El domingo perdió Juntos por el Cambio. Ganó Javier Mieli en 16 de las 24 provincias, un resultado arrollador que superó todas las expectativas. El peronismo hizo la peor elección de su historia, y Sergio Massa obtuvo menos votos que lo previsto por las encuestas, aunque quedó segundo. Patricia Bullrich hizo una acorde con lo esperado, pero Horacio Rodríguez Larreta se derrumbó y obtuvo apenas un 11%. Un resultado impactante si se considera la potencia electoral que había mostrado Juntos por el Cambio en las provincias, pero menos sorprendente si se tiene en cuenta que el principal frente opositor emprendió una campaña autodestructiva de cara a las primarias.
La ironía es que no fue Larreta el impulsor de esa campaña, sino su destinatario.
La estrategia electoral de Bullrich, respaldada por Mauricio Macri, cosechó resultados pobres. No sumó más votos al frente pero sí dañó al rival interno. También alimentó la sensación de que la dirigencia está aislada de la realidad. De que los políticos se ocupan de sus propios asuntos en vez de proponer soluciones para los problemas de la ciudadanía.
Con el diario del lunes, nunca mejor dicho, el triunfo de Milei no es tan inesperado.
Durante los últimos meses, el expresidente Macri aseguró que comparte las ideas de Milei. Y la misma noche de las PASO, sobre el escenario en el búnker de su partido, mencionó a Milei como parte del cambio que está comenzando en el país.
Repito: el expresidente mencionó a Milei como parte de un «cambio profundo como no existió en décadas». Con ese discurso, ¿alguien espera que a Juntos por el Cambio le vaya mejor en las generales de octubre?
En las primeras horas tras conocerse el resultado, conversé con conocidos que destacaron el triunfo de Macri en las PASO. Es una alusión a que sus candidatos ganaron en las primarias presidenciales y para jefe de Gobierno en la Ciudad de Buenos Aires. Visto con la distancia correcta, a nivel nacional fue un fracaso. Salvo que el objetivo de Macri no fuera un triunfo de JxC.
La diferencia entre el resultado de JxC a nivel nacional y lo que había obtenido en algunas elecciones provinciales es, en parte, el reflejo del desgaste autoinflingido por los mismos dirigentes políticos.
Y el mérito de Milei, un candidato que logró conectar con millones de votantes.
El enojo de la gente
En todos los países donde emergió una expresión electoral como La Libertad Avanza, la mayor parte del sistema político reaccionó con alarma. Y tomó acciones para evitar que propuestas extremistas llegaran al poder. Al menos, advertir sobre la amenaza que representaban. En algunos casos, fue una estrategia efectiva: Vox dejó de crecer en España; Marine Le Pen perdió en Francia. Al menos, por ahora. Pero en otros países, ese intento fracasó. Donald Trump llegó a la presidencia de EEUU; Jair Bolsonaro, a la de Brasil; Giorgia Meloni es primera ministra en Italia; Nayib Bukele gobierna El Salvador. Son solo unos pocos ejemplos. Y parece claro que cada triunfo de la extrema derecha da más aire a movimientos parecidos en otras partes. Al final, sí pueden gobernar, ¿no?
Muchos países deberían mirar con atención la candidatura de Milei en octubre. En especial los de América Latina.
¿Cómo reaccionó la dirigencia política Argentina? Macri, un expresidente, reivindicó las ideas de Milei. Y Patricia Bullrich ya sugirió que le gustaría un entendimiento con el economista libertario.
Como explicación del crecimiento electoral de Milei, Macri dijo que refleja «un enojo con la política». ¿Y no es acaso el papel de los políticos responder a ese enojo con propuestas?
La fallida candidatura de Larreta planteó propuestas y propuso consensos; murió en manos de los errores propios y el fuego amigo. La campaña de Bullrich trató de deslegitimar a Larreta y hacerse eco de ese “enojo con la política”. Las urnas respondieron el domingo: para votar indignados, mejor a Milei.
La categoría el enojo de la gente con la política empobrece el análisis de la realidad Argentina. Es, de hecho, la tesis de Mieli sobre la “casta empobrecedora”. No explica mucho, pero sirve para hacer campaña. El problema para JxC es que Milei encarna ese discurso. ¿No tiene nada más para ofrecer?
Los medios de comunicación también tuvieron un papel menos lucido en Argentina que en otros países que enfrentaron sus propios fantasmas de ultraderecha. Entre las ideas que expresa Milei están el negacionismo climático, la libre portacón de armas, la legalización de la venta de órganos o la dolarización. Cada uno de estos temas, y otros igual de polémicos, pueden contrastarse y refutarse con base en el conocimiento de expertos en la materia. Muchos prefirieron no hacerlo. Lo discutieron como una excentricidad simpática o incluso como una propuesta seria. La televisión toleró sus intervenciones violentas como si fueran algo normal.
La prensa y cierta dirigencia opositora comparten la responsabilidad por la normalización de Javier Milei en la escena política argentina. Por no haber dicho de frente lo que es: una amenaza para la convivencia democrática.
La dirigencia política en su conjunto también es responsable por un fracaso de décadas y la falta de respuestas ante la ciudadanía.
El domingo hubo un fuerte llamado de atención, aunque el resultado no es el definitivo.
Por suerte existen las PASO.