
Un mar de reclamaciones superpuestas
Seis actores principales —China, Filipinas, Vietnam, Malasia, Brunéi y Taiwán— reclaman total o parcialmente diversas islas y arrecifes, especialmente en los archipiélagos de las Spratly y Paracel. China basa su reclamo en la llamada «línea de los nueve puntos», una delimitación histórica que abarca casi el 90% de toda el área, pero esto fue desestimado por un fallo de la Corte Permanente de Arbitraje en 2016, el cual concluyó que no tiene base legal (pues desconoce los reclamos y derechos de los otros países) .
Aún así, China ha intensificado su presencia en la región mediante la construcción de islas artificiales y la instalación en ellas de infraestructura militar, como pistas de aterrizaje y sistemas de radar. Se estima que en 2014 China comenzó a construir al menos siete islas artificiales en el Mar de China Meridional. Algunos de los puntos más estratégicos son islas Spratly, en las que Pekín ha construido varios aeródromos, infraestructuras para radares y misiles, o las islas de Paracels, donde también ha construido una importante edificación militar que alberga aeronaves militares y aviones.
Esta estrategia ha sido denominada la «Gran Muralla de Arena» y ha generado preocupación entre los países vecinos y la comunidad internacional
Importancia estratégica y económica
El Mar de China Meridional es una arteria vital para el comercio del gigante asiático: China depende en gran medida del Mar de China Meridional para el transporte de sus exportaciones e importaciones, con el 90% de su comercio y el 80% de sus importaciones de petróleo pasando por esta ruta. Tanta es su influencia que aproximadamente un cuarto del tráfico marítimo global transita por sus aguas.
Además, la región es rica en recursos naturales, incluyendo vastos caladeros de pesca y potenciales yacimientos de petróleo y gas. Se estima que existen reservas probadas y probables de 190 billones de pies cúbicos de gas natural y 11.000 millones de barriles de petróleo. También alberga más del 30% de los arrecifes de coral del mundo y numerosas pesquerías valiosas.
El control sobre estas rutas y recursos otorga una ventaja estratégica significativa, algo que China en su ambición regional y global no puede dejar librado al control de terceros países, lo que explica la intensidad de las disputas
Incidentes recientes y escalada de tensiones
Las tensiones han aumentado en los últimos años, con incidentes recurrentes entre las fuerzas navales y guardias costeras de los países involucrados. Por ejemplo, en agosto de 2024, un buque de la guardia costera china colisionó con otro filipino en el atolón Sabina, parte de las disputadas islas Spratly. Ambas partes se acusaron mutuamente de provocación, y el incidente elevó las preocupaciones sobre una posible escalada del conflicto.
Además, en abril de 2025, China y Filipinas protagonizaron una «guerra de banderas» en el islote Sand Cay, donde ambas naciones izaron sus banderas en un intento de afirmar su soberanía sobre el territorio
El papel de las potencias extrarregionales
Estados Unidos ha incrementado su presencia militar en la región, argumentando la necesidad de garantizar la libertad de navegación. La instalación del sistema de misiles Typhon en Filipinas, con un alcance de más de 1.900 km, ha sido vista por China como una amenaza directa a su hegemonía en el área. Beijing ha acusado a Washington de utilizar a Filipinas como «peón» en su estrategia para contener a China. El regreso de Donald Trump a la Casa Blanca ha generado inquietud en el gigante asiático sobre sus futuras políticas hacia la región. No obstante, Filipinas se ha mostrado esperanzada en que Washington le continúe respaldando en medio de sus crecientes tensiones con China, al punto que Washington ha advertido repetidamente que está obligado a defender a Filipinas, su aliado más antiguo en Asia con quien tiene un pacto defensivo, si las fuerzas, barcos y aeronaves filipinas sufren un ataque armado, incluido en el Mar de China Meridional.
En los últimos ambos países realizaron ejercicios militares en la zona, suceso que recibió las protestas de Beijín. De los mismo también participaron buques de Australia y Japón, país que está enfrentado con China por el control de las islas Senkaku.
Perspectivas y riesgos futuros
La falta de un marco legal claro y la superposición de reclamaciones territoriales hacen que el Mar de China Meridional sea una zona de alto riesgo para conflictos armados. La creciente militarización y los incidentes entre fuerzas navales aumentan la posibilidad de enfrentamientos accidentales que podrían escalar rápidamente.
Un conflicto militar en la zona podría tener efectos devastadores para la economía mundial, al interrumpir las rutas comerciales, y podría desestabilizar la región.