero, la visita de Guevara, el comunismo y el peronismo, la posición argentina en Punta del Este, etc) condujeron al mismo resultado: paralizar la acción económico social del gobierno. En cada coacción el crédito del país sufría un retroceso, se detenían proyectos importantes o reformas substanciales, se lesionaba el prestigio internacional de la República, se obligaba al Poder Ejecutivo y al Congreso a distraer esfuerzos en la conjugación de las crisis mientras el plan económico –garantía indispensable de soberanía y progreso de la Nación, quedaba paralizado.
¿Era casual este sistemático ejercicio de jaquear la estabilidad institucional y desviar al gobierno de su verdadera misión? Evidentemente no lo era, la clave de todos los episodios retrógrados hay que buscarla en los intereses que se sentían afectados por el plan económico.
Y aquí debemos ser explícitos para que el pueblo sepa que no se trata de una lucha contra el comunismo, el peronismo o el integracionismo sino de una lucha contra el desarrollo independiente de nuestra economía, contra los derechos sindicales y contra los intereses económicos de signo argentino. A esos intereses antinacionales lo que le importa es recobrar el comando de la economía y para ello han insuflado el ardor de esta lucha política aparentemente sin sentido.
Así ocurrió en las crisis del pasado. El mar se serenaba en cuanto el timón de la economía pasaba a manos de confianza de la reacción y en cuanto se aplicaban las medidas restrictivas de la estabilidad sin su contraparte de la política de expansión. Paralizar el desarrollo. Eso era y sigue siendo el objetivo.
Pese a esta hábil ofensiva de la reacción y a las presiones determinadas por ella, el gobierno surgido de la alianza nacional del 23 de febrero realizó en cuatro años en el campo económico una obra equivalente a la labor de un cuarto de siglo y que en ningún otro país de América pudo realizarse sin cuantiosas pérdidas humanas y materiales.