Más allá del asado: La carne argentina, un vector estratégico para el desarrollo productivo

La carne, emblema nacional, es también un motor de desarrollo. Este análisis profundiza en la necesidad de inversión, innovación y una visión federal para la cadena cárnica, proyectando cómo Argentina puede satisfacer el mercado interno y conquistar el mundo con calidad y estrategia.

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Empleado de un frigorífico entre reces de carne. Fuente Telam
Empleado de un frigorífico entre reces de carne. Fuente Telam

La carne es una marca registrada de la Argentina. Pero detrás del asado de los domingos, hay un entramado económico complejo que enfrenta tensiones estructurales y, al mismo tiempo, grandes oportunidades de desarrollo productivo. En 2025, el sector cárnico atraviesa un momento bisagra: el consumo interno se reconfigura, la producción se recupera y se diversifica territorialmente, y los mercados externos demandan nuevos estándares de calidad, certificaciones y trazabilidad. La pregunta ya no es cuánta carne exportamos, sino qué tipo de carne, a quién, y con qué impacto en el desarrollo del país.

Caída del Consumo Interno y Nuevos Hábitos Alimentarios

El inicio de 2025 marcó un mínimo histórico en el consumo per cápita de carne vacuna, con enero registrando alrededor de 47 kg por habitante por año, el nivel más bajo de las últimas tres décadas. Esta caída se explica por la pérdida de poder adquisitivo, el precio de los cortes tradicionales y un cambio en los hábitos alimentarios. Sin embargo, el primer semestre de 2025 ha mostrado un incipiente repunte, volviendo a superar los 50 kg anuales, aunque los niveles se mantienen bajos en perspectiva histórica y por debajo de los promedios de décadas anteriores. Fuente: Consorcio de Exportadores de Carnes Argentinas (ABC), Informe Mensual (Datos hasta junio 2025)

Por primera vez en la historia reciente, el consumo de pollo superó al de carne vacuna: con más de 49 kg anuales por persona, la carne aviar lidera hoy la dieta argentina. La carne porcina también viene ganando terreno. En el primer bimestre de 2025, el consumo alcanzó un récord de 17,5 kg por habitante, impulsado por su menor precio relativo y mayor presencia en carnicerías y supermercados.

Así, el patrón de consumo argentino en carnes se reparte hoy en partes casi iguales entre carne vacuna y aviar (aproximadamente 42% cada una), y un 16% de porcina. A pesar del descenso en el consumo de carne vacuna, el consumo total de carnes en Argentina sigue siendo de los más altos del mundo.

Producción por Tipo y Concentración Regional

La producción total de carne vacuna en 2024 fue de 3,18 millones de toneladas. Si bien se temía una baja para 2025 por el impacto de la sequía histórica de 2022-2023 en el stock bovino (que generó una pérdida de casi 1,2 millones de cabezas), los datos del primer semestre de 2025 muestran un dinamismo sorprendente. La faena de junio creció un 9,2% interanual, y la producción total de carne vacuna en la primera mitad del año superó en 1,8% lo producido en enero-junio de 2024. Esta recuperación, no obstante, deberá ser monitoreada en cuanto a la composición de la faena (especialmente la participación de hembras) y su impacto a mediano plazo en la capacidad reproductiva del stock. Fuente: Servicio Nacional de Sanidad y Calidad Agroalimentaria (SENASA) – Informes de Faena y Producción (Datos hasta junio 2025)

En carne aviar se alcanzaron 2,3 millones de toneladas en 2024, con Entre Ríos y Buenos Aires como principales polos. Y en porcina, se lograron 761.000 toneladas, con crecimiento sostenido en las provincias de Buenos Aires, Santa Fe y Córdoba.

La concentración geográfica de la faena sigue marcada:

  • En bovinos: Buenos Aires (51%), Santa Fe (17%), Córdoba (7%).
  • En aviar: Entre Ríos (48%) y Buenos Aires (37%).
  • En porcinos: Buenos Aires (51%), Santa Fe (19%), Córdoba (16%).

Esta concentración pampeana refleja una ventaja logística e histórica, pero también plantea el desafío de federalizar la cadena cárnica, desarrollando frigoríficos y sistemas logísticos en otras regiones productivas, un eje central de cualquier agenda desarrollista para el país.

Exportaciones en Cifras: Récords, Destinos y Especializaciones

En 2024, Argentina alcanzó un hito exportador, superando las 935.000 toneladas de carne vacuna (peso producto), la cifra más alta en 60 años, con un valor cercano a los US$ 3.000 millones. (https://www.abc-export.com.ar/informes/)

Sin embargo, el inicio de 2025 ha presentado desafíos. Las exportaciones de carne vacuna en el primer trimestre sufrieron una caída en volumen (alrededor de un 26% en el primer bimestre respecto a 2024), impulsadas por una menor demanda de China –principal destino con cerca del 65% de participación–, así como por la fuerte retracción del poder de compra del mercado interno. A pesar de la disminución en volumen, se observa una mejora en los precios unitarios, lo que ayudó a mitigar la caída en el ingreso de divisas. [Fuente: Cámara de la Industria y Comercio de Carnes y Derivados (CICCRA) – Informe Mensual (Datos hasta mayo 2025)] (https://www.ciccra.com.ar/informes/)

Otros destinos relevantes se mantienen:

  • Unión Europea: cortes premium (lomo, bife angosto) vía cuota Hilton, a más de US$ 10.000/ton.
  • Israel: cortes delanteros con certificación kosher, en alza.
  • Estados Unidos: carne grass-fed y quota 481; exportaciones crecieron significativamente en 2024 y mantienen un buen ritmo en 2025.

En enero de 2025 las exportaciones, si bien cayeron en volumen general, aumentaron hacia EE.UU. (+18,7%), Israel (+40%) y México. También se habilitó Filipinas como nuevo destino para carne bovina, porcina y aviar. Argentina también exporta menudencias, subproductos y carnes con certificaciones halal, kosher, orgánicas y grass-fed, adaptándose a nichos exigentes que valorizan la trazabilidad, el bienestar animal y la sustentabilidad.

¿Exportamos el Asado? La Falsa Antinomia entre Consumo Interno y Comercio Exterior

¿Exportar carne es dejar sin asado a los argentinos? La pregunta vuelve cada vez que sube el precio de la carne en la góndola. Pero los datos y la lógica productiva desmienten esa dicotomía. En realidad, el conflicto entre exportación y consumo interno es más político que económico.

La mayor parte de la carne que Argentina exporta no compite con la que se consume localmente. China compra garrón, brazuelo, recortes y hueso con carne. La UE y EE.UU. buscan lomo, bife angosto y cuadril. El asado, la falda, la tapa y el vacío siguen abasteciendo al mercado interno.

Además, el animal es uno solo: si se faena un novillo, hay que colocar sus 27 cortes. Exportar los menos demandados localmente permite financiar la producción, mantener márgenes y sostener precios razonables internamente. El problema no es exportar, sino no producir lo suficiente o no hacerlo con eficiencia. Con inversión en productividad, infraestructura y una estrategia comercial diversificada, la carne argentina puede abastecer al mercado interno y ganar mercados externos con alto valor agregado. No es asado o dólares. Es carne para todos, con desarrollo federal y visión estratégica.

Valor Agregado: Dónde Está el Futuro

Los mercados de mayor potencial para carnes argentinas son aquellos que pagan por calidad:

  • UE y Reino Unido: Hilton, carne orgánica y de alta gama.
  • Norteamérica: cortes premium grass-fed, hamburguesas gourmet, niche markets kosher.
  • Asia desarrollada: Japón y Corea (si se superan barreras sanitarias), Singapur.
  • Oriente Medio y África del Norte: halal de calidad y menudencias.

Además, hay oportunidad en productos elaborados, como conservas, charcutería y carne cocida al vacío con marca argentina. La clave: pasar de exportar commodities a posicionar la carne argentina como un producto con identidad, origen y valor diferenciado.

Desafíos Estructurales y Oportunidades Federales

Para que el complejo cárnico argentino se transforme en un motor de desarrollo sustentable, es clave avanzar en:

  • Recomposición del stock bovino y mejora de productividad: Más kilos por animal, mayor tasa de destete.
  • Sanidad animal y trazabilidad individual: Argentina mantiene desde 2007 el estatus de país libre de fiebre aftosa con vacunación (y sin vacunación en la Patagonia), lo que exige un esfuerzo coordinado público-privado en cada campaña de vacunación para cubrir más del 95% del rodeo. Un avance significativo en 2025 es la implementación oficial de un nuevo sistema de trazabilidad individual, electrónica y obligatoria para el rodeo vacuno a partir de marzo. Este sistema, que implicará la licitación de millones de dispositivos y lectores, busca cerrar la brecha con modelos como el uruguayo, registrando el historial de cada animal «de la cuna al plato». Su adopción masiva, aunque con resistencias iniciales de parte del sector, otorgará un valor agregado de transparencia y sanidad muy valorado por mercados exigentes como la Unión Europea, posicionando mejor a la carne argentina en nichos de alto valor. [Fuente: Ministerio de Economía – Anuncio oficial sobre trazabilidad (Marzo 2025)] [Fuente: Medios especializados como La Nación Campo, Clarín Rural, Infobae Campo (Notas de marzo-abril 2025 sobre implementación de trazabilidad)]
  • Infraestructura logística y frigorífica regional: Para integrar a más provincias a la cadena de valor, rompiendo con la histórica concentración pampeana. Esto resuena con las visiones de desarrollo federal e integración territorial propuestas por figuras clave del desarrollismo argentino como Arturo Frondizi y Rogelio Frigerio, quienes enfatizaron la necesidad de diversificar la base productiva del país.
  • Competitividad macroeconómica: El gobierno ha dado pasos importantes como la eliminación de retenciones a la carne de vaca y su reducción para el novillo (del 9% al 6,75%) en 2024, buscando impulsar la inversión. No obstante, la estabilidad macroeconómica, el acceso a crédito competitivo y reglas claras a largo plazo siguen siendo esenciales para atraer las inversiones necesarias en toda la cadena. [Fuente: Boletín Oficial – Resolución sobre Retenciones (Diciembre 2024)]
  • Innovación tecnológica: Biotecnología, digitalización, certificaciones verdes. La incorporación de biotecnología y nuevas técnicas promete revolucionar la eficiencia del sector cárnico. En genética bovina, Argentina cuenta con uno de los mejores bancos de germoplasma Angus y Braford adaptados al pasto, y centros de inseminación líderes en la región. Continuar ese camino –incluso explorando la edición génica para resistencia a enfermedades– podría consolidar rodeos más productivos y resilientes. En porcinos y aves, la adopción de líneas genéticas de última generación (máxima conversión alimenticia, rápido crecimiento) ya es una realidad en granjas integradas; el desafío es transferir esos avances a pequeños productores mediante esquemas asociativos o cooperativos. Por otra parte, la revolución digital también llega al agro: el uso de sensores e IoT en feedlots (para controlar la salud y engorde de cada animal), la inteligencia artificial para optimizar dietas y detectar enfermedades tempranas, o incluso la robótica en frigoríficos para tareas de corte y desposte, son innovaciones incipientes en Argentina. Su adopción masiva podría reducir costos y mejorar la calidad, pero requerirá apoyo crediticio y capacitación técnica a nivel federal para no quedar restringida a unos pocos grandes jugadores.
  • Desarrollo territorial: Cooperativas, asociativismo y empleo local en pueblos y regiones postergadas, promoviendo un crecimiento inclusivo y arraigado.
Conclusión

El sector cárnico argentino se encuentra en una encrucijada desafiante pero llena de oportunidades. La caída del consumo interno de carne vacuna refleja las dificultades económicas del país, pero al mismo tiempo abre paso a una diversificación de la dieta que el sector supo capitalizar con más pollo y cerdo. La producción, anclada fuertemente en la región pampeana, tiene espacio para crecer con inclusión de más provincias si se mejora la logística y se lleva tecnología a todo el territorio. Las exportaciones, motor vital en 2024, enfrentan en 2025 el reto de la menor oferta y la concentración en China, pero apuntan hacia una matriz más equilibrada y sofisticada, con mercados premium y productos de mayor valor.

Para lograr sostener e incrementar el aporte del complejo cárnico al desarrollo nacional, será crucial mantener políticas estables, invertir en sanidad e innovación, y promover una visión federal que convierta a la carne argentina no solo en un emblema gastronómico mundial, sino también en un vector de crecimiento y empleo a lo largo y ancho del país. Las condiciones y el saber hacer están dados; con las decisiones correctas, el tradicional asado argentino puede seguir siendo sinónimo de orgullo, divisas y progreso económico.

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