viernes, mayo 2, 2025
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Los juegos de guerra de Putin

Durante toda la campaña electoral el magnate republicano, Donald Trump, manifestaba que terminaría con la guerra de Ucrania en 24 horas. Tras su victoria, ni bien volvió a pisar la Casa Blanca, Trump trazó un plan de paz que tuvo vaivenes y desencuentros con sus aliados europeos, tiró dardos en varias ocasiones con su verborragia característica contra la posición adoptada de Kiev con explícitas amenazas que hizo realidad con el retiro de la asistencia en seguridad e inteligencia, y constantes desaires públicos como el bochornoso episodio en la Oficina Oval al presidente ucraniano, Volodimir Zelenski.

Pero, además, para el asombro de la comunidad internacional, Trump mantuvo una posición explícita de entendimiento con el líder ruso Vladimir Putin en detrimento de Ucrania. Su posición dejó perplejo a Europa.

Según su conveniencia y amenazas de por medio, Estados Unidos maneja a antojo la situación con Kiev. Con descaro y chantaje, Trump le solicitó a Ucrania la explotación de minerales raros en su suelo a cambio de protección militar. Ante ese escenario, Zelenski, dubitativo al comienzo, tuvo que ceder y firmó un memorando de intenciones, que allana el camino para un Acuerdo de Asociación Económica y el establecimiento del Fondo de Inversiones, y previamente el líder ucraniano aceptó la tregua incondicional de 30 días propuesta por la Casa Blanca. Inmediatamente Washington devolvió la asistencia en seguridad e inteligencia.

Sin embargo, Putin con su actitud indómita y calculadora marca constantemente el pulso de las negociaciones. Respuesta ambiguas son la moneda corriente aplicada por el Kremlin. Así jugó sus cartas desde el inicio en las conversaciones en Arabia Saudita que terminaron siendo un rotundo fracaso. Un terreno fértil que supo manejar Putin con los idas y vueltas en el cumplimiento al alto el fuego y sus respectivos protocolos. Nada se respetó. Y en gran medida generó un teléfono descompuesto con pactos por un lado para Kiev y otro para Moscú. Cierta irritación viene manifestando Trump con las dos partes del conflicto. Su propuesta de paz no avanza y se encuentra en un laberinto. Rusia no solo no acepta, según su conveniencia, los intentos de alto al fuego, sino que en varias ocasiones los viola.

Irritado, Trump amenazó con aplicar más sanciones a Moscú, mientras al mismo tiempo despotrica contra la postura de Zelenski. Sus amenazas no surgieron efectos. Las cartas de Putin son simples: primero negocia y luego modifica lo negociado. Intentó en vano sacar ventaja ante la necesidad de levantar la economía al exigir la reconexión del Banco Agrícola Ruso o Rosselkhozbank al sistema Swift. El tema que es algo que no está en las manos de Estados Unidos, sino que requiere de la intervención de la Unión Europea. Bruselas que se siente desplazada de las negociaciones por el momento no tiene pensado levantar ninguna sanción a Rusia.

Y menos ante la impasible posición de Putin, que fijó su objetivo de terminar la guerra si se negocia bajo sus condiciones. Situación que no acepta Ucrania ni mucho menos Europa. En el medio del proceso, engorroso y complicado, Putin ha logrado dividir a estadounidenses y ucranianos.

Irritado y desconcertado, el republicano amenazó con retirar a Estados Unidos de las negociaciones. El Kremlin ni se mutuo. Trump involucró a medias a los líderes europeos a las negociaciones, pero siguió señalando a Zelenski como un escollo para la paz al que acusó de ser un “desagradecido” y de “jugar con la posibilidad de una Tercera Guerra Mundial”. Insistente, el magnate propuso una propuesta descabellada para los intereses de Kiev: el reconocimiento de la península de Crimea como territorio de Rusia. Moscú aceptó con gusto la idea. Es una línea roja que Ucrania no tiene pensado atravesar. Reino Unido, Francia y Alemania respaldaron la postura de Kiev.

Siguiendo el guion que marca la Casa Blanca al pie de la letra el vicepresidente estadounidense, J.D. Vance deslizó que tanto Ucrania como Rusia deberán ceder concesiones territoriales. La propuesta de Washington, además, establece de facto a favor de Moscú el control y reconocimiento sobre las zonas ocupadas de Luhansk, Donetsk, Jersón y Zaporiya, que Ucrania no podrá adherirse a la OTAN, pero sí ser parte de la Unión Europea, el levantamiento de la sanciones económicas sumado a una mayor cooperación con Estados Unidos y que la central nuclear de Zaporiyia pase a manos de Rusia y EEUU.

Sin dudas, el agresor sale ileso y encima obtiene su cometido sobre los mitos e ínfulas del porqué de la invasión contra un sin sabor total del agredido que solo obtiene promesas vacías de seguridad de la administración Trump y dependerá de la ayuda de los países europeos. En la propuesta formulada, Kiev retiene la pequeña parte ocupada por Rusia en la provincia de Járkov, y ciertas compensaciones con tímidas ayudas de reconstrucción que parece más a un negocio inmobiliario para las empresas estadounidenses, que en a ayudas precisas para un país que sufrió semejante invasión militar.

La postura ucraniana como era de esperarse se negó a aceptar la propuesta. Kiev no puede aceptar de manera unilateral la imposición “maquillada” que significa una rendición total sumado a los antecedentes que ha demostrado Putin que su palabra no es garantía a futuro. En el medio de las intensas negociaciones, Rusia realizó ataques masivos en territorio ucraniano que ha dejado civiles muertos y centenar de heridos. Ante la ofensiva, Trump suplicó a Putin frenar los bombardeos a Kiev y otras ciudades ucranianas. Una suplica que suena a sarcasmo.

En el funeral de Estado por la muerte del Papa Francisco, la basílica de San Pedro fue testigo de un nuevo encuentro cara a cara entre Trump y Zelenski. Considerado un encuentro histórico auspiciada por la solemnidad diplomacia vaticana, el líder ucraniano mantuvo su negativa de aceptar una Crimea oficialmente rusa, sin embargo, puso en consideración, a pesar de no estar de acuerdo, negociar ciertos territorios ocupados por Moscú.

Zelenski, que mantiene firmeza en su postura, al mismo tiempo sabe que no es conveniente un desplante hacia Trump, que lo mira con desconfianza y sigue enfurecido por su apoyo al expresidente Joe Biden y a la campaña electoral demócrata. Conciliador, así lo dejó plasmado en sus redes sociales: “Ucrania ha reiterado que no excluye ninguna de las opciones que puedan conducir a un alto el fuego y a una paz real» para «detener las matanzas».

Poco le importa al Kremlin, que en el campo de batalla, se vanaglorió de la recuperación de la región de Kursk, que fue negado por Kiev, con el blanqueo explícito del apoyo de tropas norcoreanas, y la toma de los pueblos Kaminka y Doroshivka en la región oriental ucraniana de Járkov.

Aún el escenario sigue abierto e incierto. En el peor de los casos que las negociaciones fracasen y Estados Unidos cumpla su amenaza de retirarse significaría para Kiev una retirada de la ayuda militar y la inteligencia estadounidenses, ambas cruciales para el campo de batalla ucraniano. Mientras tanto, Rusia sigue ganando terreno y de cierta manera ya se siente que la balanza se inclina hacia sus intereses.

 

Nicolás Foscaldi
Nicolás Foscaldihttps://visiondesarrollista.org
Periodista con experiencia en diversos medios gráficos, digitales y radiales. Redactor de política nacional e internacional
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