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El doctor Ignacio Katz en la charla virtual de la Usina Desarrollista

La cuarentena es una medida necesaria, pero debe aprovecharse para planificar cómo se enfrentará la pandemia, advierte el doctor Ignacio Katz. «No se trata de de correr el telón y ver si aparece Lucifer o no, o si lo hemos calmado», dice el médico especialista en salud pública, en la charla La salud que no tenemos, organizada por la Usina Desarrollista. En la conferencia, transmitida a través de la plataforma Zoom, Katz plantea la necesidad de implementar un gabinete de gestión estratégica operacional del sistema de salud. «No es algo que podamos manejar solo con un gabinete de crisis», concluya el médico, que se identifica como desarrollista.

Katz recuerda que la Organización Mundial de la Salud (OMS) había advertido en 2015 sobre el riesgo de las pandemias, pero que los países no se prepararon para su llegada. «El momento de la catástrofe no es el momento de planificar», subraya el médico, que fue director Nacional de Hospitales (1990), Gerente Médico de la Administración Pública Nacional (1993) y miembro de la Comisión Normalizadora del Hospital Posadas (entre 2000 y 2001). 

El gabinete de gestión estratégica operacional debería ser, para Katz, el núcleo de la planificación del sistema. Entre los recursos para la planificación, Katz destaca los estudios demográficos y urbanísticos y el uso de big data. Herramientas con las que no cuenta hoy el sistema de Salud pública. «En una villa», pone como ejemplo, «necesito cálculos urbanísticos distintos».

Argentina registra más de 3.000 casos confirmados de COVID-19, de los cuales 207 han muerto. La cuarentena, que ya lleva 40 días, se extenderá al menos hasta 10 de de mayo. A nivel mundial, el número de contagiados supera los tres millones y el de fallecidos, los 200.000. EEUU es el país más afectado, con más de 54.000 muertes. 

La crisis del sistema de salud argentino

El sistema sanitario argentino peor preparado que otros países para enfrentar la pandemia, considera Katz. Es el resultado de un largo proceso de decadencia. El gasto de salud refleja ese déficit. El 93% de los recursos es destinado a la curación, precisa el Katz, mientras que solo el 2% corresponde a prevención y el 5% restante se reparte entre investigación clínica y rehabilitación. «Existe un abismo con los países desarrollados», subraya el médico. En los países más avanzados, solo el 40% del gasto corresponde a curación, un 30% se gasta en prevención, un 20% en la rehabilitación y un 10% en la investigación. 

La OMS plantea, según Katz, que «los enfermeros son lo primero». Se necesitan al menos cuatro enfermeros cada 10.000 habitantes, según el organismo internacional. En España hay 40 cada 10.000 habitantes, en Francia 60, en Alemania y en Estados Unidos, 100. En Argentina solo 3,8. No alcanza el mínimo recomendado. «Si nos comparamos con otros países de América Latina, estamos en el mismo rango que Haití y República Dominicana», enfatiza. 

En este sentido, Katz subraya la importancia del trabajo de Héctor Noblía, el ministro de Asistencia Social y Salud Pública durante el gobierno de Frondizi, que creó el bachillerato sanitario, para la formación de enfermeros.

Un sistema fragmentado

«Hay una fragmentación total en el sistema de salud», señala Katz. Aunque aclara que existen a los instrumentos institucionales para administrarlos, como el Consejo Federal de Salud (COFESA). En la práctica, sin embargo, el sistema no funciona en forma integrada. «No existe un Sistema Federal Integrado de Salud», señala.

La crisis del sistema de Salud, sin embargo, no comenzó con la descentralización, considera el médico. Tras el derrocamiento de Arturo Frondizi, el instituto Malbrán fue intervenido y removido el director Ignacio Pirosky. Un golpe letal para la institución que el mismo César Milstein calificó como una noche de los bastones largos anticipada. Milstein, el último premio Nobel argentino, dejó aquel año el Instituto Malbrán, donde trabajaba como jefe de la División de Biología Molecular, y emigró a Londres. Empezaba la larga y penosa fuga de científicos del país. «Nosotros pensamos que exportamos carne, pero exportamos cerebros», se lamentó Katz.

La noche de los bastones largos, como dijo Milstein, fue una continuación de la degradación de la salud pública argentina. «Esa noche no fue solo una noche, esa noche entramos en la oscuridad», considera Katz. «Teníamos la mejor medicina de habla hispana, con gente brillante. A partir de ahí se fue degradando, como se fue degradando el Estado».

El último punto que destaca en la larga crisis del sistema de salud es el pacto entre José Carlos Onganía y Augusto Timoteo Vandor. El dictador le entregó al sindicalista el manejo de las obras sociales y delegó el manejo de la salud, sin controlara, explica Katz.

La charla La salud que no tenemos es la segunda del ciclo de videoconferencias que organiza en 2020 la Usina Desarrollista. El objetivo es generar un espacio amplio de debate sobre el desarrollo de Argentina y los desafíos que plantea a futuro el COVID-19.  

La Usina es un proyecto impulsado por Visión Desarrollista, el Movimiento de Integración y Desarrollo (MID), la Fundación Frondizi y la Fundación para el Desarrollo Entrerriano (FUNDER).


Volvé a mirar la videoconferencia de Ignacio Katz