Con Marco Rubio como primer secretario de Estado hispano, América Latina estará bajo la lupa del próximo gobierno estadounidense, estiman analistas que auguran máxima presión hacia Cuba, Venezuela y Nicaragua, así como cercanía con las "nuevas derechas" de Argentina y El Salvador.
Con Marco Rubio como primer secretario de Estado hispano, América Latina estará bajo la lupa del próximo gobierno estadounidense, estiman analistas que auguran máxima presión hacia Cuba, Venezuela y Nicaragua, así como cercanía con las "nuevas derechas" de Argentina y El Salvador.

Donald Trump arrasó en las últimas elecciones presidenciales en Estados Unidos. Tras un lapso de cuatro años, el próximos 20 de enero el republicano volverá a ser el inquilino de la Casa Blanca. Desde su holgada victoria, el magnate con su característica actitud provocadora y disruptiva enfocó sus intenciones en política exterior donde lanzó varios dardos a la comunidad internacional.

Trump manifestó la intención concreta de comprar la isla de Groenlandia, que pertenece a Dinamarca, anexionar Canadá, recuperar el Canal de Panamá y cambiar el nombre del Golfo de México al Golfo de América. Sin embargo, lo más preocupante es que el republicano reconoció que contemplaba el uso militar. Colonización SXXI al mejor estilo del “Gran Garrote” doctrina adoptada por Theodore Roosevelt a comienzos del siglo pasado. Lo irónico del asunto que se trata de países aliados que del día a la noche se convierten en enemigos.

Europa descolocada mira con atención los próximos pasos de Trump y trata de amortiguar con respuestas soberanas la verborragia del republicano. Tanto el presidente francés, Emmanuel Macron y el canciller alemán, Olaf Sholz sentenciaron de manera explícita sobre Groenlandia que las fronteras son “inviolables”. Además, inquieta el apoyo y la intromisión en asuntos de Estado del hombre más rico del mundo Elon Musk, aliado y prontamente funcionario de la administración Trump, a los partidos ultranacionalistas del continente como el caso de Alternativa para Alemania (segunda en las encuestas para los próximos comicios alemanes que se celebrarán el 23 de febrero), y sus ataques al premier británico el laborista Keir Starmer al que pidió prisión y que Estados Unidos debería “liberar” al pueblo británico.

El repudio fue total. Y aún resta saber cómo se manejará con la OTAN con la posibilidad tácita de que Estados Unidos abandone la alianza atlántica, y si cumplirá con terminar la Guerra de Ucrania en 24 horas en detrimento a los intereses de Kiev.

Desde lo comercial, el magnate desea aplicar aranceles a los productos de todo el mundo en un 20%, y los provenientes de China en un 60%. Aunque principalmente la política de Trump orientada al proteccionismo y aislacionista podría afectar a las economías que importan materias primas, también, podría ser beneficioso para algunos países latinoamericanos.

La mirada de Trump hacia América Latina ofrece un abanico de amenazas puntuales a México, Honduras y Panamá con sus promesas de campaña de deportar a millones de inmigrantes indocumentados y aplicar aumentos a los aranceles a las importaciones. Puntualmente Trump amenazó a México de “aplastarlo” con aranceles al 100% si no detienen de golpe el ingreso de inmigrantes y del narcotráfico. En sus reiteradas amenazas y promesas, Trump tiene la intención de deportar 11 millones de inmigrantes indocumentados lo que generaría un quiebre en la relación con lo demás países de la región. Además, afectaría de forma negativa a la economía estadounidense más teniendo en cuenta que México es su primer socio comercial seguido de China y Canadá. Si bien los alimentos mexicanos son esenciales para el gigante del norte donde más se sentiría afectado son en los productos vinculados a la automotriz y la electrónica.

Aunque como sabemos con Trump hay que tomar sus declaraciones con pinzas. Fiel ejemplo es su primer paso por la Casa Blanca. Sin embargo, la arrolladora victoria en los comicios, permite a Trump tener un poder absoluto con el control en el Capitolio y una amplia mayoría conservadora en la Corte Suprema. Tanto desde México como Honduras respondieron a las amenazas de Trump.

La presidente de México, Claudia Sheinbaum se mostró pragmática y disponible a que ambas naciones trabajen en conjunto y con picardía lanzó llamar América mexicana a Norteamérica por la controversia del Golfo de México. En cambio, Xiomara Castro, presidente de Honduras, respondió a las amenazas de Trump con otra amenaza de expulsar al ejército estadounidense de una base que construyó hace décadas en el país centroamericano. Se trata de la base aérea Soto Cano, que opera desde allí la mayor fuerza militar estadounidense en Centroamérica sin pagar un centavo.

En el caso de Panamá, Trump quiere recuperar el Canal de Panamá con la excusa de que podría caer en las manos de China y que las tarifas de la vía acuática son “ridículas”. Tras la guerra civil de los Mil Días en Colombia, Panamá, en 1903, declaró su independencia que contó con la ayuda de Estados Unidos que por desacuerdos con el gobierno colombiano por la construcción del canal apoyó a los secesionistas panameños.

El canal fue construido principalmente por Estados Unidos en territorio panameño a principios del SXX y fue administrado por Washington durante varias décadas. Luego de varios años de fuertes presiones de América Latina, finalmente el presidente Jimmy Carter firmó los Acuerdos del Canal de Panamá de 1977, que devolvieron el canal a Panamá en 1999. Las declaraciones de Trump, tomó por sorpresa al mandatario panameño, José Raúl Mulino, que ratificó que el canal es de Panamá.

A pesar de estos escenarios complejos, varios países de la región podrían tener ciertas ventajas sí Trump cumple con imponer aranceles del 60% a las exportaciones chinas y del 20% a los productos latinoamericanos. Al cerrar el paso comercial a China, México y otros países centroamericanos podrían acceder a nuevas aperturas de comercio bilateral con EE. UU.

Además, el magnate ya mostró preferencia por el presidente argentino, Javier Milei, que se podrá ver beneficiado en las negociaciones con el Fondo Monetario Internacional con la facilitación de un nuevo préstamo. En el caso de Colombia, un histórico socio en la región, donde gobierna el izquierdista Gustavo Petro podrá ver una ayuda reciproca en la frontera caliente en Venezuela y desde Washington se espera un cambio de gobierno a partir del 2026.

El escenario con Brasil es probable que no este entre la prioridades de la administración Trump que difieren con Lula en el impacto climático que implica explotar los combustibles fósiles que ostenta el país carioca.

Sin dudas, Trump mantendrá su presión política y aplicará nuevas sanciones económicas sobre Cuba, Nicaragua y Venezuela. No en vano nombró secretario de Estado a Marco Rubio, un halcón al frente de la diplomacia estadounidense y ferviente antiizquierdista, quien se apoyará en Milei y el presidente de Paraguay, Santiago Peña, no sólo para hacer un contrapeso con los gobiernos de centroizquierda en la región sino también para contener el avance de China y Rusia.

Si bien los escenarios planteados pueden variar, el único antecedente que tenemos de Trump con la región fue los recortes en la cooperación económica con Centroamérica y aumentar la presión política sobre Cuba, Nicaragua y Venezuela con diversas sanciones económicas.

Además, la marca registrada estadounidense con la región es que hace varios años que Latinoamérica no es una prioridad para los gobiernos estadounidenses. Aunque como dijo Henry Kissinger: «Estados Unidos no tiene amigos ni enemigos, solo intereses». Con el tiempo se sabrá qué país entra en esa lógica para Donald Trump.