Scholz y Giffey, candidatos socialdemócratas, celebran en Berlín el triunfo en las votaciones.
Scholz y Giffey, candidatos socialdemócratas, celebran en Berlín el triunfo en las votaciones.

Fue una elección reñida que rememoro a lo acontecido en 2005. Tras 15 años el Partido Social Demócrata (SPD) de la mano de su líder, vicecanciller y ministro de Finanzas, Olaf Scholz, se alzaron con la victoria en unas elecciones históricas frente al gobernante Unión Demócrata Cristiana (CDU), siendo para la formación de centroderecha la peor elección desde 1949. Si bien la diferencia fue ajustada el 25,7% de los votos para el SPD, apenas 1,6 puntos por delante del 24,1% de los democristianos de Angela Merkel representados en la figura del ministro presidente de la región de Renania Norte Westfalia, Armin Laschet, que obtuvieron 196 escaños. Hubo una alta participación del electorado que vivió la jornada electoral con cierta sensación de incertidumbre y emotividad porque significó la primera elección, en 16 años, sin la presencia de la actual canciller Angela Merkel que se retira de la vida pública en noviembre cuando finaliza su mandato. socialdemocracia

El SPD se perfilan, siendo la primera minoría al obtener 206 bancas en el Bundestag, con el derecho de ser la fuerza política que encabece el próximo gobierno en Alemania. La elección dejó algo en claro que es que los alemanes optaron por los centrismo alejando a los extremos tanto de izquierda y derecha sin opción para ser parte del futuro ejecutivo como si sucede en otros países europeos. La extrema derecha Alternativa para Alemania (AFD) sacó el 10,35%, 83 escaños, que significó la pérdida de 11 bancas. La izquierda (Die Linke) tuvo una pésima elección con el 4,89%, obtuvo sólo 39 escaños y perdió 30 asientos en el Parlamento. socialdemocracia

En pleno festejo y algarabía por el resultado histórico, el líder Olaf Sholz envió a sus emisarios para entablar de forma inmediata negociaciones con el Partido Verde que terminó tercero con el 14,7% que le posibilitó 118 bancas y el Partido Liberal Demócrata (FDP), que obtuvo una gran performance que los ubico en el cuarto lugar con el 11,45% sumando un total de 92 escaños.

En cambio, en el búnker de los democratacristianos y sus socios políticos de Unión Social Cristiana de Baviera (CSU), se vivió una jornada de desolación y amargura ante el peor resultado de la coalición conservadora en sus 72 años de historia. Su candidato Armin Laschet, de 60 años, en toda la campaña tuvo constantes traspiés que generó en el electorado alemán irritación y una impopularidad que se vio reflejada en las urnas. Sin embargo, Laschet no baja los brazos con la decisión inesperada de “reclamar total legitimidad” para formar gobierno en conjunto con los ecologistas y los liberales. Al poseer sólo 196 bancas, los conservadores deberán dar ciertas concesiones, en especial a la formación de los Verdes liderada por Annalena Baerbock que manifestó que va a escuchar tanto a los democratacristiano y socialdemócratas, pero puso reparos que deberán respetar su plataforma política que va desde la reducción de las emisiones de CO2, avanzar hacia la transición energética, aumento de salario mínimo para ayudar a los más necesitados, mayores gravámenes impositivos para las grandes fortunas, eliminación de los minijobs (trabajos de medio tiempo) que alienta a la precarización laboral y mejor acceso a la vivienda. Tales propuestas chocan con la coalición CDU/CSU, pero se acercan más a las posiciones de los socialdemócratas. Por su lado, los liberales, liderados por Christian Lindner, mantienen coincidencias con los conservadores en materia económica. Todavía está latente el antecedente de las negociaciones de 2017, cuando determinaron retirarse por diferencias con el SPD que terminó formando la gran coalición con el CDU/CSU, sin embargo, considera la figura de Sholz garantía de serenidad, pragmatismo y moderación.

Sholz representa la continuación de Merkel, su heredero natural, que mantendrá las políticas del gobierno actual y acentuará la modernización del Estado, que es una asignatura que reclama el FDP.

Por eso, todas las miradas van hacia el sentido de la posible formación de la coalición semáforo, por el rojo de la socialdemocracia, el amarillo liberal y el verde ecologista. Sholz, está poniendo mucho énfasis en evitar, como ocurrió hace cuatro años, que las negociaciones tarden seis meses. Su intención es formar gobierno antes de las fiestas. La posición del exministro de Finanzas será contactar puntos en común entre los ecologistas y liberales que son, ideológicamente, los partidos más alejados de los tres de la eventual futura coalición. Hasta el momento, ambas formaciones, coinciden en la plataforma ambientalista, el uso de cannabis medicinal y en la posibilidad de reforma del derecho a voto de los 18 a 16 años. Los avances son alentadores y es la opción elegida por la mayoría de los teutones, según los sondeos que están a favor de un gobierno tripartito. Actualmente hay una experiencia donde los tres partidos gobiernan en conjunto en la región de Renania-Palatinado.

Los liberales gobernaron, como socio minoritario, durante la década de los 70 junto a la socialdemocracia alemana, pero también con los conservadores en los 60, 80 y 90. La llave para gobernar la tenían los liberales. Sólo se interrumpió, entre 1966 y 1969, cuando se conformó la primera gran coalición entre democratacristianos y socialdemócratas bajo el mando de Kurt Georg Kiesinger y con Willy Brandt (canciller del 69 al 74) como ministro de Relaciones Exteriores. Por su parte, los verdes accedieron al ejecutivo con el socialdemócrata Gerhard Schröder (1998-2005).

En el nuevo milenio, entre 2005 y 2021, Alemania ha sido gobernada por la gran coalición de la CDU y el SPD, con la única interrupción de un gobierno de la CDU y el FDP entre 2009 y 2013. Pero rememorar la actual alanza o con los verdes y liberales no figura en los planes del líder de la CSU, Markus Söder, que aclaró que el segundo partido “no puede reivindicar la formación del gobierno”, poniendo reparos a la idea de Laschet.

Mientras se decide el próximo gobierno post era Merkel, la Unión Europea espera paralizada por el futuro de la máxima potencia continental y si se mantiene la tendencia de que Sholz se convierta en el décimo canciller de la postguerra hay cierto optimismo que mantenga vigente el legado de su predecesora y busque dar su impronta desde una mirada mucho más progresista y vuelva a darle protagonismo a la socialdemocracia europea.