El desarrollo sostenible se convirtió en el nodo de la discusión prepandemia sobre el desarrollo a nivel global y es previsible que lo siga siendo en el futuro. Es un debate estructurado en torno a la Agenda 2030 y los 17 Objetivos para el Desarrollo Sostenible (ODS), propuestos por Naciones Unidas en 2015. ¿Puede sumarse este enfoque al ideario desarrollista?
Los ODS se clasifican en lo que se ha dado en llamar «las cinco pes»: personas, planeta, prosperidad, paz y pactos. Otra forma de agruparlos es en tres ejes: planeta, personas y economía. Ambas contienen una mirada transversal. Como un ejemplo: una niñez mal alimentada no puede recibir educación, por lo que la desnutrición infantil abarca los los ODS 2 (poner fin al hambre) y 4 (garantizar una educación inclusiva).
Nunca antes se planteó una acción de responsabilidad social de la magnitud de los ODS. Es una hoja de ruta para que todas las personas que vivimos en este mundo recorramos el camino hacia la consecución de un planeta más sano, más equitativo y donde nadie quede atrás. La iniciativa fue suscrita por todos los países que integran la ONU, que definió a los años 20 de este siglo como «la década de acción». Es el momento de redoblar los esfuerzos para alcanzar los compromisos en 2030.
La propuesta de los ODS que no surgieron de un consenso absoluto, pero sí de un acuerdo entre los países sobre cuáles son los grandes desafíos de la humanidad. Esta agenda indica qué debemos hacer y cómo medirlo en aras de resolver estos desafíos, velando porque los recursos con los que se aborden no perjudiquen la disponibilidad de los mismos para la generaciones futuras.
Triple impacto
A mediados de 2020 se conformó el Grupo Internacional de Trabajo por la Recuperación Económica de Triple Impacto (GITRE), impulsado por Sistema B internacional, una organización sin fines de lucro que promueve las empresas B, como se conoce a las compañías certificadas por su compromiso social y ambiental. Entre junio y diciembre del año pasado, este grupo mapeó las distintas políticas, iniciativas y programas de varios gobiernos y los analizó a la luz de los criterios de los ODS. Como resultado, seleccionaron 12 de ellas y convocaron a una segunda fase, llamada GITRE II.
El grupo elaboró entre enero y mayo de 2021 documentos sobre tres de las políticas que consideró las mejores herramientas para aplicar en Latinoamérica: una ley de sociedades BIC (de beneficio e interés colectivo), una ley de compras públicas sostenibles, los marcos institucionales para las inversiones de impacto.
Así se llegó a la Cumbre Internacional de Liderazgo Público de Triple Impacto, que se celebró el 26, 27 y 28 de mayo, con una audiencia de 1.200 personas. El objetivo de esta iniciativa es la conformación de comunidades de liderazgo público para llevar adelante las tres políticas estudiadas en el GITRE II y otras que contribuyan a la Agenda 2030 desde la mirada del triple impacto. En estos puntos está trabajando actualmente el GITRE.
Una disertación destacada fue la del intendente de Mendoza, Ulpiano Suárez. La ciudad que gobierna es un ejemplo y una inspiración en materia de triple impacto. Suárez destacó el compromiso de convertir a Mendoza en la «ciudad más B» del país con la sanción de normativa que brinde herramientas para la promoción de empresas B.
Las propuestas en torno al triple impacto y el compromiso empresario demuestran que la agenda del desarrollo sostenible gana terreno tanto en el ámbito público como privado. Y el desarrollismo no debería estar ausente en ese debate.