En septiembre de 2015, luego de un largo proceso de diálogo y negociación, los 193 Estados Miembros de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) aprobaron, en el septuagésimo período de sesiones de la Asamblea General, la resolución 70/1 titulada “Transformar nuestro mundo: la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible”, que establece 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), 169 metas y más de 200 indicadores.

De esta manera, la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible se constituye en un compromiso de alcance global que establece una visión transformadora hacia la sostenibilidad económica, social y ambiental, partiendo de una estrategia consensuada y colectiva. Es un plan de acción en favor del bienestar de las personas, la preservación del medio ambiente, la prosperidad económica, el fortalecimiento institucional y la generación de alianzas.

En esencia, los ODS albergan las obligaciones internacionales en materia de Derechos Humanos (DDHH) asumidas por los países miembros de la ONU, como los derechos a la salud, educación, vivienda y alimentación, entre otros. En razón de su naturaleza universal, inalienable, interdependiente, indivisible e inherente a todo ser humano -sin distinción de nacionalidad, sexo, género, etnia, religión, lengua o cualquier otra condición- es que el goce de estos derechos debe garantizarse de manera plena y sin discriminación alguna. De allí que el lema central de la Agenda 2030 sea “no dejar a nadie atrás”.

Los ODS se presentan como una oportunidad para la República Argentina, al tener el potencial de tornarse en una robusta herramienta de planificación y seguimiento para el país, tanto a nivel nacional como local durante la próxima década, aportando de esta forma, una visión a largo plazo que funciona como hoja de ruta hacia un desarrollo sostenible en el que todos los sectores se encuentran involucrados.

Antecedentes de la Agenda 2030

Los conceptos sobre los que se sostiene la Agenda han sido objeto de largos debates durante el desarrollo de numerosas conferencias, encuentros y publicaciones de la comunidad internacional ya desde 1970. Entre ellos, se destacan:

  • La Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Medio Humano (1972).
  • El Informe Nuestro Futuro Común (Informe Brundtland) en el que se hace referencia por primera vez al término “desarrollo sostenible” como aquel que “satisface las necesidades del presente sin comprometer las necesidades de las futuras generaciones” (1987).
  • La Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Medio Ambiente y el Desarrollo (1992).
  • La Declaración del Milenio (2000), en la que se definieron los Objetivos de Desarrollo del Milenio (ODM).
  • La Conferencia de las Naciones Unidas sobre Desarrollo Sostenible Río + 20 (2012).
  • El Informe Una nueva asociación global: erradicar la pobreza y transformar las economías mediante el desarrollo sostenible (2013), elaborado por el Panel de Alto Nivel de Personas Eminentes sobre la Agenda para el Desarrollo Post-2015.
  • La Tercera Conferencia Internacional sobre la Financiación para el Desarrollo, conocida como la Agenda de Acción de Addis Abeba (2015).

La Agenda 2030 recogió los presupuestos centrales de dichas Conferencias e Informes, para constituirse como el núcleo normativo sobre el cual luego se aprobarían La Nueva Agenda Urbana (2017), el Marco de Sendái para la Reducción del Riesgo de desastres (2015-2030) y el Acuerdo de Paris (2016).

Implantación de la Agenda en Argentina

Como mencionamos, la Agenda 2030 comprende 17 ODS y 169 metas que integran las esferas ambiental, social y económica. Asimismo, cuenta con más de 200 indicadores de rendimiento que se desprenden de las metas. Dada la extensión y complejidad de la Agenda, se estimó necesario que algunas metas e indicadores de los ODS -definidos en el plano global- sean “adoptados” y “adaptados” para su implementación en el ámbito nacional por parte de cada país.

Es así como, en Argentina, el Consejo Nacional de Coordinación de Políticas Sociales (CNCPS) fue designado -mediante el decreto presidencial N° 499 de 2017- como el Centro de Gobierno, es decir, como el organismo responsable de coordinar las acciones necesarias para la efectiva implementación de la Agenda. Se lo designó por ser un organismo cuya estrecha relación con el Poder Ejecutivo y amplia perspectiva de coordinación le permiten asegurar la coherencia de las intervenciones del gobierno nacional.

Siguiendo dicho esquema, el CNCPS se abocó al análisis de las metas e indicadores y a la adopción de aquellos que, a la luz de las prioridades nacionales (8 Objetivos de Gobierno) y las circunstancias del país, pudieran dar lugar al arraigo de los compromisos internacionales en las políticas públicas domésticas. Ello ha constituido una parte esencial del proceso de apropiación de los ODS a nivel nacional.

Posteriormente, la Coordinación Nacional del Proyecto ODS, dependiente del CNCPS, impulsó la conformación de seis Comisiones Interinstitucionales de Seguimiento de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (CISODS). Las Comisiones fueron divididas por temáticas y se constituyeron por algunos organismos de la Administración Pública Nacional:

  1. Educación: Ministerio de Educación y Deportes; Ministerio de Comunicaciones; Consejo Nacional de las Mujeres.
  2. Ciencia y Tecnología: Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sustentable; Ministerio de Ciencia y Tecnología; Ministerio de Relaciones Exteriores y Culto; Consejo Nacional de Organizaciones de la Comunidad – CENOC.
  3. Producción Agropecuaria Sostenible: Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sustentable; Ministerio de Agroindustria; Ministerio de Hacienda y Finanzas.
  4. Vivienda, Hábitat, Desarrollo urbano e infraestructura: Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sustentable; Ministerio de Cultura; Ministerio de Interior, Obras Públicas y Vivienda; Ministerio de Relaciones Exteriores y Culto; Ministerio de Seguridad; Ministerio de Transporte.
  5. Trabajo y Empleo: Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sustentable; Ministerio de Producción; Ministerio de Energía y Minería; Ministerio de Hacienda y Finanzas; Ministerio de Interior, Obras Públicas y Vivienda; Ministerio de Justicia y Derechos Humanos; Ministerio de Trabajo y Empleo; Ministerio de Turismo.
  6. Protección Social: Ministerio de Desarrollo Social; Ministerio de Justicia y Derechos Humanos; Ministerio de Modernización del Estado; Ministerio de Salud; Instituto Nacional de Estadística y Censos; Jefatura de Gabinete de Ministros.

Dichas Comisiones fueron las encargadas de trabajar en la definición de las líneas de base sobre las cuales luego se comenzó a realizar el monitoreo de los progresos hacia el logro de las metas diagramadas para cada ODS.

A partir de allí, se desarrolló una modalidad de trabajo coordinada y consensuada entre los organismos responsables (participantes de las Comisiones) y el equipo del CNCPS, y se estableció un cronograma de reuniones mensuales entre abril y septiembre de 2016. El trabajo interministerial dio como resultado:

  • La adecuación del contenido y del horizonte temporal de las metas de la Agenda.
  • La identificación de organismos colaboradores.
  • La determinación de pertinencia y factibilidad de los indicadores.
  • La identificación de otros indicadores pertinentes y factibles.
  • El establecimiento de una línea de base para cada indicador.
  • La definición de metas intermedias y finales para cada indicador a fin de alcanzar la meta propuesta para el ODS.
  • La elaboración de una ficha técnica mínima para cada indicador (éstas conforman actualmente los Metadatos nacionales de los ODS entre los que se incluyen: Nombre del indicador; Meta a la que aporta; Definición; Modo de cálculo; Justificación; Fuente/s; Desagregaciones; Comentarios y limitaciones).

A los efectos de poder realizar un correcto monitoreo de los indicadores que cuentan con una línea de base, metas intermedias y metas finales definidas, se diseñó el Dispositivo Nacional Interinstitucional para la implementación y seguimiento de la Agenda 2030 en el que las 6 Comisiones interactúan con empresas, organizaciones civiles y otros actores, bajo la coordinación del CNCPS.

Cabe destacar que Argentina adoptó una estrategia de incorporación gradual de los indicadores, siguiendo la clasificación definida por el Grupo Interinstitucional y de Expertos sobre los Indicadores de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (GIE-ODS).

Según el grado de desarrollo metodológico y la disponibilidad de los datos, los indicadores han sido agrupados por el GIE-ODS de la siguiente manera:

  • Nivel I: existe una metodología establecida y se dispone de datos.
  • Nivel II: existe una metodología establecida pero los datos no son fáciles de obtener.
  • Nivel III: no se ha desarrollado todavía una metodología acordada internacionalmente.

El CNCPS, en miras de poder cumplir con su labor, comenzó por adoptar los indicadores de Nivel I.

Territorialización de la agenda

Los ODS han sido diseñados para orientar las iniciativas nacionales hacia una visión superadora de futuro global, considerando la necesidad de hacer frente a problemas que trascienden las fronteras nacionales, pero deben ser abordados dentro de ellas; problemas cada vez más complejos que requieren de acciones conjuntas y coordinadas entre diferentes países, numerosos actores y múltiples niveles de gobierno. Con esa finalidad, los ODS deberán ser trabajados en Argentina en las distintas escalas territoriales, comprometiendo a múltiples actores de las esferas local, provincial y nacional.

En ese sentido, aun cuando el CNCPS haya detentado un rol fundamental en la implantación inicial de los ODS y se encuentre en la actualidad realizando el seguimiento de los niveles de implementación de los objetivos de la Agenda, la puesta en marcha de planes de acción que involucren a nuestras comunidades en pos del desarrollo sostenible constituye un desafío común a todos los argentinos. En otras palabras, no son solo los organismos públicos a cargo de la gestión de gobierno quienes deben definir sus estrategias de acompañamiento y seguimiento de los ODS, sino que también deben hacerlo los órganos de control gubernamental, la ciudadanía, los miembros del ámbito académico, de las organizaciones de la sociedad civil y del sector privado, ampliando de esta manera las bases de implementación de la Agenda a esferas que pueden complemaentar, potenciar, escalar o multiplicar los efectos del desarrollo sostenible buscado.

Para lograrlo, se presentan desafíos inmediatos en materia de localización de la Agenda como son la difusión, promoción y capacitación de la ciudadanía. Superar estos hitos dará lugar a la familiarización de las comunidades con los ODS como punto de partida para el establecimiento de vínculos entre su labor y el alcance de las metas de la Agenda.

La apropiación de la Agenda a modo de complemento a la planificación del trabajo contribuye a:

  • Facilitar la identificación de las necesidades de nuestras comunidades, ciudades y provincias (nos permite ordenarlas y priorizarlas);
  • Aumentar la visibilidad de situaciones que anteriormente pueden haber sido objeto de escaso interés público (nos brinda un lenguaje común a partir del cual podemos construir consensos y trabajo colaborativo);
  • Promover la comunicación interinstitucional en relación a problemáticas compartidas, que no son exclusiva responsabilidad de una única jurisdicción (poner el énfasis en el logro de objetivos y la resolución de problemas nos ayuda a trabajar por el bien común);
  • Exigir el cumplimiento de las obligaciones del Estado frente a nuestra comunidad (la necesaria rendición de cuentas del Estado en la esfera internacional genera incentivos positivos para que éste cumpla con los compromisos asumidos)
  • Promover el seguimiento a largo plazo de planes programas y proyectos (tanto públicos como privados) a partir de la medición y recolección de datos;
  • Generar información valiosa para la introducción de mejoras en las iniciativas públicas, privadas y del tercer sector;
  • Generar incentivos para el desarrollo de futuros proyectos innovadores.

A partir de lo expuesto, es posible comprender cómo la asociación de nuestro quehacer diario a la Agenda 2030 —tema de interés neurálgico de las Naciones Unidas hasta 2030— supone una apertura a nuevos escenarios de colaboración, cooperación y financiamiento nacional e internacional, lo que representa una oportunidad histórica para poner el foco sobre los problemas estructurales que aquejan tanto a nuestro país como a la región (Naciones Unidas, 2018).

Ahora bien, para atender estos desafíos, es necesario el compromiso de las partes interesadas. Sin él, será muy difícil ampliar el esquema actual.

Metas priorizadas actualmente

A continuación, se detallan la cantidad de metas e indicadores adoptados por el CNCPS, mediante el proceso de adaptación de la Agenda 2030 a la República Argentina.

Desarrollo sostenible

Su análisis nos permite identificar que los problemas acuciantes relacionados con necesidades insatisfechas en el ámbito de la salud (ODS 3), la educación (ODS 4) y el trabajo (ODS 8) han limitado la atención puesta en las intervenciones en materia de infraestructura, innovación e industria, (ODS 9) y en la construcción de ciudades sostenibles (ODS 11), entre otras.

Notamos también que el “ODS 3: Salud y Bienestar” es aquel con mayor cantidad de metas (12) y se encuentra en segundo lugar en número de indicadores (37), detrás de los indicadores del “ODS 4: Educación de calidad” (65).

Por otra parte, resulta llamativa la escasa atención asignada a los ODS 12, 13, 14 y 15, que suponen la producción y el consumo responsable (ODS12), la acción por el clima (ODS 13) y el cuidado del ambiente (ODS 14 y 15).

Dado el interés y el trabajo desarrollado por la AADAIH en materia de salud, nos detendremos en el ODS 3 y sus metas.

ODS 3: salud y bienestar 

Es común que, al referirnos a la Agenda 2030 y a su tratamiento de las problemáticas relacionadas con la salud, nos inclinemos a pensar en el ODS 3, ya que es aquel que enuncia el tema de modo más directo.

Las metas del ODS 3 adoptadas por el CNCPS son las siguientes:

3.1. Para 2030, reducir la tasa mundial de mortalidad materna a menos de 70 por cada 100.000 nacidos vivos.

3.2. Para 2030, poner fin a las muertes evitables de recién nacidos y de niños menores de 5 años, logrando que todos los países intenten reducir la mortalidad neonatal al menos hasta 12 por cada 1.000 nacidos vivos, y la mortalidad de niños menores de 5 años al menos hasta 25 por cada 1.000 nacidos vivos.

3.3. Para 2030, poner fin a las epidemias del Sida, la Tuberculosis, la Malaria y las enfermedades tropicales desatendidas y combatir la Hepatitis, las enfermedades transmitidas por el agua y otras enfermedades transmisibles.

3.4. Para 2030, reducir en un tercio la mortalidad prematura por enfermedades no transmisibles mediante la prevención y el tratamiento y promover la salud mental y el bienestar.

3.5. Fortalecer la prevención y el tratamiento del abuso de sustancias adictivas, incluido el uso indebido de estupefacientes y el consumo nocivo de alcohol.

3.7. Para 2030, garantizar el acceso universal a los servicios de salud sexual y reproductiva, incluidos los de planificación de la familia, información y educación, y la integración de la salud reproductiva en las estrategias y los programas nacionales.

3.8. Lograr la cobertura sanitaria universal, incluida la protección contra los riesgos financieros, el acceso a servicios de salud esenciales de calidad y el acceso a medicamentos y vacunas inocuos, eficaces, asequibles y de calidad para todos.

3.9. Para 2030, reducir sustancialmente el número de muertes y enfermedades producidas por productos químicos peligrosos y la contaminación del aire, el agua y el suelo.

3.a. Fortalecer la aplicación del Convenio Marco de la Organización Mundial de la Salud para el Control del Tabaco en todos los países, según proceda.

3.b. Apoyar las actividades de investigación y desarrollo de vacunas y medicamentos contra las enfermedades transmisibles y no transmisibles que afectan primordialmente a los países en desarrollo y facilitar el acceso a medicamentos y vacunas esenciales asequibles de conformidad con la Declaración relativa al Acuerdo sobre los Aspectos de los Derechos de Propiedad Intelectual Relacionados con el Comercio y la Salud Pública, en la que se afirma el derecho de los países en desarrollo a utilizar al máximo las disposiciones del Acuerdo sobre los Aspectos de los Derechos de Propiedad Intelectual Relacionados con el Comercio respecto a la flexibilidad para proteger la salud pública y, en particular, proporcionar acceso a los medicamentos para todos.

3.c. Aumentar considerablemente la financiación de la salud y la contratación, el perfeccionamiento, la capacitación y la retención del personal sanitario en los países en desarrollo, especialmente en los países menos adelantados y los pequeños Estados insulares en desarrollo.

A partir de la lectura de las metas asociadas al logro del ODS 3 es evidente que ninguna de ellas se encuentra vinculada de modo explícito con las necesidades de infraestructura (diseño, construcción, equipamiento y mantenimiento de los espacios de salud).

Sin embargo, la literatura especializada sostiene que las metas de la Agenda están interconectadas y que funcionan como una red de metas interdependientes. El estudio de David Le Blanc (2015) da cuenta de dos tipos de metas: las “metas centrales”, asignadas estrictamente al cumplimiento de determinado ODS y las “metas extendidas” que tienen también relación con el alcance de un ODS al que no fueron asignadas. El autor, por ejemplo, al tomar el ODS 3 no solo expone las metas anunciadas en el cuadro precedente (metas centrales), sino que además se refiere a algunas metas (extendidas) del ODS 11 de Ciudades y Comunidades Sostenibles, a metas del ODS 6 de Agua Limpia y Saneamiento y del ODS 12 de Producción y Consumo Responsables. Es decir que a partir de un análisis más profundo es posible identificar el logro de las metas del ODS 3 a factores como: (a) la existencia o ausencia de infraestructura que permita el transporte de los individuos a los centros de salud (meta 11.6); (b) el acceso de los ciudadanos a agua potable para consumo e higiene, aumentando o disminuyendo la incidencia de enfermedades (metas 6.1 y 6.2); y (c) el manejo de residuos peligrosos como una actividad capaz de aumentar o disminuir el impacto negativo sobre la salud humana.

Observamos, entonces, que estos vínculos le dan a la Agenda un carácter dinámico y versátil, en función del cual la búsqueda de la salud y el bienestar depende también –en mayor o menor medida— del logro de otros ODS y de sus metas.

Es interesante analizar la Agenda en su totalidad con el foco puesto sobre el modo en el que la ingeniería y arquitectura inciden sobre la Agenda. Considero que este es un aspecto digno de explorar, habida cuenta de la transversalidad del expertise de la AADAIH, por lo que me permitiré hacer referencia a proyectos innovadores en los que más que el logro de una meta o un ODS, el triple impacto (económico, social y ambiental) propio del desarrollo sostenible es el verdadero protagonista.

ODS, ingeniería y arquitectura: ampliar el enfoque para multiplicar el impacto

Como dijimos, los especialistas señalan la necesidad de ampliar la mirada y abordar el estudio de las interacciones particulares que se producen en cada país entre los ODS, sus metas y las intervenciones públicas o privadas (planes, programas o proyectos). Siguiendo esta idea, creo que sería útil resaltar que “la arquitectura y la ingeniería sostenible” no se limita a la mera utilización de métodos o materiales que eviten los daños ambientales. La sostenibilidad de los proyectos de arquitectura e ingeniería no se agota en el cuidado del ambiente. Aun cuando este aspecto es esencial para la preservación del planeta -y contribuye al cumplimiento de los ODS 13, 14 y 15- necesitamos pensar más allá de ello para contemplar también la sostenibilidad social y económica de estos emprendimientos.

El estudio de los ODS y su relación con la arquitectura e ingeniería hospitalaria, en particular, nos permite construir nexos entre todos los ODS de la Agenda. Para comprender las innumerables vinculaciones entre ellos tan solo bastaría con preguntarnos sobre cuestiones como:

¿De qué modo el aumento de la pobreza y la indigencia impacta sobre la capacidad asistencial de los centros de salud públicos? ¿Cómo incide ésta sobre su conservación y mantenimiento? ¿Cómo impacta la pobreza sobre la desnutrición y la malnutrición? ¿Cómo incide la mala alimentación en la prevalencia de ciertas enfermedades? ¿Qué tipo de atención médica requieren? ¿Dónde deberían emplazarse los espacios de salud para satisfacer las necesidades de la población más vulnerable? ¿Cuál es el grado de accesibilidad de dicha población a los centros de salud existentes? ¿Existe disponibilidad de transporte público en las cercanías de esos centros de salud? ¿Cuentan los centros con diseños e infraestructura que facilite el acceso a personas con discapacidad y adultos mayores? ¿De qué modo se gestiona el uso de energía en esos espacios de salud? ¿Cómo incide la mala alimentación en las capacidades de aprendizaje de los niños? ¿Cómo inciden las enfermedades asociadas a la desnutrición infantil en el futuro laboral de esos niños? ¿De qué forma el desempleo impacta sobre los niveles de pobreza? ¿Cómo se relaciona el desempleo con el desarrollo económico? ¿De qué modo el escaso crecimiento económico limitaría la inversión pública en innovación, ciencia y tecnología? ¿Cómo resolvemos los problemas más urgentes sin suficiente inversión en innovación, ciencia y tecnología? ¿De qué modo la calidad institucional condiciona la eficacia en la provisión de los servicios médicos? ¿Cuál es el efecto de la corrupción sobre la eficacia de las políticas de salud? ¿Qué tipo de articulación interministerial se precisan para el logro de los objetivos en materia de salud e infraestructura?

Todas estas problemáticas —abarcados por la Agenda 2030 reflejan la complejidad de las interacciones entre los derechos individuales, las necesidades de colectivos específicos, las responsabilidades estatales, los intereses del sector privado, las posibilidades de innovación, la situación económica, la acción de las organizaciones de la sociedad civil, de la comunidad internacional, etcétera.

Es allí donde la Agenda puede aportar orden y alinear la toma de decisiones de las diversas esferas en un mismo sentido. Para ilustrar esta noción, nos detendremos en tres iniciativas innovadoras que vinculan a la ingeniería y la arquitectura no sólo con el impacto ambiental sino también con otros ODS (1, 4, 7, 8, 9, 10, 11, 13, 15 y 17). Son los casos del METI en Bangladesh ideado por la arquitecta alemana Anna Heringer y la iniciativa Earthship Biotecture del arquitecto estadounidense Michael Reynolds.

La construcción de la escuela METI (Modern Education and Training Institute) ha sido un emprendimiento socialmente sostenible que empoderó al pueblo de Rudrapur, Bangladesh. Desarrollado entre 2005 y 2006, es una de las numerosas obras bioclimáticas y bioartesanales impulsadas por la Heringer en la región. La escuela METI fue edificada con materiales autóctonos del entorno en que fue construida (fundamentalmente lodo, arcilla y bambú), lo cual supuso bajos costos en materia prima (extraídos del ambiente). El proceso de construcción, en cambio, fue trabajo-intensivo porque requirió de una gran cantidad de mano de obra, provista por la comunidad. El proyecto no supuso solo la construcción de la escuela, sino que fue pensado también para fomentar el crecimiento de los pequeños comercios del lugar, respetando las técnicas de producción y las costumbres locales. La belleza y armonía de la escuela se fusionaron con la grandeza de los objetivos sociales que la motivaron. Anna Heringer afirma que el éxito de la obra se obtuvo gracias al trabajo comunitario y colaborativo, y al sentido de pertenencia y dignidad que nació de quienes trabajaron y se involucraron con el proyecto (incluidos los niños).

La obra fue merecedora de importantes reconocimientos, entre los que se destaca el premio Aga Khan (AKAA) de Arquitectura de 2007.

Anna Heringer es reconocida por la UNESCO como una “catalizadora del desarrollo”, siendo su lema “la arquitectura es una herramienta para mejorar vidas”. Es interesante destacar que esta arquitecta, durante el proceso de diseño de un proyecto, comienza por reflexionar sobre los siguientes interrogantes: ¿Contribuyo con este proyecto a aumentar la igualdad en este planeta? ¿Contribuyo con este proyecto a una mayor diversidad cultural en este planeta? ¿Cómo afecta este proyecto al ambiente?

El segundo caso es el de las “Earthships” o “Naves Tierra” ideadas por Michael Reynolds. Estas son definidas por el propio Reynolds como células que están altamente adaptadas a su ambiente y que se nutren de la energía que las rodea para autoabastecerse. Estas unidades habitacionales logran atender, en palabras de Reynolds, las 6 principales necesidades del ser humano: refugio, consumo de agua, consumo de alimentos, uso de energía limpia, gestión de residuos y manejo seguro de cloacas.

La primera Nave Tierra de Latinoamérica fue construida en 2014 en Tierra del Fuego, Argentina. Luego, las réplicas en Uruguay y en la costa atlántica argentina se orientaron a la construcción de dos escuelas públicas. La construcción de estas últimas Naves convocó a ciudadanos de todas partes del mundo (con y sin experiencia en construcción) que viajaron con la motivación de aprender tanto la teoría como la práctica que requiere la creación de una Earthship. Estos proyectos llegaron a tener hasta 120 voluntarios trabajando, simultáneamente durante 20-30 días, en la construcción de las Naves.

La creatividad del diseño combinada con la aplicación de preceptos científicos y arquitectónicos vinculados con la reutilización del agua, el aprovechamiento y almacenamiento de la energía solar y la adaptación de los materiales reciclados para su nuevo uso hacen de esta una iniciativa que provee de independencia, comodidad y bienestar a quienes viven o desempeñan funciones allí. Las Naves Tierra son un concepto en expansión a nivel mundial por ser un método alternativo a los tradicionales que da una respuesta ágil, económica, eficiente, ambientalmente amigable y replicable a las necesidades habitacionales de miles de personas.

Ambos proyectos logran, a partir de la construcción de espacios habitacionales, tener un triple impacto sostenible, dejando en evidencia cómo, con recursos escasos y en condiciones de enorme vulnerabilidad, las ideas innovadoras en el campo de la ingeniería y la arquitectura pueden cambiar la realidad social y transformar los ambientes en ámbitos de trabajo y de aprendizaje, dos grandes motores del desarrollo.

El tercer proyecto, puesto en marcha en 2009, consistió en la construcción del Hospital Restinga e Extremo Sul. Este centro de salud de alta complejidad, edificado a partir de un proyecto público-privado en el extremo sur de Porto Alegre (Río Grande del Sur, Brasil), representa una iniciativa económica, ambiental y socialmente sostenible que ha generado múltiples beneficios para la población.

El Hospital Moinhos de Vento —de reconocida excelencia médica—, en el marco del proyecto de “Desarrollo Regional de Salud” que forma parte del “Programa de Apoyo al Desarrollo Institucional del Sistema Único de Salud”, realizó la planificación y gerenciamiento del proyecto, y puso a disposición su tecnología e instalaciones para la creación de un centro de asistencia médica en Restinga y Extremo Sul, barrios en situación de vulnerabilidad y carentes de infraestructura de salud. Este proyecto no se orientó exclusivamente a la construcción del espacio de salud, sino que procuró la capacitación de los habitantes de la región con el fin de incorporarlos a la construcción del Hospital y a las tareas asociadas a su funcionamiento y gestión luego de finalizada la obra, al punto que el 52% de los profesionales de nivel medio y técnico del Hospital son pobladores locales.

El Hospital Restinga e Extremo Sul comenzó a funcionar en 2014, con excelentes resultados. Su funcionamiento ha aumentado la calidad de vida de los pobladores de la región, que acceden con facilidad a sus servicios sin necesidad de desplazarse largas distancias, así como de los colaboradores, que se beneficiaron del programa de capacitación y cuentan hoy con un empleo dentro del Hospital. Prueba del sentido de pertenencia que se desarrolló en la construcción del Hospital es que, desde entonces, ha sido conservado en excelente estado por los miembros de la comunidad.

Estos tres proyectos (correspondientes a diferentes países, culturas y entornos) son claros ejemplos de cómo tender puentes entre los objetivos y metas de la Agenda permite el logro de resultados con impactos multiplicadores del bienestar. Dos aspectos esenciales de las tres iniciativas expuestas son, por un lado, la sensibilidad de quienes observaron las problemáticas y su capacidad de identificarse con la búsqueda de soluciones y, por otro, el enorme esfuerzo, compromiso y sentido de pertenencia desarrollado por los miembros de la comunidad, a los que se les dio la oportunidad de trabajar para mejorar su calidad de vida. Esta combinación de factores constituye un elemento clave para el logro de impactos perdurables.

Los casos expuestos nos demuestran también que para garantizar el bienestar de manera sostenible, las políticas de salud deben complementarse con medidas que promuevan la educación (en los ámbitos de la medicina, pero también de la ciencia, tecnología, ingeniería, arquitectura, etc); tengan en cuenta las características del comercio local; respeten la diversidad cultural y los DDHH; preserven el ambiente; y contribuyan a fortalecer la calidad institucional.

Asimismo, la integralidad de la Agenda 2030 nos orienta a pensar más allá de la eficiencia y la economía de un proyecto (poniendo énfasis en su finalización en el menor tiempo posible y a un bajo costo), para poner el foco en la manera en que se diseñan los proyectos y el impacto social de las inversiones asociadas. Por eso es tan relevante el estudio de estas experiencias exitosas en las que aún con recursos económicos escasos, se le permitió a la comunidad adueñarse de los proyectos, asegurando más que la perfección edilicia, el esfuerzo y el compromiso por una causa común.

En vista de este tipo de proyectos, considero que se nos presenta el enorme desafío de buscar soluciones innovadoras y con impactos múltiples para los problemas estructurales más urgentes. La Agenda 2030 y sus 17 ODS nos invitan a crear un planeta más sostenible, seguro y próspero para las generaciones presentes y futuras. ¿Por qué no poner nuestra experiencia y creatividad al servicio de estos loables objetivos?