Ironías, acusaciones cruzadas y críticas punzantes: así fue la polémica entre Rogelio Frigerio (nieto) y Héctor Valle, que en 2011 discutieron en las páginas de Perfil si el kirchnerismo podía considerarse desarrollista, o no
— Su nieto, que porta el mismo nombre [Rogelio Frigerio], parece dispuesto a emplear superficialmente aquellas lecciones que dejó su abuelo — disparó Valle
— Manipular y bastardear la historia del desarrollismo, que es su propia historia: eso es lo realmente patético — replicó Frigerio
El duelo fue áspero y punzante. Cargado de ironía. El kirchnerismo marcó un quiebre el la política argentina y el desarrollismo no salió ileso. Secuelas de la grieta. El actual ministro del Interior, Rogelio Frigerio, y el director de FIDE [Fundación para la Investigación y el Desarrollo Económico], Héctor Valle, protagonizaron un debate entre abril y mayo de 2011, en una serie de artículos publicados en las páginas del diario Perfil. Ambos se identificaban como desarrollistas y la polémica giraba en torno al apoyo de Valle y la entonces presidente del Banco Nación, Mercedes Marcó del Pont, al gobierno de Cristina Fernández. «De cambio cualitativo de la estructura económica, prácticamente nada”, criticó Frigerio. «Las acciones que adoptó el gobierno actual son coherentes con el objetivo de preservar el desarrollo interno, mantener cuentas externas superavitarias, una sólida posición de reservas y mejorar las condiciones de vida de la población», defendió Valle.
El nieto del Tapir todavía no se había enrolado en PRO —iba a ser electo legislador de la Ciudad de Buenos Aires meses más tarde—, pero había cobrado notoriedad pública porque su consultora, Economía y Regiones, había sido multada por difundir datos sobre la inflación, que diferían de los que publicaba el INDEC. El modelo K se opone al desarrollo, tituló en el primer artículo, donde apuntaba contra el discurso de CFK, que se pretendía desarrollista. Fue el disparador de la polémica.
En la inauguración de las sesiones ordinarias del Congreso, Cristina Fernández había declarado: «El país dio un salto cualitativo hacia el desarrollo». Semanas después, llegó la crítica de Frigerio. «La teoría desarrollista plantea, en esencia, la necesidad de un cambio cualitativo de la estructura económica del país como condición indispensable para superar el subdesarrollo (…). Intentando desentrañar este modelo productivo, es difícil avanzar más allá de ciertos enunciados como: priorizar el mercado interno, luchar contra las corporaciones, proteger la industria nacional o sostener el superávit comercial a cualquier costo. De cambio cualitativo de la estructura económica, prácticamente nada”, retrucó en Perfil.
La estrategia kirchnerista para enfrentar la inflación fue otro blanco del economista: “El gobierno de Frondizi aplicó, desde el primer día de gestión, el sinceramiento de las variables más relevantes: salarios, precios, tarifas y tipo de cambio. Estas debían quedar determinadas no por el arbitrio de los funcionarios de turno, sino por el funcionamiento de las leyes económicas. Sin este prerrequisito, no hubiera habido posibilidad de atraer las inversiones que sí resultaban imprescindibles para dar ese salto cualitativo (…) Medio siglo después, y como en décadas recientes, volvemos a usar el dólar y las tarifas como ancla antiinflacionaria”. También señaló otra diferencia entre el programa frondicista y la economía kirchnerista: la política energética. «En la estrategia económica diseñada por Rogelio Frigerio se priorizaban las inversiones en áreas claves como la energía, uno de los sectores que mejor explicaba el déficit de divisas y donde se observaba la mayor cantidad de recursos subutilizados. Exactamente a la inversa de lo que ocurre en el presente, en el que, por falta de inversión y previsibilidad, nos estamos por transformar nuevamente en un país importador de combustibles», advertía en 2011.
Frigerio repitió desde entonces el mismo diagnóstico que plasmó en la nota: la década K fue una «oportunidad perdida». El viento de cola, impulsado por los altos precios de los commodities, podría haber servido para financiar el desarrollo, pero no. “Hemos perdido una oportunidad inédita de replicar, a favor de un marco externo que nunca fue mejor, aquel período de nuestra historia en el que sí se impulsó un audaz cambio cualitativo de la estructura económica, aún pendiente», remató.
Valle: el kirchnerismo y el desarrollismo del siglo XXI
Semanas después, Valle respondió. Acusó a Frigerio de utilizar el método desarrollista en forma ligera para criticar el modelo kirchnerista y, según él, reivindicar las políticas de los noventa. «Quizá esto último fue, en realidad, el objetivo principal de Frigerio en el referido artículo», ironizó el director de FIDE, con un ataque directo. El contragolpe de Valle aprovechaba un comentario del actual ministro, en el que hacía referencia al gobierno menemista: «Nuestra economía y gente se primarizan día tras día. En los vilipendiados 90, la participación de la industria en el PBI era del 17%; ahora está abajo del 16%».
Por aquel entonces, Valle era director del Fondo Nacional de Artes y defendía con firmeza el gobierno de Cristina Fernández: «Cada uno desde el lugar que le tocó, está construyendo un proyecto desarrollista acorde con las condiciones del presente y las justas ambiciones de esta sociedad”. Años más tarde, en una entrevista con Visión Desarrollista en 2015, Valle iba a aclarar que no consideraba que el kirchnerismo fuera desarrollista, pero sí que se habían hecho «iniciativas muy importantes». «El gobierno argentino no esta dispuesto, y ha dado prueba de ello, a enfriar la economía, abrirle la puerta al FMI, incumplir sus compromisos asumidos con los trabajadores activos y pasivos, a cambio de un puñado de dólares en inversión de riesgo. Pese a todo, el coeficiente de inversión alcanzará este año al 24% del PIB», defendió en el artículo de Perfil.
En la réplica, el funcionario kirchnerista buscó elevar el tono del debate y plantearlo en términos teóricos. «Hoy el mundo es otro, Estados Unidos pronto perderá el liderazgo económico, Europa vive una de las crisis mas profundas de su historia, la cuenca del pacífico se muestra como el motor de la economía mundial. Ocurre que la expansión del capital financiero se llevó puesta al capital productivo y parece que no hay retorno; la dislocación de las firmas multinacionales llega a un punto que restan pocas cosas en las cuales las economías maduras sean competitivas. No falta quienes se preguntan si este capitalismo, donde la tiranía de las finanzas no hace sino profundizar su crisis, no esta dispuesto a suicidarse. Es patético que algunos entre nuestros jóvenes economistas nieguen esta realidad y sigan pensando en los términos del capitalismo salvaje como única opción”. A pesar del intento, volvió a caer en un golpe personal, esta vez, indirecto.
El artículo llevaba por título El desarrollismo del siglo XXI y con esta argumentación justificó su adhesión al modelo K: “Los hechos nos enseñan que, a partir de ese diagnóstico, las acciones que adoptó el gobierno actual son coherentes con el objetivo de preservar el desarrollo interno, mantener cuentas externas superavitarias, una sólida posición de reservas y mejorar las condiciones de vida de la población”.
Tampoco dejó pasar la referencia de Frigerio al contexto internacional favorable para Argentina durante la primera década del siglo XXI. “Insistir, como hace Frigerio nieto, en el remanido argumento del viento de cola y las grandes oportunidades que se pierden revela, no solo pobreza argumental, sino el intento de construir un escenario que permita disimular mejor la magnitud de la catástrofe heredada, rebajando la importancia de lo construido a partir de entonces”, subrayó.
Truchos y cortesanos
Si la respuesta de Valle había bajado el nivel del debate, al incluir un ataque directo a Frigerio y alusiones implícitas a él, como cuando menciona el supuesto patetismo de los jóvenes economistas, la dúplica del nieto del fundador del desarrollismo fue aún más explícita. En un artículo titulado Desarrollismo trucho, Frigerio acusó a su contrincante de hacer «méritos para cuidar su escritorio en la corte de Cristina». Lo llama cortesano y sostiene que su abuelo despreciaba a este tipo de personas: porque carecían de coraje, porque son aplaudidores y no tiene juicio crítico. Ahí encasilló a Héctor Valle.
La respuesta trató de ir más allá del exabrupto y explicar por qué el modelo K no era un modelo desarrollista. Sostenía que los países de la región recibían muchas divisas por los altos precios de las materias primas, lo que provocaba una apreciación de la moneda y atentaba contra el desarrollo de la industria. Argentina, explicaba, había elegido el peor camino: apreciación vía inflación, lo que generaba estancamiento del empleo, aumento de la pobreza y falta de crédito. Señalaba que la falta de políticas industriales impedía que las compañías argentinas pudieran competir por innovación y calidad. Y, finalmente, criticaba que la única estrategia para generar un crecimiento sostenido fuera esperar que los precios de las materias primas se mantuvieran altos. «Es un esquema de alta vulnerabilidad. Requiere medidas de índole mágica: rezar todos los días al precio de la soja», ironizó.
Como cierre, y recogiendo el guante, el economista cuestionó la trayectoria política del director de FIDE: “Valle aludió varias veces en su nota al término patético. Sin asumir que cambió de ideas con los años, intenta ahora acomodar a ese cambio su vieja militancia. Manipular y bastardear la historia del desarrollismo, que es en parte su propia historia: eso es lo realmente patético.”
¿Pueden ser ambos desarrollistas y tener ideas tan diferentes?
Este no fue el primer debate de un desarollista a través de los diarios. El abuelo del ministro polemizó en la prensa con Álvaro Alsogaray y con José Alfredo Martínez de Hoz: ambos representantes del liberalismo económico. Pero este caso era diferente. De los dos lados de la mesa había políticos que se autoproclamaban desarrollistas. ¿Lo eran?
En el mismo gobierno de Frondizi, incluso en la histórica Usina dirigida por Rogelio Frigerio había dirigentes con ideologías diferentes, incluso contrapuestas. Héctor Valle señaló en 2015 en la entrevista con VD que las divergencias ideológicas eran parte de la fortaleza del grupo, la posibilidad de confrontación. Oscar Camilión, conservador; Héctor Valle, más escorado hacia la izquierda. Pero desaparecido el desarrollismo como proyecto político firme, claro y unificador, la diáspora fue inevitable.
Era previsible que el devenir político del país terminara tarde o temprano poniendo en veredas opuestas a quienes se consideraban desarrollistas. Pero, ¿existe hoy un pensamiento desarrollista o es que los desarrollistas solo piensan que piensan lo mismo, pero no? Ese es el debate pendiente, la vigencia del desarrollismo como proyecto político para una Argentina aún subdesarrollada. Una discusión que cuanto más tiempo tarde en producirse, más chances tendrá de fracasar, tironeada por las disputas de otros espacios que buscan quedarse con la mística, el simbolismo o los andrajos que queden del proyecto que soñaron Frondizi y Frigerio.