La apertura de datos es cada vez más importante para impulsar la toma de decisiones, tanto en el sector público como en el privado, ya que al compartir datos de manera transparente y accesible, las empresas y los ciudadanos pueden utilizarlos para tomar decisiones informadas y los gobiernos pueden diseñar políticas públicas más efectivas.

En este sentido, resulta interesante remarcar que la política de datos abiertos de la Ciudad de Buenos Aires cumplió 10 años en 2022. Una parte fundamental de esta política consiste en diseñar e implementar lineamientos para todo gobierno con el fin de abrir datos por defecto para impulsar la transparencia y el desarrollo económico. Cuando hablamos de abrir datos por defecto nos referimos a que todos los datos producidos por el Gobierno de la Ciudad son públicos a menos que una normativa establezca lo contrario.

Uno de los mayores logros de esta apertura es que, actualmente, más de 35 áreas de Gobierno publican sus datasets en BA Data, habiendo más de 430 datasets en el portal.

Buenos Aires es una ciudad pionera en la región, lidera la agenda del buen gobierno y apertura de datos, y ha sido reconocida internacionalmente por su transparencia y el compromiso con el derecho y el acceso a la información pública. Además, desde 2016, Buenos Aires encabeza el Índice de Datos Abiertos de Ciudades Argentinas realizado por la Fundación Conocimiento Abierto, el cual se desprende del Global Open Data Index, un índice diseñado por Open Knowledge International que releva el estado de los datos abiertos a nivel países, con el fin de promover las buenas prácticas de apertura de datos en formatos abiertos y reutilizables.

Sin embargo, todavía no llegamos al final del camino. La tendencia global indica un giro hacia la apertura de datos por propósito, que implica que los datos que se vayan a disponibilizar respondan a la demanda y sean de real relevancia y utilidad para el ecosistema y sector privado, permitiéndole tomar mejores decisiones e impulsar nuevos servicios y aplicaciones. Esto se realiza construyendo puentes que nos conecten y nos permitan tener un vínculo más directo con el ecosistema para poder integrarnos más, crear proyectos en conjunto y generar un intercambio de datos bidireccional que nos sirva a todos.

Al respecto, desde la Ciudad hemos priorizado tres sectores dinámicos e intensivos en datos de la economía porteña: Fintech, Proptech y Logística de Última Milla, con los que realizamos mesas de trabajo y analizamos las necesidades de desarrollo de servicios y apertura de datos.

Un ejemplo concreto de desarrollo de servicios y plataformas de disponibilización de datos con impacto en el sector privado son las API Ciudad 3D.

El evolutivo de esta API que se puso en producción (NdR: que se encuentra online para su uso) a inicios de este año, tuvo en cuenta recomendaciones de esas mesas de trabajo, en las que las empresas del sector Proptech plantearon sus sugerencias, necesidades y mejoras. Un ejemplo de esto fue la incorporación de capas de información que permiten analizar el contexto zonal de una parcela que se quiere consultar para realizar una construcción, como son las capas de información de movilidad y cercanías de estaciones de subtes y bicicletas.

Aquí, el intercambio de datos es bidireccionalidad, ya que desde Argenprop se comparten mensualmente datos con la Dirección General de Estadísticas y Censos para poder realizar análisis del mercado inmobiliario y, a partir de ahí, tomar decisiones que incentiven el desarrollo del sector.

La apertura de datos por propósito y su posterior intercambio entre el sector público y privado es un cambio de paradigma a nivel global. Sin ir más lejos, en 2022 la Unión Europea sancionó la Ley de Gobernanza de Datos para regular este intercambio. Esta ley tiene como objetivo asegurar que los datos se manejen de manera segura y responsable y que se respeten los derechos fundamentales de las personas. Además, busca fomentar la confianza en el intercambio de datos y mejorar la eficiencia y la transparencia en la toma de decisiones, impulsando la figura de “datos altruistas” que el sector privado entrega al Gobierno en pos de diseñar políticas públicas más eficientes.

En este sentido, durante la pandemia muchas empresas decidieron compartir datos anonimizados con los gobiernos para que se realicen análisis de impacto de las medidas que se fueron tomando. Por ejemplo, Telecom compartió con la Ciudad de Buenos Aires datasets de sus antenas de telefonía móvil. Esos datos los utilizamos para monitorear el volumen de personas que circularon en diferentes zonas de la Ciudad durante las restricciones por la circulación del virus SARS-CoV-2. Como los datos venían por antena y no por zona, se desarrolló una metodología específica y con los resultados obtenidos se crearon diferentes tableros que fueron utilizados por las áreas del GCABA para tomar decisiones.

Sin dudas, los datos son un recurso valioso que pueden ayudar tanto a las empresas a tomar decisiones informadas y a mejorar sus productos y servicios, y a que los gobiernos mejoren sus políticas públicas e identifiquen problemas y oportunidades en sus comunidades.

Sin embargo, la complejidad de la cuestión requiere que sea abordada de manera equilibrada, considerando la privacidad y seguridad de los datos, y que sea regulada de forma que el intercambio de datos sea beneficioso tanto para el sector privado como para el sector público y la sociedad en general.

Es por esto que es necesario generar un debate y arribar a consensos para impulsar estándares que promocionen un marco legal claro para incentivar el intercambio de datos con el gobierno y con el ecosistema en general; es decir, que haya una iniciativa propia de las empresas de abrir sus datos, como por ejemplo realiza Properati, que permite que cualquier persona pueda descargarlos y realizar análisis con ellos.

Como dije al principio, todavía no llegamos al final del camino y es por eso que seguimos fomentando que la Ciudad tome decisiones basadas en evidencia. ¿Para qué? Para anticiparnos, para poder aceptar de manera más ágil los cambios y para diseñar políticas públicas que, en última instancia, se adapten mejor a los ciudadanos. Y para lograrlo es necesario que se de una transformación cultural en todas las organizaciones, porque la solución y la búsqueda de nuevas soluciones nos convoca a todos.