Fin de ciclo: el PRO ya no gana elecciones

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El expresidente Mauricio Macri vota el domingo en las legislativas de la ciudad de Buenos Aires. / Facebook (PRO)

El antiperonismo confirmó este domingo que sigue siendo el partido más votado en la ciudad de Buenos Aires, pero cambió de representante.

El PRO perdió una elección municipal por primera vez en 20 años. Desde 2005 había ganado todas las elecciones con más del 30% de los votos. Esta vez rondó el 16% y quedó tercera.

La derrota es un desafío existencial para un partido que se creó y manejó como una maquinaria eficaz para ganar elecciones, prescindiendo de planteos ideológicos o programáticos propios de los partidos tradicionales. 

El PRO nació porteño y con una impronta tecnocrática basada en la gestión, pero se hizo grande a nivel nacional como el mejor vehículo para vencer al kirchnerismo.  

Ahora que ya no es más así, ¿para qué existe el PRO?

Esa pregunta excede la ciudad de Buenos Aires. En especial de cara a unas elecciones legislativas nacionales en las que el PRO deberá definir qué relación tendrá con el partido de Javier Milei.

Con el antecedente de las legislativas locales de este fin de semana, ¿por qué negociaría La Libertad Avanza con el PRO? La lección de este domingo es que el voto útil antikirchnerista es al partido de Milei. El PRO podría salir tercero en la provincia de Buenos Aires y la ciudad. 

La decadencia del PRO no comenzó con estas elecciones. Hasta el triunfo de Milei en las presidenciales de 2023, era la coalición no peronista más competitiva del país. Y el PRO era el partido más exitoso de la historia Argentina desde el surgimiento de la Unión Cívica Radical y el peronismo.

Hubo señales tempranas del derrumbe.

La interna autodestructiva entre Horacio Rodríguez Larreta y Patricia Bullrich minó la chances de ambos de llegar al balotaje en 2023. Dos años después, los dos dirigentes están fuera del PRO. Bullrich, hasta hace poco presidenta del PRO, se afilió al partido de Milei. Rodríguez Larreta fue candidato este domingo por otro espacio político y obtuvo un digno 8%.  

Entre los partidarios de Mauricio Macri no faltan quienes señalan a Rodríguez Larreta como culpable de la derrota electoral del domingo, pero incluso sumando sus votos con los de la candidata del PRO Silvia Lospennato, hubieran quedado detrás del kirchnerista Leandro Santoro.

Santoro, a pesar de haber perdido, hizo una buena elección en la capital. Sacó un porcentaje similar de votos al de la lista de legisladores peronista en 2023 y algo inferior a la de 2019, pero significativamente más alto que el promedio de votos obtenido por su espacio en la última década. 

La razón central de la derrota del PRO es que ya no es visto como la mejor forma de derrotar al kirchnerismo.

Otro factor de peso en la pérdida de respaldo fue, probablemente, el agotamiento tras 20 años de un mismo partido político en el poder. Con el agravante de que Jorge Macri, primo del fundador del partido, haya sido el candidato designado a la Jefatura de Gobierno porteña en 2023. Como si gobernar la ciudad fuera una cosa de familia.

Buenos Aires violeta

Lo que el resultado tiene de novedad, lo tiene de repetido. Los votantes porteños han mostrado desde el retorno de la democracia disposición a cambiar de partido gobernante, siempre y cuando este no fuera peronista. 

Desde que es ciudad autónoma, Buenos Aires fue gobernada por el radical Fernando De La Rúa y el frepasista Aníbal Ibarra, lo que provocó la impresión entre algunos de una supuesta tendencia porteña hacia el progresismo. Macri terminó con esa ilusión.

Todavía está por verse si el triunfo de Adorni es el comienzo del fin para el PRO.

Un antecedente similar fue la elección a Senador Nacional por la provincia de Buenos Aires en 2005, que enfrentaron a Hilda Chiche Duhalde y Cristina Fernández de Kirchner. No sólo se disputaba una banca, sino el control del peronismo de la provincia. Era una medición de fuerzas entre dos espacios en disputa. El triunfo de Fernández de Kirchner consolidó el kirchnerismo y el duhaldismo entró en su ocaso definitivo.  

Fue también un parricidio político, cuando Kirchner se deshizo de la tutela de Duhalde.

¿Significa algo parecido la victoria de Adorni?

Otro antecedente fue la elección  a Senador Nacional por la provincia de Buenos Aires en 2017, en la que Esteban Bullrich (PRO) derrotó a Fernández de Kirchner. Unos meses después, el gobierno de Cambiemos enfrentó una crisis económica que hundió su popularidad, nunca se recuperó y Macri no pudo reelegir.

Quizás todavía sea pronto para saber si el PRO perdió toda potencia para ganar elecciones y se unió al club de los partidos políticos condenados a la extinción o la irrelevancia.

El resultado del domingo estuvo marcado por una baja participación, votó solo el 53% del padrón. Por lo que todavía hay un margen para que el PRO muestre que puede entusiasmar a los desentantados, que tiene vocación de poder y es electoralmente competitivo.

Porque la política da revancha. Aunque no siempre.

 

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