León XIV, la IA y el desafío de la era tecnológica

León XIV deberá defender al ser humano frente al poder invisible de los nuevos señores feudales tecnocráticos y sus algoritmos, que deciden empleos, diagnósticos, inversiones, desplazamientos y, cada vez más, formas de vida del mundo entero.

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El Papa Leon XIV, durante la audiencia con miembros de la prensa, Ciudad del Vaticano, 12 de Mayo 2025. Foto ANSA/US VATICAN MEDIA
El Papa Leon XIV, durante la audiencia con miembros de la prensa, Ciudad del Vaticano, 12 de Mayo 2025. Foto ANSA/US VATICAN MEDIA

¡Habemus Papam! Pero no un Papa cualquiera. La reciente elección del cardenal estadounidense-peruano Robert Francis Prevost como Papa León XIV ha despertado no solo emoción en los fieles, sino también atención mundial.

El nombre elegido no es inocente. Como lo hiciera León XIII en 1891 al enfrentar los desafíos sociales de la Revolución Industrial con su histórica encíclica Rerum Novarum, León XIV asume su pontificado en medio de otra revolución —más silenciosa, pero igual o más transformadora—: la de la inteligencia artificial y la automatización robótica entre otras tecnologías disruptivas.

El nuevo Pontífice no hereda un mundo dividido entre capital y trabajo, sino entre personas y algoritmos. En este nuevo orden global, dos fuerzas se disputan el modelo de sociedad: por un lado, el capitalismo algorítmico occidental, que mide al ser humano en términos de eficiencia, datos y productividad; por otro, un confucianismo tecnocrático oriental, que sacrifica la libertad individual en nombre del orden, la planificación y el progreso tecnológico.

Desde Roma, el Papa Francisco ya había advertido que “la dignidad intrínseca de cada persona y la fraternidad que nos vincula como miembros de una única familia humana deben estar en la base del desarrollo de las nuevas tecnologías”. El reciente documento Antiqua et Nova (2025), elaborado por el Vaticano, va más allá y llama a establecer límites éticos claros frente a la expansión descontrolada de la inteligencia artificial.

Pero el nuevo Papa no solo deberá asumir estos llamados, sino convertirlos en acción. Como León XIII defendió al trabajador frente al abuso industrial, León XIV deberá defender al ser humano frente al poder invisible de los nuevos señores feudales tecnocráticos y sus algoritmos, que deciden empleos, diagnósticos, inversiones, desplazamientos y, cada vez más, formas de vida del mundo entero.

No se trata de demonizar la tecnología, sino de recordarle al mundo —desde el corazón de la fe— que el progreso auténtico no puede olvidar ni sustituir al hombre. Como sintetiza el Compendio de la Doctrina Social de la Iglesia: “el ser humano es el principio, el sujeto y el fin de toda la vida económico-social”.

El reto de León XIV no será menor. Pero su elección —su nombre, su juventud, sus estudios en matemáticas y teología, su experiencia misionera en América Latina, entre otras cosas— hacen pensar que no será un mero testigo del cambio de época, sino una voz profética que, en medio de la avalancha digital, se anime a recordar al mundo una verdad olvidada:

que ningún algoritmo puede amar, sufrir, ni salvar. Y que, sin el ser humano en el centro, toda revolución es puro ruido sin alma. La gran oportunidad de un progreso tecnológico inimaginable y sin precedentes no puede tener la contracara de quitarnos la esencia misma de la humanidad: su corazón.

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