El estrecho de Ormuz en la mira

¿Qué puede pasar con la economía mundial si se cierra… y qué oportunidad se abre para Argentina?

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Irán recurre a la amenaza de cerrar Ormuz como un instrumento de disuasión: una forma de recordarle al mundo que puede desestabilizar los mercados energéticos globales, forzando a las potencias a negociar
Irán recurre a la amenaza de cerrar Ormuz como un instrumento de disuasión: una forma de recordarle al mundo que puede desestabilizar los mercados energéticos globales, forzando a las potencias a negociar.

El Parlamento de Irán acaba de aprobar una resolución que autoriza un potencial cierre del Estrecho de Ormuz, una de las arterias más sensibles de la economía mundial (debe aún ratificarse). La decisión, tomada tras los recientes ataques estadounidenses a instalaciones nucleares iraníes, eleva la tensión geopolítica en Medio Oriente a un nivel que no se veía desde la llamada “Guerra de los Tankers” en los años 80.

El estrecho, un paso de apenas 50 kilómetros de ancho que conecta el Golfo Pérsico con el Océano Índico, es vital para el flujo global de energía: por allí transita cerca del 20% del petróleo que se consume en el mundo y un tercio del gas natural licuado (GNL) que abastece a Europa y Asia. Cualquier interrupción, incluso parcial, impactaría directamente en los precios de la energía, el comercio global y, en consecuencia, en la inflación y el crecimiento económico.

El control sobre la costa norte del estrecho y su capacidad para desplegar minas navales, misiles costeros y pequeñas embarcaciones rápidas le permiten a Irán poner en jaque una parte clave del comercio mundial.

Cada vez que las tensiones escalan —sea por ataques a sus intereses o por sanciones que afectan su economía—, Irán recurre a la amenaza de cerrar Ormuz como un instrumento de disuasión: una forma de recordarle al mundo que puede desestabilizar los mercados energéticos globales, forzando a las potencias a negociar.
Es, en definitiva, una herramienta de poder no convencional en su arsenal geopolítico.

Pero, ¿es real el riesgo de un cierre? ¿Qué pasaría si ocurre? ¿Y qué implica esta crisis para la Argentina, en particular para el desarrollo de Vaca Muerta?


¿Alguna vez se cerró realmente el Estrecho?

La historia enseña que si bien el Estrecho de Ormuz ha sido escenario de múltiples crisis, nunca se produjo un cierre total y prolongado.

Durante la Guerra Irán-Irak (1980-1988), ambos bandos atacaron petroleros en el Golfo Pérsico, en lo que se conoció como la “Tanker War”, pero el tráfico nunca se detuvo por completo. En 2011 y nuevamente en 2019, Irán amenazó con cerrar el paso como respuesta a sanciones occidentales. Sin embargo, en ambos casos, la presencia de la Quinta Flota estadounidense y sus aliados en la región logró disuadir acciones mayores.

Hoy el contexto es más volátil. La escalada militar en Medio Oriente, las alianzas en juego y la retórica iraní indican que la amenaza actual no es solo retórica. Aun así, analistas internacionales advierten que un cierre efectivo sería considerado por Washington como un acto de guerra. La historia sugiere que Estados Unidos y sus aliados no permitirían que se mantuviera por más de unos pocos días.


El eventual impacto económico global

De concretarse el cierre —aunque fuera temporal— el shock en los mercados sería inmediato.

El precio del petróleo Brent, que hoy ronda los 77 dólares el barril, podría saltar a un rango de 100 a 130 dólares, según estimaciones de JP Morgan y Reuters. Esto no solo encarecería los combustibles en todo el mundo: el efecto se trasladaría a la inflación global, en un momento donde muchos países apenas comienzan a controlar los desequilibrios pospandemia y posguerra en Ucrania.

Europa y Asia serían las regiones más afectadas, por su dependencia de la energía importada. El encarecimiento de los seguros marítimos, las interrupciones en la logística y el aumento del costo del transporte comercial impactarían en todo tipo de bienes, desde alimentos hasta manufacturas. Según el FMI, una crisis de este tipo podría recortar medio punto porcentual el crecimiento global.


¿Qué oportunidad —y qué límites— para Argentina y Vaca Muerta?

En este escenario de tensión energética, se abre una ventana de oportunidad para los países productores. Para Argentina, la posibilidad de un petróleo más caro representa:

Un potencial aumento en los ingresos por exportaciones energéticas: el crudo argentino podría volverse más competitivo en los mercados internacionales, generando divisas clave en un contexto de escasez.

Un renovado interés de inversores internacionales por acelerar proyectos en Vaca Muerta, donde el desarrollo aún es incipiente en relación con su potencial.

Pero esta oportunidad tiene también sus límites:

⚠️ La experiencia sugiere que cualquier cierre del Estrecho sería breve: el margen de tiempo para aprovechar precios altos sería limitado.

⚠️ El impacto inflacionario global también alcanzaría a la Argentina, encareciendo insumos importados, energía y transporte. Al ser un país que todavía importa combustibles y tecnología petrolera, parte de los costos se trasladarían a la industria local.

⚠️ Además, la crisis podría derivar en un fortalecimiento del dólar a nivel global, encareciendo el financiamiento externo y complicando las cuentas públicas.

Vaca Muerta y la vuelta al «país gasífero»: una oportunidad para el desarrollo de Argentina


Una visión desarrollista

Desde una mirada desarrollista, la verdadera lección de esta crisis no es simplemente aprovechar un alza coyuntural en los precios del petróleo. La prioridad estratégica para la Argentina debería ser fortalecer su soberanía energética, integrando el desarrollo de Vaca Muerta a un plan más amplio:

  • Invertir en infraestructura logística y energética (tubos, transporte ferroviario, terminales portuarias).

  • Potenciar el desarrollo local de servicios petroleros y de la industria nacional asociada.

  • Fomentar la diversificación de la matriz energética, reduciendo la dependencia de importaciones.

  • Garantizar un marco de políticas públicas que promueva inversiones a largo plazo, más allá de los vaivenes geopolíticos.

La amenaza sobre el Estrecho de Ormuz pone en evidencia la fragilidad del sistema energético mundial. Para la Argentina, más que una ganancia de corto plazo, el verdadero desafío es aumentar la capacidad industrial y energética propia, que le permita ser no solo un exportador de materias primas, sino tener gas barato para su desarrollo productivo y convertirse en un actor confiable y relevante en la cadena de valor energética global a través del GNL.


Fuentes y enlaces:
El Parlamento iraní aprueba el cierre del Estrecho de Ormuz
Reuters: EE.UU. urge a China a disuadir a Irán
Cadena SER: El Estrecho de Ormuz, paso clave para el comercio petrolero
JP Morgan: impacto estimado en el precio del crudo
The Guardian: impacto global del conflicto Irán-Israel

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