*) Por Luciano Grande.
Una sola frase bastó para desatar la indignación de todo el sector. “Tiene que haber una gran reconversión de plantas porque se han quedado produciendo una fruta que no es la que hoy pide el mercado”, sentenció el vicejefe de Gabinete, Gustavo Lopetegui, al ser consultado sobre la crisis que atraviesa la fruticultura. Las declaraciones, con fuerte sesgo pro mercado, generaron rechazo entre los productores, que acusaron al funcionario de hablar sin saber del tema. ¿Pero quién tiene razón? Y lo más importante, ¿cómo se debería abordar la situación de la economía del Alto Valle de Río Negro y Neuquén?
Hace ya varias décadas que la friticultura es el principal motor económico de las ciudades de la región. Alrededor del año 2007, la ventaja competitiva obtenida por la devaluación post convertibilidad comenzó a perderse. La inflación se aceleraba y el tipo de cambio se mantenía artificialmente planchado. La falta de rentabilidad y el poco apoyo del Estado provocaron una caída de la calidad de la fruta, lo que generó un círculo vicioso difícil de revertir. Casi una década después, apenas se pueden ver las cenizas de lo que fue una economía floreciente.
El problema está en los costos, según los fruticultores. Producir un kilo de manzanas cuesta 5,2 pesos y el precio de venta no supera los 3,5 pesos, señaló en julio a Clarín el presidente de la Federación de productores, Marcelo Coriolani. La presión impositiva es otras de las quejas de los empresarios. La carga fiscal del sector es del 32% en Argentina, mientras que en Chile es de solo el 2%, subrayó al mismo medio Sebastián Hernández, presidente de la Cámara de productores de Allen.
Entre crítico y conciliador, el ingeniero Juan Martín Vidiri apunta contra las políticas hacia la fruticultura de los gobiernos de los últimos 30 años, pero reconoce parte del argumento de Lopetegui. “Creo que no hay una preocupación real por el sector por parte del Estado”, cuestiona el gerente de producción de la bodega Humberto Canale. Es la bodega más destacada de la región y también produce frutas. Vidiri recibe a Visión Desarrollista en General Roca, donde tiene su sede la compañía, y comparte su diagnóstico sobre la crisis del sector. ¿Es cierto que producen fruta que el mercado no demanda? “Las peras del Alto Valle son muy requeridas en los mercados del mundo. La demanda de manzanas no tiene el mismo nivel. No se producen en el valle las variedades que hoy demanda el mundo”, explica.
Los principales desafíos del sector
La producción valletana tiene problemas de productividad, según Vidiri. Mientras en países competidores las plantas tardan entre cuatro y seis años en alcanzar la producción de régimen, en Argentina recién se logra a partir del séptimo u octavo para las manzanas y entre el décimo y undécimo para las peras. “Es por la falta de viveros que ofrezcan la calidad de planta que necesitamos”, concluye el ingeniero. Ese atraso provoca que el ciclo completo se vuelva más lento. “En la región, los cuadros de pera y manzana duran entre 40 y 50 años. No debería ser así, lo normal en el mundo es comenzar a cambiar la variedad después de 15 0 20 años”, detalla. El declive del sector está relacionado con la caída en la inversión, que comenzó hace dos décadas, según el gerente.
La inversión no es el único obstáculo para dinamizar la economía. Vidiri advierte sobre el aumento en la edad de los productores y la falta de recambio generacional, así como la falta de capacitación sobre las nuevas técnicas de producción. “Hace falta mecanizar la actividad, actualizar las formas de producción e informatizar muchos procesos. Para eso hace falta una capacitación que, en mi opinión, no se está haciendo como corresponde”, concluye.
A pesar de esta lectura, el gerente de Humberto Canale es optimista: “Veo bien el futuro de la actividad, si se cumplen tres premisas”. Y enumera: promover un recambio generacional, ampliar el acceso al crédito para aumentar la inversión y capacitar a los productores en las nuevas técnicas de producción. “Finalmente, hay que entender qué es lo que está pidiendo el mercado. Si se cumplen estas condiciones, hay mercados que están dispuestos a pagar lo que producimos. Y a pagarlo muy bien”, asegura Vidiri.