Ucrania
Cartel a favor de la paz en Ucrania levantado durante un acto en Venecia, Italia. . / Mænsard Vokser (Wikimedia Commons)

Elon Musk puso una piedra en el camino de Vladímir Putin para invadir Ucrania. El CEO de Tesla habilitó en este país el servicio Starlink, que brinda acceso a internet vía satélite, una jugada estratégica: busca impedir que Rusia incomunique a los ucranianos si bloquea la infraestuctura que provee conectividad. Un riesgo muy concreto, como demuestra el derribo, este martes, de una antena de TV que dejó sin servicio a Kiev. La decisión de Musk fue en respuesta al pedido del ministro de Transformación Digital de Ucrania, Mykhailo Fedorov, que tuiteó el 26 de febrero: «Mientras usted intenta colonizar Marte, Rusia intenta ocupar Ucrania. Mientras los cohetes aterrizan exitosamente en el espacio, los cohetes rusos atacan a la población civil ucraniana. Le pedimos que proporcione a Ucrania estaciones Starlink y alentar a rusos cuerdos a alzarse». Diez horas más tarde, Musk contestó en la misma red social: «El servicio de Starlink ya está activo en Ucrania. Hay más terminales en camino». Dos días después, Fedorov tuiteó una foto de las terminales junto con este mensaje: «Starlink aquí. Gracias, Elon Musk».

El control de la información es clave en cualquier conflicto armado. Los teléfonos inteligentes, sin embargo, tornaron mucho más difícil ese control porque la información se genera en forma horizontal y descentralizada. Cualquier ciudadano de a pie con un teléfono puede tomar una foto o grabar un video y registrar lo que está pasando. Las imágenes de la resistencia ucraniana, los desplazados y los sufrimientos infringidos por Rusia circularon por las redes sociales. A Putin le cuesta imponer un relato monolítico, incluso dentro de Rusia, que justifique la invasión de un país soberano.

Cualquiera pudo escuchar en tiempo real desde su teléfono las declaraciones del presidente ucraniano,  Volodimir Zelensky: «Nos han dejado solos», «no necesito una evacuación, necesito armas». Un mensaje que dejaba en off side a los gobernantes occidentales ante sus propias sociedades. Por eso, las redes sociales están generando consecuencias en la opinión pública que presiona a la comunidad internacional. Países europeos como Suiza, Finlandia o Suecia decidieron salir de sus posturas tradicionalmente neutrales y plegarse a las medidas dispuestas en bloque por la Unión Europea: cerrar el espacio aéreo, congelar activos del régimen ruso o directamente eviar armamento. 

Una sociedad empoderada

Esta guerra marca un antecedente histórico. Con una decisión individual, Musk apoya a una sociedad civil comprometida que da cuenta de cada abuso que sufre. Suele decirse que la primera víctima de cualquier guerra es la verdad. Tal vez sea cierto en esta ocasión, pero los ucranianos al menos tienen sus teléfonos conectados a internet para contrarrestar la enorme maquinaria de propaganda rusa. Y esta resistenca no es inofensiva: cada día que pasa tiene un costo muy alto en la legitimidad de Putin.

La invasión rusa a Ucrania plantea un nuevo marco para pensar la geopolítica. Por un lado, refutó a los teóricos que afirmaban que ya no existirían conflictos armados entre estados y solo habría enfrentamientos entre actores no estatales o trasnacionales, como grupos terroristas o movimientos separatistas. Por el otro, demostró el enorme desafīo que tiene un invasor a la hora de controlar y manipular la información.

El desconcierto también afectó al gobierno argentino, que tuvo una reacción tardía y condenó con tibieza la invasión recién cinco días después. Fue una respuesta sorprendente para un país que exhorta la solidaridad de la comunidad internacional en la cuestión Malvinas apoyada en el argumento de que es una violación de su integridad territorial. Argentina debería haber sido la primera en defender la integridad terriorial de Ucrania. Sin embargo, intentó hacer equilibrio y quedar bien con los distintos bandos. En realidad, ocurrió todo lo contrario: quedó mal con todos. Así como la sociedad civil no olvidará los abusos rusos gracias a la tecnología, los países democráticos tampoco olvidaran la debilidad de Argentina a la hora dde defender los principios básicos de nuestra política exterior.