*) Por Raúl Cuello.
Un día del mes de marzo de 1970 y cuya fecha no recuerdo, recibí un llamado telefónico en horas de la mañana. Era el Dr. Arturo Frondizi con cuya amistad me honraba, quien me pedía verme para una, según sus palabras, mantener “una larga conversación totalmente reservada”. Contesté que de inmediato podía visitarlo en su departamento de la calle Beruti, donde en ocasiones conversábamos sobre temas económicos. Me respondió que prefería que yo fuera quien fijara el día la hora y el lugar, asegurándome que estuviéramos solos y sin que nadie nos molestara.
Manifesté que como hacía poco tiempo había dejado mis funciones (septiembre de 1969) no tenía oficina para recibirlo y que tan pronto consiguiera una prestada, lo llamaría. Con la premura que es de imaginar conseguí que un amigo Contador a quien apelé, se ofreciera para pedírsela a una persona de su amistad. Todo ocurrió de manera acelerada, porque a las 17 hs. Del mismo día del llamado tenía resuelto el problema. Un empresario de nombre Carlos Germán Posadas, emparentado con la familia Blaquier, conociéndome por mi actuación pública no dudó un instante en dar su conformidad y huelga manifestar su sorpresa cuando se enteró que iría acompañado del Ex Presidente de la Nación al que admiraba.
A las 18 hs. llamé al Dr. Frondizi y le hice saber que el lugar estaba y lo demás lo eligiera él. “¿Me dijo puede ser mañana a las 13 hs.? Afirmativo le respondí y le di la dirección de las oficinas de Posadas que estaban en un edificio de la calle San Martín (vereda derecha) al llegar a Lavalle. Tuvimos disponible la recepción (donde no había nadie más que yo esperándolo, y un salón d3e reuniones. A las 13 horas en punto llegó el Presidente acompañado por la custodia policial que tenía asignada y que no pasó desapercibida por los traunseúntes que enseguida se agolparon en la entrada del edificio.
Al Dr. Frondizi lo conocí en el Departamento del Dr. Giménez Rébora, sito en Av. del Libertador y Ruggeri quien un día me invitó precisamente para conversar los tres. Más adelante lo frecuentaba en las reuniones que todos los días, a partir de las 17 hs. se hacían en el Departamento propiedad del Sr. Samuel Schmuckler, que había sido su Secretario durante su Presidencia, en el octavo piso del edificio ubicado en Cerrito 1236 y al que concurrían personalidades del periodismo, de la política, del mundo empresario, de la iglesia, de los espectáculos, etc.
Por supuesto la figura central era precisamente “Don Arturo”. Se trataba de reuniones que tenían lugar todos los días y a la que concurrían entre 40 y 50 personas, todas de conocimiento público que tenían abiertas las puertas de ese departamento para debatir ideas políticas y económicas, nacionales e internacionales. Solían concurrir Rogelio Frigerio, Crisólogo Larralde, el Cardenal Aramburu, Monseñor Laguna, El Contralmirante Hermes Quijada, el Juez Quiroga, Tato Bores, Bernardo Neustadt, Mariano Grondona, Carlos Floria, Ezequiel Gallo, Natalio Botana, dirigentes del MID (Movimiento de Integración y Desarrollo), Agostino Roca, Pedro Blaquier, Eduardo Acevedo, Roberto Alemann, Pedro Real, Luis Gotelli, Carlos Florit, Jacobo Timerman, Mario Justo López, Julio Oyhanarte, Noble, y muchos más.
Hecha esta introducción paso a contar la reunión que motiva esta nota. El Dr. Frondizi me pidió que no tuviéramos en cuenta el tiempo, porque no tenía compromisos y su interés era conversar conmigo. Comenzamos con la visión del país, la experiencia sobre los temas fiscales que había acumulado en mi paso por el Gobierno del General Onganía. Escuchaba con mucha atención, pero preguntando sobre aspectos técnicos y teóricos y la implementación de las políticas. Daba la sensación que estuviera cometiéndome a un ejercicio de enseñanza y aprendizaje simultáneamente.
Claro está hizo referencias a su gestión de gobierno, pero con suma discreción puesto que no ahondaba en las dificultades políticas con las que se había enfrentado. Daba a entender que eran aspectos sabidos por mí. Comprendía sus omisiones y sus silencios. No me despertaba tampoco curiosidad, pero debo confesar que me conmoví cuando pronunció la siguiente frase “¡Qué lástima que no lo conocí antes de haber sido Presidente!” La consideré un gran elogio sin preguntarle por qué.
Pasado el análisis de lo acontecido en el país, quiso conocer mi opinión respecto de cómo veía el futuro de Argentina. Mi respuesta fue poco menos que automática ya que descreía del futuro venturoso que todos auguraban en discursos de circunstancias. ¿Por qué es pesimista, Doctor? Replicó.
Porque, contesté, la tasa de crecimiento por habitante es declinante en el tiempo, mientras que las aspiraciones de la población son crecientes, habida cuenta los progresos tecnológicos que se advierten en el mundo y que se acrecentarán con el tiempo. Debemos reconocer que Argentina es más que cualquier país de América Latina y el divorcio creciente de ambas tendencias me permite aventurar un país con crecientes conflictos sociales.
Los antecedentes para este diagnóstico los baso en el deficiente sistema rentístico que se acrecienta a partir del dictado de la Ley de Coparticipación Federal y del cierre de la economía según fuera la doctrina de la CEPAL. Así el país deja de ser Federal y se convierte en Unitario con un modelo político clientelista que tiene sus raíces en el poder del Puerto. La economía cerrada disminuye la productividad por falta de inversiones y tecnología, al convertirse los empresarios que tienen al mercado local cautivo y aplican la política de precios sin competitividad con el resto del mundo. Así Argentina se aísla del mundo y el sistema tiende a la inflación por una puja distributiva que se torna estructural.
Frondizi dio unos pasos, tomó mis hombros y me dijo: comparto con usted Su visión pesimista, porque la falta de oportunidades no atraerá capitales, nuestros mejores cerebros emigrarán y como constituimos un enorme espacio vacío, inmigrarán a Argentina los pobres de los países limítrofes. Crea Doctor que seremos un país que se irá reduciendo en todos los órdenes, por no animarse a romper con el modelo populista que tiene como enemigos a los innovadores y emprendedores.
De inmediato comprendí que lo que mes estaba diciendo podía traducirse en una Teoría, a la que bautice “La teoría de la Pasa de Uva”. Esta fruta radiante y perfumada que puede dar lo mejor que saca de la tierra, al no ser explotada y cuidada, se va secando poco a poco “hasta convertirse en nada”. Era esta faz de ciclo decadente que Frondizi quiso abandonar con sus políticas que pretendían un país grande, con recursos primarios apoyando el crecimiento y la industria pesada como ariete para mejorar la competitividad en mercados abiertos, chocó contra quienes viven como parásitos a costa del Estado.
Y así nos va hoy, con un Estado paquidérmico e ineficiente, que desplaza al sector privado, que por lo demás demuestra que mientras el tiempo transcurre, solo vive pensando en obtener de aquél ventajas que luego se trasladan a precios simplemente, porque el Estado financia las demanda que otorga con expansión monetaria que se traduce en mayores precios. Pero poco importa porque ya los Sindicatos se encargarán de obtener aumentos de salarios, que impactarán sobre precios y tipos de cambio.
No estaría mal que nos detuviéramos a pensar en la pasa de uva que muere no por su propia naturaleza, sino porque nadie se detiene a pensar que su futuro debiera haber sido otro. La conversación duró cerca de tres horas y allí pude advertir la dimensión de Estadista del doctor Arturo Frondizi, el único Estadista Argentino del Siglo XX, un verdadero adelantado para el tiempo que le tocó vivir.
Fue una reunión de casi tres horas que me dejó la sensación de haber sido receptor del pensamiento íntimo del único estadista argentino del siglo XX. Sólo hubo una diferencia en nuestras posiciones. Mientras el clima social que yo auguraba no se produjo nunca. Sí tuvo razón el Dr. Frondizi,: Argentina se seca inexorablemente como la pasa de uva, porque no tiene ideas para ser lo que debe ser.
Fuente: RC & Asociados
Economista
Ex secretario de Ingresos Públicos