Industrial
Carolina Castro y el presidente del MID, Juan Pablo Carrique, en la conferencia

El mundo está en vendedor, no en comprador, según Carolina Castro. ¿El país debería cerrarse? “No, porque ninguna cadena de valor puede cerrarse completamente. Pero tampoco podés tener una visión naive de cómo te insertás en el mundo”, advirtió la industrial en una conferencia en la sede del Movimiento de Integración y Desarrollo (MID). Castro es la primera mujer que ocupó un asiento en el Comité Ejecutivo de la Unión Industrial Argentina (UIA). Y, por ahora, la única. 

Castro defendió una política industrial fuerte para Argentina. Primero, porque no es un país que pueda vivir realmente de sus recursos naturales. “Ni con Vaca Muerta”, aclaró. Aunque considera fundamental la explotación de los recursos naturales, estos nunca serán suficientes para sostener las expectativas de ingresos de un país con casi 50 millones de habitantes. El doble que Australia o Chile, países con una mayor riqueza natural. El cuadro se agrava porque Argentina ya tiene altos niveles de informalidad y desempleo. “El sector industrial es un dador de empleo formal y paga un 30% más que otros sectores”, subrayó y destacó que, además, es un multiplicador de puestos de trabajo. Por cada empleo industrial que se crea, se generan dos o tres en otro sector, precisó Castro. 

La segunda razón: Argentina ya es un país industrial. “Tenemos capacidad para desarrollar nuestro potencial industrial”, destacó la empresaria, que fue subsecretaria de pequeñas y medianas empresas del Ministerio de Producción de la Nación hasta 2017. Con la excepción de México y el enclave industrial de San Pablo, no hay otro país de América Latina que produzcan farmacéutica, biotecnología, software, moda de exportación y petroquímica, enumeró.

Castro viene del mundo automotriz. Es miembro de la junta y directora de recursos humanos de Industrias Guidi, una empresa familiar que fabrica piezas de automóviles para compañías de primera línea, como Toyota o General Motors. A los que cuestionan la importancia del sector o señalan que la balanza comercial es negativa por la importación de autopartes, les replica con agudeza. “Si eliminás la industria automotriz, aumenta el déficit. Es mucho mejor hacer autos en el país con piezas nacionales e importadas que no tener ninguna fabricación en el país e importar el vehículo entero”.

Falsos antagonismos

El debate industria sí, industria no, le parece una antigüedad. “En el mundo desarrollado está claramente dirimido que hay que tener una política industrial”, concluyó. Alemania y Francia firmaron en febrero pasado un manifiesto para el desarrollo de capacidades industriales productivas en conjunto, destacó. “Acá quizás lo acusarían de regulador, pero es inteligencia. Es ver qué vamosa a producir. Habla el idioma que los desarollistas queremos oir”. Este tipo de reacciones son una respuesta al desarrollo de China, que puso bajo cuestionamiento la centralidad geopolítica de EEUU y Europa.

La política argentina es generosa en falsos antagonismos: campo o industria, mercado externo o exportación. “La dicotomía entre mercado interno y mercado externo no puede existir”, criticó. El mercado doméstico es un puntal fundamental, incluso como una primera etapa antes de exportar, según Castro, pero no alcanza porque no tiene escala suficiente. La ecuación es difícil, advirtió, porque el mundo hoy no está “ansioso por comprar”.

En ese contexto, la discusión sobre el vínculo con Brasil cobra una gran relevancia. Y en especial, la insistencia del país vecino por reducir el arancel externo común del Mercosur. Incluso unilateralmente. “Es estúpido hacerlo. Nadie entrega algo así porque sí. Si vas a hacerlo, fijate qué lográs a cambio”, cuestionó. Castro coincide con la necesidad de abrir la economía al comercio internacional, pero con acuerdos que sean beneficiosos para el país y después de medir el impacto que puede tener en cada sector. ¿Qué cadenas de valor se van a ver afectadas? ¿Qué efecto tiene en el empleo?

El tipo de cambio competitivo es uno de los reclamos más frecuentes de la industria. Castro matizó la importancia de esa política. Aunque aclaró que es importante que el tipo de cambio no esté excesivamente apreciado, lo que más le preocupa son los saltos del valor del dólar. “Eso es lo que te funde”, explicó. 

Castro critica tanto el cierre de importaciones como la apertura indiscriminada. “En 2015 había desinversión y una tendencia a no mejorar. No se seguía el ritmo de la tecnología y la innovación. Pero al inicio de la gestión, Macri abrió la economía de una manera no muy inteligente y hubo sectores que sufrieron mucho”. La virtud está en el centro. En el equilibrio. “Al sector privado hay que darle palo y zanahoria”.

Industrial
Sebastián Ibarra, Carolina Casto y Juan Pablo Carrique