Brasil es el único actor político y económico de la región con peso propio para dinamizar o frenar cualquier estrategia de integración. Las políticas comerciales y productivos que promueve nuestro principal socio comercial influyen determinantemente sobre nuestro país al punto que se calcula que por cada punto que crece Brasil, crece 0,25 puntos Argentina. Al ser las posiciones políticas y económicas tan antagónicas entre los dos candidatos, la elección presidencial era sumamente clave para nuestros intereses. El triunfo de Lula da Silva es en ese sentido una oportunidad para avanzar con la articulación bilateral y la integración regional.
Socio estratégico para la diversificación productiva
Veamos porque es tan relevante el vinculo con Brasil. La decimosegunda economía más grande del mundo es el país que más compra productos nacionales y representa el 13,9% del total de las ventas externas. Según datos de un informe de la Bolsa de Comercio de Rosario, en el último año, ratificó su posición como principal socio comercial de la Argentina, con exportaciones por valor de US$ 9352 millones (crecieron 11,6% en la comparación interanual) e importaciones por US$ 12.486 millones (+36,8%). Sin embargo, el saldo comercial resultó en un déficit de US$ 3134 millones para la Argentina. El otro gran socio comercial, que le disputa ese primer puesto es China.
Pero a diferencia del gigante asiático, Brasil es determinante en la diversificación y agregado de valor industrial de nuestra economía pues demanda el 35% de nuestras exportaciones industriales. También lo es para nuestro sector agroindustrial al punto de que uno de cada tres US$ exportados a Brasil tiene ese origen. El 10% de los Productos Primarios que exporta Argentina tienen como destino el mercado brasileño destacándose el trigo. Además, el país vecino es decisivo en algunos mercados que integran el rubro de manufacturas de origen agropecuario como los Productos de molinería y sus preparaciones. En ese sentido fue fundamental que Brasil apruebe la harina HB4 sobre la base de trigo genéticamente modificado por científicos argentinos.
Entre las importaciones se destacan productos laminados planos de hierro; productos semiacabados, lingotes y otras formas de hierro y/o acero; mineral de hierro y sus concentrados y autopartes, y vehículos automotores de pasajeros. Nos vende industria e insumos para la industria que explican en gran parte el saldo comercial negativo.
Las razones de este vinculo tan estrecho son la proximidad geográfica y el ser socios en el nunca bien valorado Mercosur que permite el comercio sin aranceles y proteger el comercio intrabloque con el Arancel Externo Común (AEC) a otras economías. El 83% de las exportaciones argentinas dentro del Mercosur van a Brasil con roles e impacto fundamental en la industria automotriz y el trigo.
Todos los productos que lideran la nómina de exportaciones intra Mercosur cuentan con la protección del Arancel Externo Común que van del 8% al 16%. Sin este arancel las exportaciones argentinas a Brasil deberían competir con rivales más competitivos lo que bajaría enormemente la demanda argentina. Imaginemos no solo el caso automotriz sino incluso el trigo si debemos competir con Estados Unidos por ejemplo.
Además del caso del trigo, donde el Brasil representa casi el 50% de nuestras exportaciones, las de Malta al Mercosur ascienden al 83% del total. También, según el informe de la Bolsa de Comercio de Rosario, el bloque posee un gran peso en el mercado de la harina de trigo donde tiene el 49% de participación, en ajos el 81%, en filetes de merluza el 40%, en peras frescas el 32%, en leche el 29% y en cebada el 17%.
Entre los sectores productivos nacionales que tienen grandes oportunidades de negocios en Brasil debemos destacar los alimentos y bebidas, carnes, lácteos, vinos, olivícola, autopartes, maquinarias y metalmecánica y fertilizantes. Es fundamental esta expansión para revertir ese déficit comercial con Brasil de manera de mejorar la calidad, el valor agregado, de nuestro intercambio. La integración es mejor que la no integración sí, pero es mucho mejor si amplía nuestro espectro de actividades y ámbitos productivos.
“Muchas industrias sobrevivieron gracias al Mercosur, en ese sentido es desarrollista”
El triunfo de Lula y la vuelta al camino de la integración regional
Ya vimos la relevancia de Brasil en nuestra economía por eso lo determinante de quien ganara la elección presidencial, sobre todo por las enormes diferencias ideológicas y pragmáticas entre ambos contendientes. Lo primero que hay que hacer al respecto es sacar del análisis la politiqueria interna de sí es Lula más amigo de uno u otro. Es repudiable la actitud de la dirigencia nacional que o se quiere apropiar del triunfo o muestra su pesar por el mero criterio de sus intereses electorales en base a cierta afinidad ideológica .Acá lo relevante es cuanto incide el triunfo de Lula en el interés nacional en base al vinculo estratégico con Brasil.
Mientras que el flamante ganador de la elección tiene una visión integrista que apuesta por el Mercosur puede generar mayores dinámicas entre los sectores productivos de ambos países, Bolsonaro demostró ser todo lo contrario. Más allá de su mala relación con el gobierno argentino, el derrotado en la elección considera que la región y nuestro país en particular, son más un lastre que una plataforma que pueda ayudar a Brasil en su inserción internacional. Por eso mismo, y si bien es cierto que a pesar de él Brasil sigue siendo nuestro principal socio comercial, pero una relección seguramente hubiese implicado avanzar en medidas y posicionamientos más extremos en pos de la apertura comercial, como la baja del AEC, los Tratados de Libre Comercio bilaterales dentro del Mercosur o incluso su defunción en la práctica. Muy posiblemente un segundo mandato de Bolsonaro hubiera sido fatal para el vínculo bilateral, más allá del gobierno futuro en Argentina, y para cualquier construcción regional.
En cuanto al triunfante Lula se puede prever querrá replicar viejas recetas como aumentar el consumo para dinamizar la economía doméstica (lo que impactaría en un crecimiento de la demanda de productos argentinos). Sin embargo, el contexto internacional es mucho menos favorable a cuando él presidía Brasil. Además, estará altamente condicionado por un Congreso que no controla y una economía que si bien se recuperó de la pandemia no está para nada consolidada y que requiere una fuerte restricción del gasto público.
Por otro lado, el avance aperturista de Bolsonaro no se podría haber dado sin el apoyo del cada vez más poderoso sector de los agronegocios en detrimento de la burguesía industrial. Son quienes tienen la mira puesta en un mercado asiático sin aranceles para los cuales el Mercosur es un escollo. Si Brasil renuncia a la industria nosotros estaremos obligados a hacer lo mismo pues es nuestro principal comprador. La apertura comercial nos obligaría a especializarnos en las materias primas y eventualmente su cadena de valor en los agroalimentos lo que impediría tener una matriz productiva diversificada. Y eso para un país con más de 40 millones de habitantes es determinante. Todos los grandes productores de alimentos (ni siquiera de materias primas) con más de 10 millones de habitantes son economías desarrolladas diversificadas como Estados Unidos o Países Bajos. Solo países con baja población como Uruguay o Nueva Zelanda pueden aspirar a ese esquema de especialización.
Para Brasil, un proceso de desindustrialización sería devastador en el largo plazo pero también un enorme negocio para el sector de los agronegocios. Ya no estará Bolsonaro para impulsar ese modelo pero tampoco Lula, recordemos otrora líder sindical de los metalúrgicos, cuenta con mucho poder de fuego. Condicionado por políticamente tanto con los propios, pues tuvo que migrar hacia el centro, moderar su discurso y acordar con muchos que en su momento propiciaron su encarcelamiento, como con los ajenos en un Congreso donde la oposición es mayoría que representa a una sociedad donde la mitad no lo quería como presidente.
La geopolítica global será el factor fundamental que pueda dirimir esta partida. Mientras el vínculo comercial con China propicia este modelo aperturista, la oportunidad que puede ser el nearshoring o friendshoring con Estados Unidos puede ser la anhelada oportunidad de ser parte de sus cadenas de valor industriales y tecnológicas y relanzar el proceso industrialista en el marco de la Cuarta Revolución Industrial. Es precisamente lo que ya están haciendo los países ya desarrollados. La disyuntiva es entre resignarnos y volver al modelo agroimportador o tomar esta oportunidad única, invertir mucho en innovación tecnológica y potenciar también nuestro sector agroindustrial porque en la diversificación, la integración entre los sectores y el agregado de valor está el camino para el desarrollo tanto de Argentina como de Brasil.