El mayor temor de la democracia francesa se diluyó ayer ni bien se supieron los resultados de la segunda vuelta de las elecciones legislativas. El cordón sanitario contra las aspiraciones de la extrema derecha ha funcionado de nuevo. En solo una semana Agrupación Nacional, liderada por Marine Le Pen y Jordán Bardella, pasó de la euforia de la victoria histórica del pasado domingo 30 de junio a la decepción a volver hacer la tercera fuerza dentro de la Asamblea Nacional. Aunque mejoró sus números de escaños comparado a las últimas elecciones del 2022 donde obtuvo 89 bancas, ahora, alcanzo 143 diputados.

El pueblo francés ratificó los valores democráticos y republicanos y le puso un freno a la extrema derecha. Un dato no menor fue la movilización de la ciudadanía al acudir a las urnas con un 67% de participación estimada, la mayor desde 1997. Ayer, se vivieron varias postales de festejo con abrazos y llantos entre los ciudadanos.

Si bien los resultados fueron sorpresivos, el denominado “voto republicano” abarco desde la izquierda hasta la centroderecha. El inesperado triunfo del Nuevo Frente Popular (NFP), que nuclea al Partido Socialista (PS), Francia Insumisa, el Partido Comunista y los ecologistas, obtuvo 182 escaños seguidos por Ensemble el grupo centrista que responde al presidente, Emmanuel Macron, con 163 bancas. La nueva conformación de la Asamblea Nacional queda representada en tres grandes bloques sin la tan ansiada mayoría absoluta de 289 sobre 577 asientos.

Gráfico con los resultados de la segunda vuelta de las elecciones legislativas de Francia.

Sin dudas, tras el seísmo que generó la rotunda victoria de Agrupación Nacional en los comicios europeos, Macron tomó la decisión de disolver la Asamblea y en una jugada arriesgada e impredecible convocó a elecciones anticipadas, pero con cierta iniciativa para marcar el pulso en la política francesa ante el avance que representa la extrema derecha. Aunque la decisión asombró tanto a los propios como ajenos. Macron se cortó solo. El malestar y la bronca se multiplicó dentro de las filas de su partido y en la opinión pública. Quedó plasmado en la actitud que adoptó Edouard Philippe, su ex primer ministro, que asombrado y contrario a la postura de Macron, decidió hacer campaña con su partido Horizonte, alejado de la figura de presidencial. De manera similar actuó el primer ministro, Gabriel Attal, que se mantuvo en el partido, pero nombró lo menos posible al primer mandatario.

El presidente francés estaba convencido de la decisión de la disolución de la Asamblea que le era esquiva por no contar con la mayoría absoluta, que representaba un freno para su agenda de gobierno. Con los resultados de ayer mejoró la performance, de pasar del tercer lugar al segundo, sin embargo, su posición se mantiene debilitada ante la victoria de la izquierda.

Si bien no existe un calendario marcado para el presidente Macron, quien debe nombrar al primer ministro, se abren varios escenarios posibles, como la formación de un gobierno en minoría como el actual Ejecutivo, liderado por Gabriel Attal, de la coalición presidencial de Macron, ha gobernado desde 2022 en minoría con 246 escaños. Recién la primera sesión de la nueva Asamblea Nacional tendrá lugar el próximo 18 de julio, será entonces cuando se elija al presidente del parlamento.

Attal había anunciado su renuncia tras los comicios de ayer, pero Macron le pidió hoy que siga al frente del Ejecutivo por la “estabilidad del país”, de manera temporal, hasta que se designe su reemplazo que saldrá del consenso de las fuerzas parlamentarias.

Pasada la tormenta de la extrema derecha, ahora, las fuerzas republicanas deberán estar a la altura de lo que manifestó las urnas. El Nuevo Frente Popular, que adoptó ese nombre en honor al Frente Popular de 1935 para hacer frente al incipiente partido fascista francés, en una época donde florecían los gobiernos totalitarios como la Italia de Mussolini y Hitler en Alemania. En las elecciones de 1936, el Frente Popular, que reunió a las fuerzas de izquierda, se alzó con una victoria arrolladora que le permitió formar gobierno al socialista Léon Blum.

El actual frente está compuesto por similares ideologías, pero a su vez heterogéneas, de sus 182 bancas la Francia Insumisa tiene 71 escaños, mientras que el PS se queda en 61. En tercer lugar de la coalición, los ecologistas tendrán 33 escaños y los comunistas, 9 bancas. El tema central que esta coalición se armó de la noche a la mañana en solo cuatro días con el fin de hacer frente a la extrema derecha. Aunque no solo fue un acuerdo con fines electorales, además, armaron un plan de gobierno. Pero las miradas se centran en particular en el líder de la Francia Insumisa, Jean Luc Melénchon, quien tiene posiciones radicales y difiere con sus nuevos socios en posiciones como la guerra de Ucrania y el conflicto en Gaza. Sus simpatías por el autócrata ruso, Vladimir Putin, su euroescepticismo y su abierto apoyo a la causa palestina chocan de lleno no solo con sus socios sino, también, existe un fuerte encono con Macron.

La figura emergente del socialismo francés, Rafael Glucksmann, quien ganó las europeas, anunció que no tiene la intención de ser primer ministro. Sin embargo, apoya una alianza social demócrata con Ensemble el partido de Macron. Por su parte, el secretario general de su partido, Olivier Faure, se muestra más cauteloso y ha sido critico de las políticas de Macron. Pero todos dentro del NFP coinciden en hacer valer sus votos y peso en la nueva Asamblea, y concuerdan en buscar una figura que logre unir al país descartando la posibilidad de Melénchon. Otra figura de la política francesa que revivió en estos comicios fue el expresidente socialista, François Hollande, que puede ser una opción, a pesar del pasado tormentoso con su exfuncionario y actual presidente de la república, Emmanuel Macron.

Otra posibilidad es convocar un gobierno de unidad nacional sumando a los 45 escaños de la centroderecha de Los Republicanos que terminaron cuartos en los comicios. La otra alternativa es un bloqueo que generaría un llamado a elecciones el año que viene porque la Constitución de la V República así lo estima. Ese escenario abre las puertas a una Francia ingobernable y desconocida. Para evitar ese escenario se podría intentar copiar el modelo italiano acordando un gobierno de unidad nacional encabezado por un tecnócrata.

A pesar de que las diferencia entre todas las fuerzas republicanas son notorias y enormes se deberá dejar de lado las mezquindades y lograr puntos de encuentro en una sociedad francesa fragmentada con problemas económicos que provoca divisiones que llevan a la tentación de optar por fuerzas de extrema derecha. Puntos en común en materia socioeconómico y de seguridad para hacer frente al flagelo de la criminalidad pueden ser un puente de entendimiento en la elaboración de un plan de gobierno. Ya hubo en la historia reciente gobiernos de cohabitación, entre la centroizquierda y centroderecha, en 1986-88, 1993-95 y 1997-2002.

El partido de Le Pen no desaparecerá. Se mantiene al acecho y espera los errores de sus rivales para poder acceder al Palacio Elíseo en las presidenciales del 2027.

Por eso, es esencial para los republicanos tomar nota de lo acontecido ayer. Su unión es clave para evitar el bloqueo parlamentario y avanzar en una agenda en común.


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