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Extracto del libro: «En nuestro país, el análisis de los problemas educativos se ha visto regularmente perturbado por la interferencia de preconceptos, de esquemas teóricos apriorísticos, de ideologías que terminaron siendo idelologismos. Desde la Revolución de Mayo ya la difusión de las primeras teorías filosóficas que llegaron al Río de la Plata, pasando por el largo proceso de la anarquía y el gobierno de Rosas y culminado en la Constitución Nacional, siempre estuvo presente la controversia de ideas sólidamente afirmadas, que jugaban como antinomias irreversibles.

(…) La pelea de  ideólogos no ha asumido el flagrante problema de la real y extendida desigualdad de oportunidades educativas, de la absurda rigidez del sistema, de sus mecanismos técnicos y administrativos, de sus reglamentos y de sus modos de relación – desde el supervisor, el director y el maestro, hasta el niño, la familia y la comunidad. Tampoco ha computado la pelea ideológica si tiene relevancia (operacional y significativa) la oferta educativa vigente o si, por el contrario, responde a esquemas de vida y a ideales de generaciones adultas y nostálgicas que toman las decisiones sin tener en cuenta los valores, seguramente distintos, de sus hijos, es decir, los valores del futuro. ¿Acaso discuten, en la polémica de los ideologismos, el estilo que se aplica por rutina en la vida escolar, el criterio de autoridad, la autonomía del maestro, del alumno y de la institución, el derecho de cada uno a participar en su propia educación? ¿Se intenta abrir la micro-educación de la escuela a la macro-educación social, en la realidad de la vida económica, empresaria, sindical, cultural y de todas las instituciones nacionales?»

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