En noviembre de este año se reunirá en Dubai la próxima Conferencia de las Partes de la Convención Marco sobre el Cambio Climático de Naciones Unidas (COP 28). Esta reunión tuvo lugar por primera vez en el año 1995, y oficia también como cumbre de los miembros del Protocolo de Kioto de 1992, instancia en la que los países tomaron el compromiso por primera vez para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero, y para los firmantes del Acuerdo de París de 2015. En aquella ocasión, se acordó mantener el calentamiento global por debajo de dos grados e idealmente por debajo de 1,5 grados Celsius.
Esta reunión estará marcada por la presidencia de Emiratos Árabes Unidos, que es , paradójicamente, uno de los principales productores petroleros. Además, la empresa nacional petrolera, Adnoc, se encuentra planificando una expansión de su producción de combustibles, lejos de los proyectos de transición hacia energías renovables.
Es importante tomar conciencia de la gravedad del asunto. Con las concentraciones de gases de invernadero aumentando, las capas de hielo que permanecen en la Tierra (como Groenlandia y la Antártida) han comenzado a derretirse. Esta agua sobrante podría hacer que aumente considerablemente el nivel del mar.
Conforme sube el mercurio, el clima puede cambiar de forma inesperada. Además del aumento del nivel del mar, las condiciones meteorológicas pueden pasar a ser más extremas. Esto implica tormentas mayores y más intensas, más lluvia seguida de sequías más prolongadas e intensas (un desafío para los cultivos), cambios en los ámbitos en los que pueden vivir los animales y pérdida del suministro de agua que históricamente provenía de los glaciares. La mayor parte del calentamiento global se ha dado en las últimas cuatro décadas, coincidiendo con el aumento de la emisión de gases de efecto invernadero por parte del hombre, según ha señalado la NASA.
Por eso lo que se decida en la cumbre será fundamental. Un tema clave estará dado entorno a las discusiones acerca del uso de novedosas tecnologías para remover el dióxido de carbono de la atmósfera terrestre. Aquellos con una visión más ambientalista apoyan la visión de que la solución está dada por directamente reducir emisiones mientras que aquellos más vinculados a las actividades emisoras promueven innovaciones en el como tratar las emisiones ya hechas.
Otra importante novedad traerá la próxima COP es el tratamiento que se le dará a la vinculación de salud y cambio climático. Un día completo de la reunión, ha llevarse a cabo entre el 30 de noviembre y el 12 de diciembre se dedicará a dicha temática y se organizará una reunión ministerial. La Organización Mundial de la Salud estima que entre 2030 y 2050 el cambio climático producirá 250.000 muertes adicionales por año, siendo producidas particularmente por desnutrición, malaria, diarrea y stress debido al aumento de la temperatura.
Otros dos temas también ocuparán un lugar relevante en la reunión. Se discutirá por primera vez desde Paris 2015 el desempeño de los países desarrollados en desembolsar los 100 mil millones de dólares anuales prometidos a los países en desarrollo para sus esfuerzos de mitigación de emisiones. Un tema ya clásico en las discusiones sobre el cambio climático está dado por las divergentes posiciones entre países desarrollados y en desarrollo: mientras los primeros reclaman un descenso en las emisiones a los segundos, los segundos expresan que el cambio climático es fruto de la contaminación industrial que coadyuvó al desarrollo de los países hoy ricos; los países en desarrollo reclaman el poder desarrollarse tal como lo hicieron aquellos en su momento.
Finalmente, otro tema clave de la reunión será evaluar el progreso logrado desde la crucial reunión de París en 2015. El último reporte del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC) ha mostrado que los resultados distan de haber alcanzado las metas trazadas en 2015. Esta reunión expondrá a aquellos países que incumplieron sus metas lo cual generará reverberaciones tanto a nivel doméstico como internacional. Lo más importante de todo es que sirva para tomar el asunto como algo prioritario. El cambio climático es una amenaza innegable, que ya está ocasionando daños irreparables a nuestro bienestar y a la salud del planeta. Si queremos ceñirnos al límite de 1,5 ºC para finales de este siglo, tenemos que reducir las emisiones en todos los sectores —y hacerlo sin demora.