Alarma en base a la postura de Trump de entendimiento con Putin para poner fin a la guerra en detrimento de Ucrania.
Alarma en base a la postura de Trump de entendimiento con Putin para poner fin a la guerra en detrimento de Ucrania.

Este año se cumplen 80 años del fin de la Segunda Guerra Mundial. Tras el final del conflicto más sangriento de la historia de la humanidad el mundo quedó dividido en dos esferas ideológicas. Basado en ciertas reglas que tuvo varios episodios de fricción alarmantes entre las dos mayores superpotencias del momento. La Unión Soviética mantuvo una amplia influencia en Europa central y en otros países del planeta. Aunque fue derrotada por diferentes factores internos y externos en la carrera por el predominio mundial frente a Estados Unidos.

Del otro lado durante ese periodo se estableció un nuevo orden mundial auspiciado por la principal potencia hegemónica los Estados Unidos que levantaban las banderas de la democracia y la estabilidad mundial con el apoyo de Europa Occidental.

Sin embargo, hace tres años ese orden se trastocó con la invasión de Rusia a Ucrania. El líder ruso Vladimir Putin lanzó un ataque contra su país vecino con la excusa de apoderarse de la región del Donbás en defensa de su población de origen ruso. Por su pasó en territorio ucraniano las fuerzas militares rusas arrasaron con un saldo mortífero de miles de muertos, millones de desplazados de sus hogares, destrucción por doquier de ciudades, grandes pérdidas económicas y una feroz crisis humanitaria.

Estados Unidos y Europa su unieron contra la invasión de Vladímir Putin que fue un claro desafío explícito a Occidente. Además, sirvió para ratificar la unidad de la OTAN tras los torbellinos que generó en su primer paso frente a la Casa Blanca Donald Trump y se consolidaron nuevas alianzas, entre ellas la incorporación de Suecia y Finlandia a la alianza atlántica que significó un duro golpe para Putin.

EEUU y la Unión Europea enseguida salieron en defensa de Kiev con ayudas económicas y material militar sumado a sanciones económicas y el aislamiento de Moscú del escenario mundial. Occidente no iba a permitir que el Goliat ruso se coma al más débil.

Durante estos tres años de guerra Washington fue el garante incondicional de Kiev en defensa de la libertad, la democracia para ser frente a la autocracia y la conformación sólida con sus aliados europeos.

Pero con la vuelta de Donald Trump la estabilidad mundial se vio alterada. Desde la llegada del magnate republicano al Salón Oval ha expresado su intención de apoderarse de Groenlandia, recuperar el Canal de Panamá y que Canadá sea el 51º Estado. Desató una guerra comercial con China y el resto del mundo, retiró a EEUU del Acuerdo Climático de Paris y de la Organización Mundial de la Salud.

Aunque más alarmante es la postura de Trump de entendimiento con Putin para poner fin a la guerra en detrimento de Ucrania. Ya en campaña había manifestado que la guerra nunca hubiera comenzado si él era presidente, y además, si volvía a ser el huésped de la Casa Blanca prometió poner fin al conflicto en 24 horas.

Pero previsible como es Trump en sus declaraciones y sus vaivenes dejó perplejo a sus aliados europeos, Estados Unidos arrancó las negociaciones de paz en Arabia Saudita dejando a Ucrania fuera de la mesa y también a Europa.

Encima el valor agregado pésimo durante la Conferencia de Seguridad de Múnich donde el vicepresidente estadounidense, J.D. Vance, acaparó toda la atención con su verborragia ideológica contra los líderes europeos. Con toda esta artillería pesada de mensajes inesperados y actitudes que sorprenden, Trump culpó a Ucrania de ser causante del inició de hostilidades con Rusia y etiquetó de dictador a su presidente Volodímir Zelensky y se negó de usar el mismo adjetivo con Putin, situación que ratificó junto al presidente de Francia, Emmanuel Macron, en comentarios con periodistas tras su reunión en la Casa Blanca.

Además, Estados Unidos también enfureció a sus aliados europeos al votar en contra de una resolución en la Asamblea General de la ONU que condenaba la agresión rusa y pedía la retirada de las tropas rusas invasoras de Ucrania. La resolución estadounidense simplemente pedía el fin de la guerra. Sabiendo que deja a Ucrania entre la espada y la pared, Trump chantaje de por medio pidió a Zelensky de apoderarse del 50% de sus recursos naturales a pago por la colaboración prestada y de manera ambigua deslizó la posibilidad a cambio de protección. El líder ucraniano dudo al principio de la propuesta, pero ante la desesperación de perder la ayuda militar estadounidense finalmente cedió, aunque no ha conseguido que EEUU se comprometa por escrito a seguir apoyando militarmente a Ucrania.

Envalentonado ante semejante panorama, el líder ruso Vladimir Putin saca pecho de la situación y reivindica su tozudez durante todo el conflicto a pesar de las múltiples presiones y costo que genera su aventura bélica en Ucrania. En este nuevo esquema mundial planteado por el gigante del norte, Rusia se posiciona en un actor clave no sólo en su posición con Ucrania sino también en su intención de marginar a Europa y fundamentalmente a la OTAN.

Sin dudas, apelará a conseguir lo que añora desde su llegada al Kremlin revertir la influencia estadounidense en el viejo continente precisamente en las zonas de influencia de la extinta Unión Soviética. La división del mundo al estilo de la Guerra Fría, pero dejando afuera a Europa. Sin el apoyo militar esencial de Estados Unidos a los países bálticos Estonia, Letonia y Lituania sumado a Polonia y Rumania, miembros hace décadas de la OTAN, que quedarían indefensos ante una ofensiva rusa.

Sin embargo, Europa reaccionó con diversas reuniones entre sus líderes y las visitas de Macron y el premier británico, Keir Starmer a Estados Unidos para lograr un entendimiento con el esquivo e impredecible Donald Trump. En el tercer aniversario de la guerra el lunes pasado en Kiev se juntaron, de manera presencial y por video, a casi 40 líderes occidentales europeos incluidos Japón y Canadá. Quedó afirmado que el apoyo a Ucrania es unánime con más material, con un nuevo paquete de ayuda de 3.500 millones de euros de la UE, respaldo político y la condena total a Rusia como el causante de la guerra. El gran ausente de la partida fue Estados Unidos. Un punto de inflexión que marca la ruptura con Europa.

Los países europeos dejaron una señal y un mensaje explícito que de ninguna manera van a aceptar una paz injusta en donde el agresor goce de impunidad y tampoco una subordinación total hacia Estados Unidos. En ese sentido, tanto Francia como el Reino Unido comandan la iniciativa de una paz armada con la intención de desplegar entre 30.000 y 150.000 efectivos militares a Ucrania siendo una misión al margen de la OTAN. Faltará ver la posición de Alemania si se suma a esta iniciativa, aunque habrá que espera la conformación del nuevo Ejecutivo alemán que seguramente recaerá en las manos del ganador de las elecciones el democratacristiano, Friedrich Merz, un ferviente europeísta.

El presidente francés, Emmanuel Macron, se lo hizo saber a Trump en su encuentro en la Casa Blanca. Trump aseguró que Rusia no tendría problemas del desplazamiento militar europeo dentro de Ucrania. No obstante, el ministro de Exteriores ruso, Serguei Lavrov, negó que Moscú estuviera a favor de tropas europeas en territorio ucraniano. Primera falla de comunicación entre la Casa Blanca y el Kremlin. ¿Será un punto de discordia? Este desencuentro podrá ser o no provechoso para Europa que quiere la paz en Ucrania y no una rendición como plantea Trump.

¿Y el papel de China?

Durante la guerra al estar marginado y necesitado Putin se lanzó a los brazos de Xi Jinping. China ayudó a saltar la sanciones económicas impuestas a Moscú con diversas ayudas económicas. Esta postura deja a Rusia como un socio menor frente a China.

En el contexto actual, China se mantiene agazapada y paciente. Pekín navega estás aguas de desencuentros entre Europa y EEUU con templanza y como una oportunidad para promover sus intereses según su propia conveniencia. Así lo dejó en claro su ministro de Exteriores, Wang Yi, en su paso por la Conferencia de Seguridad de Múnich donde expuso todo lo opuesto por Washington mostrando a China como un socio confiable. Consciente del actual clima de tensión, Wang se mostró conciliador para trabajar en conjunto con EEUU, pero crítico el proteccionismo comercial impuesto por Trump.

Pekín, favorable a la paz, espera la convocatoria que deslizó Trump de convocar a Xi Jinping junto a Putin para una cumbre para reducir los presupuestos militares a la mitad y reducir el arsenal nuclear.

Además, el gigante asiático sabe que el espacio vacío que deje Washington debe ser ocupado por un socio confiable. En esa dirección apunta China. El error de su adversario deber ser aprovechado al máximo. En el futuro inmediato parece que el nuevo orden mundial gira alrededor de Estados Unidos, China y en menor medida Rusia. Pero el levantamiento europeo ante el maltrato estadounidense ha dejado en claro que es un actor de importancia económico, con el desafío de armarse militarmente, y que será parte de la partida de igual a igual