Frente a un Nuevo Fracaso de la Tercera Vía

El contundente fracaso electoral de Provincias Unidas no invalida, sino que subraya, la urgencia de una alternativa a la polarización. A pesar del triunfo oficialista, ni los extremos ni la baja participación récord resuelven la parálisis. La única salida viable  es la construcción de un Frente Nacional de centro programático que convoque a los sectores productivos y ofrezca un proyecto de desarrollo

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El fracaso de estas fuerzas de centro ratifica una tendencia: en contextos de crisis e incertidumbre, el electorado tiende a huir de las opciones intermedias percibidas como débiles o electoralmente inviables, buscando refugio en los extremos que prometen soluciones tajantes y rápidas.
El fracaso de estas fuerzas de centro ratifica una tendencia: en contextos de crisis e incertidumbre, el electorado tiende a huir de las opciones intermedias percibidas como débiles o electoralmente inviables, buscando refugio en los extremos que prometen soluciones tajantes y rápidas.
El Veredicto de la Polarización

Las elecciones legislativas de 2025 han dejado un veredicto que va más allá del triunfo de La Libertad Avanza: la política argentina está atrapada en una lógica plebiscitaria que anula las alternativas. La contienda se presentó como una elección binaria, una vez más, entre «Milei o Kirchnerismo».

El oficialismo (La Libertad Avanza) consolidó su triunfo con el 40.66% del voto nacional, y junto a la principal coalición opositora (Fuerza Patria, 31.70%), concentraron más del 72% del voto total. Este resultado no solo confirmó la hegemonía de los dos polos, sino que castigó severamente a cualquier fuerza que intentara ocupar el vasto espacio del centro.

El Fracaso del Centro y «Provincias Unidas»

La coalición centrista «Provincias Unidas» (PU), impulsada por gobernadores, fue la víctima más clara de esta dinámica polarizadora. A nivel nacional, la fuerza apenas logró un 6.95% de los votos, quedando muy lejos de erigirse como una opción competitiva.

El desempeño fue particularmente amargo en distritos clave que buscaban representar el federalismo y el «sentido común»:

  • Córdoba: A pesar de ser un bastión tradicionalmente anti-K y, por momentos, crítico con el actual oficialismo, la fuerza no logró capitalizar el descontento, dividiendo el voto de centro y quedando desdibujada.
  • Santa Fe y Provincia de Buenos Aires: El resultado fue igualmente decepcionante, demostrando que en el momento crucial, el electorado optó por la «seguridad» de los grandes bloques polares, ya sea para castigar o para ratificar.

El fracaso de estas fuerzas de centro ratifica una tendencia: en contextos de crisis e incertidumbre, el electorado tiende a huir de las opciones intermedias percibidas como débiles o electoralmente inviables, buscando refugio en los extremos que prometen soluciones tajantes y rápidas.

La Apatía Masiva: El Desierto del Centro

A pesar de la intensidad de la disputa entre los dos polos y la sensación de que el futuro del país estaba en juego, casi un tercio del electorado habilitado decidió no participar, registrando la participación electoral más baja desde 1983 (68%).

Esta apatía masiva no puede interpretarse simplemente como desinterés. Es más probable que sea un rechazo activo al menú de opciones presentado. El votante moderado, que no se siente representado por la furia libertaria ni por la nostalgia kirchnerista, y que al mismo tiempo percibe a las opciones de centro como electoralmente inviables, opta por la abstención como una forma de protesta silenciosa. Como advertía un análisis previo a la elección, existe un vasto sector de la población, quizás un 40%, que se encuentra «huérfano de representación» y reclama un liderazgo consensual y dialoguista.

El «desierto del centro» no es, por lo tanto, solo un espacio vacío de votos; es un vasto contingente de ciudadanos que se están decepcionados y desconectando del sistema democrático.

El Potencial Oculto de la Tercera Vía

A pesar de la debacle electoral del centro, existe un potencial innegable. Los pocos decepcionados con los extremos que acuden a emitir el sufragio son aquellos que votan a fuerzas del medio, por lo que potencialmente el caudal que tienen es grande, (siempre y cuando tengan un candidato y una propuesta convocante) y que incluso puede lograr que aquellos que votan por voto útil a algún extremo vean una opción útil en el centro.

Aquí radica el potencial del centro: la inmensa cantidad de votos abstencionistas y los votos «útiles» emitidos por miedo a un extremo, componen un capital electoral latente. Este caudal solo podrá ser activado por una coalición programática con una propuesta clara de Desarrollo Nacional, que supere la lógica del cortoplacismo y la confrontación ideológica.

La Necesidad del Método Desarrollista

El método desarrollista se vuelve, así, una necesidad política. Solo un enfoque centrado en la transformación productiva, el consenso entre capital y trabajo, y la planificación estratégica a largo plazo puede ofrecer una alternativa viable que rompa la trampa de la polarización. Y para llevar adelante dichos consensos se necesita ese centro hoy ausente por desilución o poralización.

La clave no es simplemente ser «moderado», sino ofrecer un programa de estabilización y desarrollo que le dé al votante huérfano una causa por la cual votar, y no solo una alternativa de mal menor. La construcción de la coalición de centro y el éxito de la tercera vía dependen, en última instancia, de la rigurosidad técnica y la voluntad política para imponer una visión de conjunto sobre la coyuntura.

Una coalición de centro para sostener un programa de estabilización y desarrollo

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