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El presidente francés, Emmanuel Macron, y la canciller alemana, Angela Merkel, en la cumbre del Consejo Europeo. / REUTERS

Tras cuatro días de negociaciones frenéticas y arduas, se impuso el sentido común y, sobre todo, la solidaridad en la Unión Europea (UE). El Consejo Europeo —integrado por los 27 jefes de Estado o de Gobierno— aprobó este martes un fondo de 750.000 millones de euros para asistir a los miembros del bloque entre 2021 y 2023. Es el mayor fondo de recuperación en la historia de la UE. Con esta medida, Europa pone en marcha un fuerte plan de recuperación para afrontar la caída económica y la crisis humanitaria que provocó la pandemia. El COVID-19 ha causado tres millones de contagios y 210.000 muertes en el viejo continente.

El 70% del dinero, unos 390.000 millones, debe desembolsarse entre 2021 y 2022 para acelerar la recuperación económica, definió el Consejo Europeo. Una particularidad es que el los gobiernos no tendrán que devolver nunca los fondos. El plan es una innovación en la UE. Por lo general, los presupuestos comunitarios se financian con transferencias de los Estados miembros. En este caso, la Comisión Europea irá a los mercados para emitir deuda por 750.000 millones de euros, que estará avalada por los presupuestos europeos. Cada país será responsable de avalar como máximo el equivalente a su cuota en esos presupuestos.

La emisión se pagará con los presupuestos europeos y con los ingresos que genera la UE, que son los típicos aranceles, a los que se podrían sumar nuevos impuestos, como los tributos al plástico no reciclado o al carbono.

La oposición de los frugales

Desde el inicio de las negociaciones, que comenzaron el viernes 24 de julio, hubo un grupo de países que puso el grito en el cielo. Era el bloque de los frugales, como se denominó a Paises Bajos, Austria, Suecia, Dinamarca y Finlandia. Los frugales se oponían a la propuesta inicial de la Comisión Europea, que contemplaba un fondo de 500.000 euros en transferencias y 250.000 en préstamos. Mark Rutte, el primer ministro holandés y la voz cantante del grupo de los frugales, expuso sus reparos durante los cuatro días de reuniones en Bruselas y también lanzó dardos contra España, el segundo país más beneficiado por el plan de recuperación. Rutte sugirió que España debería realizar reformas laborales y de pensiones para percibir los fondos europeos. El holandés calificó también a Italia de «laxista» y acusó a los gobiernos de Polonia y Hungría de ignorar ciertos principios democráticos a la hora de repartir las subvenciones.

Ni bien aterrizaron en Bruselas, los frugales exigieron que no hubiera ni un euro de transferencias y tener derecho a veto para los desembolsos de los fondos. También que las condiciones para el otorgamiento de los mismos fueran duros ajustes fiscales y más reformas de pensiones y laborales.

La intervención de la canciller de Alemania, Angela Merkel, fue clave para destrabar la situación. Merkel comprendió que el único camino posible para mantener la armonía y la unión de los Estados miembros en medio de la pandemia era dejar de lado algunas ideas propias, que coincidían con el pensamiento de los países del norte sobre la oposición a que la UE se endeudara para financiar inversiones a fondo perdido en los países miembros. La canciller alemana dio un giro de 180 grados y cambió su postura por una más pragmática, humana y solidaria para hacer frente a la peor crisis económica desde la posguerra. El cambio alemán, con el apoyo incondicional desde el primer día de Francia, dejó solos a los pequeños países del norte.

Finalmente, los frugales se fueron de Bruselas sin lograr sus objetivos. Pero no con las manos vacías: lograron mayores cheques compensatorios de su contribución neta a los presupuestos europeos, que incluye las generosas subvenciones agrícolas.

«Un verdadero Plan Marshall»

Tras el final de las negociaciones, el presidente francés, Emmanuel Macron utilizó la red social del pajarito para calificar el acuerdo como un «día histórico para Europa». Merkel se mostró muy aliviada por el resultado final: «Europa demostró que puede actuar en conjunto». El jefe del gobierno español, Pedro Sánchez, saludó «un verdadero Plan Marshall». En cambio, el primer ministro holandés, Mark Rutte, líder de los frugales, se mostró más circunspecto, y se negó a hablar de un acuerdo histórico. «Yo no emplearía ese término», dijo con cierto desdén.

El acuerdo debe empezar a funcionar en 2021, pero antes es necesario que el Parlamento Europeo dé su visto bueno. Además, varios parlamentos de los Estados miembros deben ratificar la legislación que permitirá emitir deuda común, lo que está previsto que ocurra en los próximas semanas o meses.

Muchos califican el acuerdo como histórico. Y no es para menos. Se impuso la racionalidad y la solidaridad entre los miembros de la Unión Europea. Si bien hubo diferencias, lo positivo a pesar del disenso que expusieron los frugales fue que al final se logró el tan ansiado consenso para salir de la crisis. Con este paso adelante, Europa se perfila hacia una Unión más federal y aun más integrada. Una verdadera confederación de países del siglo XXI.