Héctor Valle defendió la prioridad de la industria de base como motor del avance científico y tecnológico y apuntó a la marginalidad como uno de los grandes desafíos para el desarrollo

Si en 1958 la prioridad para el desarrollo de Argentina era la industria de base, en la era del conocimiento sigue siendo la misma, según Héctor Valle. Aunque podía parecer el discurso de un desarrollista ultraortodoxo, él lo defendió en la entrevista con VD en 2015: «Sin petroquímica, acero o petróleo no hay demanda de tecnología. La industria de base genera un mercado importante para la tecnología: requiere ingenieros, científicos, biólogos». Casi seis décadas después, el principal cambio que veía en el país era el de la estructura social. «Antes había una alta participación de los asalariados en el producto, un desempleo del 4%, no había la marginalidad que hay ahora. El desarrollo hoy sería industria base más cuestión social. Sin las dos patas, fracasás», analizó.

Pero aunque las prioridades siguieran siendo las mismas, para el economista, el capitalismo sufrió transformaciones espectaculares. La economía internacional no es la misma y la estrategia para el desarrollo tampoco puede plantearse igual. «Entonces el capital extranjero venía a un país y se radicaba. Y vos podías forzar para que reinvirtiera en el país. Hoy se transnacionalizó mucho la economía y ya no es lo mismo. No hay multinacionales locales, son todas transnacionales», apuntó.

Si antes Ford fabricaba el 100% de las partes en Argentina, hoy eso es imposible, señaló el entonces presidente de FIDE (Fundación para la Investigación y el Desarrollo Económico). Una transnacional, ilustró Valle, fabrica las piezas sencillas en un país con mano de obra barata para maximizar sus beneficios. «El capital de uso es el mismo en Alemania y Sri Lanka, pero el valor de cambio es diferente y saca una renta enorme». En grandes capitales como Dusseldorf o Nueva York hace el marketing y el desarrollo tecnológico, y obtienen esa renta adicional. En países con mercado interno y precios altos, como Argentina, vende el vehículo y obtiene una nueva ganancia. «La renta final es la suma de todas esas etapas. ¿Por qué va a hacer todo en Argentina como antes, si va a ganar mucho menos», concluyó.

Para encontrar un modelo de desarrollo posible en el contexto actual, Valle recomienda mirar a Corea del Sur y Noruega. «Noruega agarró la renta del petróleo y creó un gran fondo de inversión que maneja el Estado y le permitió un nivel de desarrollo y bienestar único. Y los coreanos desarrollaron la clase empresaria a partir de su proyecto industrial muy integral, pero siempre con el Estado atrás», planteó. Sobre este punto discrepaba con Frigerio. El padre del desarrollismo no creía que los modelos como el coreano, con enclaves económicos exportadores y un mercado interno deprimido, pudieran conducir al desarrollo.

«El problema es el periodo de maduración»

El problema de la industria de base es que demanda mucha inversión de capital, enfatizó el economista. Y el largo periodo de maduración de estas inversiones. «Para desarrollar Vaca Muerta hay que hacer inversiones millonarias a lo largo de cinco años, y son cinco años en los que no se exporta un solo dólar más. Pasó con la siderurgia con Frondizi. En ese periodo no se exporta más, no se gana un peso más, pero se sigue importando petróleo y acero. Además hay que importar las máquinas para desarrollar el proyecto y remitir utilidades al exterior. Tenés toda la balanza de pagos en contra», resumió.

El punto de quiebre para la industria argentina es, según Valle, 1974. Hasta entonces el país había avanzado sobre la base de las inversiones que se habían hecho durante el segundo gobierno de Perón y, en especial, el de Frondizi, pero ya se encontraba en el límite de la capacidad productiva. «Ahí había que tomar una decisión. ¿Qué se decidió en ese momento? Saltar al neoliberalismo. No quedó una sola fábrica. Y ahora estamos en la misma situación».

En 2015, explicó el economista, la economía había alcanzado el límite de la capacidad ociosa y se enfrentaba al mismo dilema: abrir la economía o aumentar la capacidad productiva. «No les quepa ninguna duda de que si gana Macri va a abrir la economía y van a venir capitales especulativos  y financieros, capitales para financiar importaciones. Nada garantiza que Scioli no lo vaya a hacer, ni Massa. Por eso creo que es necesario tener una fuerza política desarrollista, pero que se maneje con realismo. No se van a tener inversiones como las del 58», sostuvo.