*) Extracto del trabajo publicado en revista Todo es Historia de Octubre 2014, edición 567, bajo el título «Rogelio Frigerio y el pensamiento desarrollista» las tesis del desarrollismo
Las tesis contextuales
No se puede hablar de desarrollo y subdesarrollo, es decir, estadios relativos del desenvolvimiento económico de las naciones, sin una teoría que explique por qué algunas naciones se desarrollan y otras no. Frigerio adscribió en este punto a las tesis marxistas de la (1) la tendencia a la concentración y centralización del capital y (2) el desarrollo desigual[i], como instancias previas o supuestos teóricos de (3) la tesis del deterioro de los términos del intercambio, que había sido el punto de partida de Prebisch.El intercambio desigual no puede analizarse en abstracto, ya que es consecuencia del desarrollo económico desigual, es decir, de las diferencias estructurales de las economías que concurren con sus productos al mercado mundial, con claras ventajas para las economías desarrolladas[ii]. Estos países son además sede del capital concentrado, las corporaciones trasnacionales y epicentro de la planificación de las economías de escala.
A este punto de partida teórico se agrega una tesis de política internacional, la llamada (4) coexistencia pacífica entre los bloques capitalista y comunista, que postulaba que a partir de cierto grado de desarrollo del poder destructivo de las armas de guerra, particularmente al multiplicarse el poderío nuclear, una tercera conflagración mundial es imposible en virtud de que la devastación sería tan severa que no habría ganadores. De aquí se deriva la idea de una competencia económica entre los EEUU y la URSS.
En el marco de la coexistencia y la tendencia a la distensión de los bloques de posguerra, Frigerio también suscribe la tesis clásica de (5) las crisis periódicas de superproducción o subconsumo en el mundo desarrollado[iii]. Esta idea, tributaria de la teoría de las ondas largas del desarrollo capitalista u ondas de Kondratiev, relacionaba el ciclo económico con las dificultades de realización de la inmensa oferta de bienes y servicios del polo desarrollado del planeta, por la insuficiente poder de compra de sus mercados.
Se configura así para Frigerio una inédita (6) oportunidad para el desarrollo: las grandes superpotencias acumulan capital a un ritmo mucho mayor que en cualquier momento histórico del pasado y buscan como nunca oportunidades de inversión a nivel internacional; la guerra mundial no es una opción y la competencia entre los bloques de posguerra debe desarrollarse en los planos diplomático y sobre todo económico; las crisis de superproducción obligan a desarrollar nuevos mercados y brindar ayuda para el desarrollo. Para los países que se decidan a llevar adelante políticas desarrollistas, están dadas “las condiciones de la victoria”.
Las estructuras del atraso
Argentina no es un país pobre o atrasado sin más. Tampoco es un país “en vías de desarrollo”. Se trata de un país subdesarrollado, es decir, un país cuya estructura económica lo inhibe de crecer sostenidamente. ¿Cómo surgió, cómo se configuró esa estructura económica subdesarrollada? Frigerio creyó siempre necesario esbozar una historia crítica de la economía argentina[iv] que lo explicase.
Muy sintéticamente, para Frigerio el problema del subdesarrollo estaba determinado en primer término por la implantación del modelo agroimportador, la modalidad de inserción del país como proveedor de materias primas en la división internacional del trabajo a fines del siglo XIX, y la eventual crisis de este planteo; y en segundo término por el insuficiente, incompleto intento de industrialización por sustitución de importaciones. Uno y otro momento –liberal universalista el primero, nacional populista el segundo–, expresan también una tensión entre corrientes ideológicas e ideas económicas que atraviesa toda la historia argentina.
El librecambismo fue originalmente una respuesta de la comunidad porteña al monopolio comercial, como el liberalismo filosófico y político fue la forma de resistencia a la dominación impuesta por la corona española. El puerto requería de un comercio abierto para crecer sin trabas y desarrollar su potencial. El proteccionismo era, en cambio, la posición tradicional de las pequeñas, incipientes industrias del interior del país, cuyas comunidades debían su renta tanto a la protección de la frágil producción local cuanto a los aranceles de las aduanas interiores.
El liberalismo se expresó orgánicamente en el programa elaborado a partir de la generación del 37 e implementado con determinación por la generación del 80. Después de años de guerras civiles, la organización nacional coincide con el comienzo de (7) la implementación del programa liberal y la implantación del llamado «modelo agroimportador«. Aprovechando un contexto mundial favorable, Argentina fue productora y exportadora de productos primarios (lanas, granos, carnes) e importadora de bienes manufacturados, se transformó en el “granero del mundo”.
El momento liberal fue realmente exitoso, impulsó a la economía argentina a uno de los ciclos de crecimiento más importantes de su historia. El país recibió un formidable caudal migratorio, fue un destinatario privilegiado de flujos de inversión mundial y participó con una proporción importantísima del comercio mundial. El proceso tuvo su cenit en el Centenario, y entró en crisis más o menos definitiva en 1930.
El contrapunto del programa liberal lo constituye (8)el populismo peronista. Su génesis está dada por circunstancias externas. Durante las dos guerras mundiales, Argentina vio bloqueada la posibilidad de importar las manufacturas que le proveía le metrópoli, y en virtud de esta circunstancia excepcional la incipiente industria nacional recibió el impulso que las políticas públicas liberales le negaban hasta entonces. El modelo de industrialización por sustitución de importaciones se desarrolló a contracorriente del pensamiento político y económico predominante, y sólo se consolidó con la aparición del peronismo.
Sobre la base de la industrialización forzosa y la acumulación de divisas resultante de la segunda guerra mundial, el justicialismo impulsó la expansión económica a partir del acceso de las masas populares al consumo masivo y el fomento de la industrialización liviana. El crecimiento de la industria, sin embargo, se dio de manera espontánea, impulsada por las necesidades y sin una adecuada planificación. Faltó la inversión en infraestructura e industria pesada que la proveyera de insumos y servicios básicos.
El desarrollismo se presenta como un momento integrador, superador de la contradicción liberalismo/populismo, y plantea que para ello es necesario completar el modelo de industrialización por sustitución de importaciones con la erección de la industria pesada, la integración nacional y la definitiva transformación de la estructura económica agroimportadora.
Las tesis del programáticas
Si hemos de encontrar una caracterización básica, el subdesarrollo se define por la falta de inversión. Por eso el corazón del desarrollismo es la (9) tesis de la inversión masiva. El desarrollo económico requiere un aumento significativo de la tasa de ahorro y capitalización, y la implantación de un modelo de acumulación e inversión que movilice el resto de los factores productivos. Argentina cuenta con formidables recursos naturales y humanos, históricamente desaprovechados[v] porque falta el capital aplicado a explotarlos.
Sólo la inversión masiva permite avanzar en el sentido de la (10) integración económica nacional. Este objetivo geopolítico del desarrollismo es parte de una vocación “integracionista” más amplia (social, política, cultural), que funciona como idea matriz del desarrollismo, y tiene dos dimensiones frecuentemente señaladas por Frigerio: la integración vertical y la integración horizontal.
La (11) integración vertical implicaba la conformación de lo que hoy denominaríamos cadenas de valor a lo largo de las diferentes etapas de la producción, desde la explotación agropecuaria y la extracción minera e hidrocarburífera, pasando por las industrias pesadas (metalúrgica, siderúrgica, química y petroquímica, celulósica) y las industrias de bienes de capital, tal que abastecieran de insumos y equipos a la industria liviana. La crítica de Frigerio al peronismo partía, precisamente, de señalar que el desarrollo de la industria liviana había ocurrido a expensas de la necesaria implantación de las “industrias de industrias”, que debían estar a la base de aquélla. Los cuellos de botella en materia de energía, infraestructura, equipos e insumos determinaban y explicaban la crisis del modelo económico peronista.
La (12) integración horizontal implicaba la explotación de los recursos y la movilización de factores todo a lo largo y a lo ancho del país, esto es, el desarrollo de polos de crecimiento que dinamizaran y expandieran las economías regionales. Un tema clásico del desarrollismo fue la necesidad de “romper con el cerco de los 300 kilómetros”, esto es, generar actividades económicas significativas más allá del área de influencia del puerto, que había funcionado como eje absoluto del crecimiento para el modelo agroimportador.
La transformación de la estructura productiva implicaba entonces la erección de la industria pesada, un gigantesco esfuerzo de producción de energía y la ampliación de la infraestructura de comunicaciones y transporte. Naturalmente, los proyectos de inversión de estas características requerían volúmenes de capital muy por encima de las capacidades del país, y por lo demás implicaban riesgos y plazos de amortización que no se compadecían con las condiciones económicas existentes. De ahí la idea típicamente frigerista (y abiertamente contraria alas del liberalismo local) de que si se dejase librada al mercado la decisión de dónde y cómo invertir, el resultado sería la reproducción de la estructura del subdesarrollo.
La integración económica nacional, pensaba Frigerio, no puede ocurrir espontáneamente; es necesario un programa de inversiones prioritarias y la firme determinación política en el máximo nivel de decisión nacional. Así se configura el (13) rol del Estado en la asignación de prioridades. Sólo el Estado nacional tiene los resortes necesarios no sólo en la planificación (para estudiar a fondo los problemas y fijar las prioridades de desarrollo) sino en la ejecución del plan, esto es, en arbitrar los mecanismos de incentivo (fiscales, crediticios, etc.) que orienten efectivamente la inversión allí donde se requiere. Las prioridades en 1958 eran el petróleo y la siderurgia, la energía, la química pesada y la petroquímica, los transportes, las comunicaciones y la tecnificación del agro.
Pero esto no era suficiente para Frigerio, y a ello agregaba la (14) tesis del ritmo. En efecto, el impulso de desarrollo en los rubros señalados debía ser tal que efectivamente concretara el “cambio de estructuras”, esto es: alterara las ecuaciones económicas de manera tal que la economía completa, como un todo, rompiera la hegemonía del puerto y conformase el nuevo esquema de integración económica nacional.
Y aquí aparece otra de las tesis más controversiales de Frigerio. El esfuerzo de inversión requerido no guardaba relación con la tasa de acumulación interna de la economía, no podía financiarse con el ahorro nacional. No se trataba, tampoco, de reducir el consumo y ahorrar más. La fórmula del desarrollo se completaba con la participación de (15) el capital extranjero.
El Frente Nacional y la alianza de clases
Si las ideas económicas de Frigerio se inscriben en la matriz más universal del marxismo, el materialismo histórico y la teoría del valor–trabajo, lo mismo ocurre con sus ideas políticas, fuertemente influenciadas por el leninismo clásico y los aportes de Antonio Gramsci.
Una vez asumido que el problema fundamental del país lo constituía el subdesarrollo, Frigerio propuso una redefinición de los términos del debate político argentino. Las diferentes clases y sectores del país, decía, tienen naturalmente sus propios intereses particulares, muchas veces contradictorios entre sí. Sin embargo, el interés objetivo de todas ellas coincide en la necesidad de impulsar el desarrollo y la integración nacional, esto es, de ser nación en términos cabales.
Tal es el filtro con el cual Frigerio y el desarrollismo enjuiciaron a las diferentes corrientes del pensamiento económico y político local, y por medio del cual redefinieron las principales cuestiones que animaban el debate ideológico de mediados del siglo XX. Los intereses sectoriales o de clase debían, pues, para Frigerio, encontrar su síntesis en el interés nacional orientado al desarrollo. La estrategia política adoptada fue pregonar estas tesis a través del debate, el “esclarecimiento” de los problemas nacionales, y la difusión de las ideas del desarrollo.
La primer y más meritoria expresión de esta estrategia podríamos decir gramsciana, fue la segunda época de la Revista “Qué”, a partir de 1956. La acción política directa, en cambio, se organizó siguiendo el modelo leninista clásico de un partido de cuadros, más o menos profesionalizado, que se materializó, luego de la fractura de la UCRI, en la fundación del Movimiento de Integración y Desarrollo (MID) en 1964[i].
A diferencia de Frondizi, con su formación liberal democrática y su demostrada aptitud para el liderazgo de un partido grande y heterogéneo como lo fue el radicalismo, Frigerio provenía y apuntaba a otra matriz de acción política. Frigerio no aspiraba a construir un partido de masas, rol que presuponía desempeñaba con naturalidad y eficacia el peronismo (por ello concebido siempre como un “aliado natural” del desarrollismo). El MID se planteó como una herramienta política para el Frente Nacional, esto es, un partido de profesionales de la política concebido con la finalidad de lograr la alianza de clases y sectores (16) postulado en la teoría.
Revival del desarrollismo
La perspectiva histórica, a más de medio siglo de la experiencia desarrollista, permite valorarla con distancia respecto del calor de los debates que daban marco a la formulación tardía del ideario desarrollista. En verdad es notable que una experiencia de gobierno tan rica se haya desarrollado en tan corto lapso de tiempo, en un clima de tremenda hostilidad desde la derecha hasta la izquierda, pasando por el partido militar –que protagonizó no menos de 20 conatos de golpe de estado–, el peronismo, que veía en Frondizi a una seria amenaza, y el propio radicalismo, que veía muchas de sus ideas tradicionales “traicionadas” por el frondo–frigerismo.
En una primera lectura, la referencia permanente al gobierno en la bibliografía de Frigerio y su grupo puede parecer muchas veces apologética o autocomplaciente. La larga crisis argentina y el fracaso muchas veces estruendoso de las respuestas ensayadas en las décadas que siguieron, ayudan sin embargo a valorar de nuevo en toda su dimensión la audacia, originalidad, solvencia, coraje y determinación de Frondizi, Frigerio y el grupo que los acompañaba.
Las figuras de los viejos líderes del desarrollismo son respetadas hoy por la casi totalidad del arco ideológico y político, destacadas como modelos de estadistas, de políticos estudiosos y comprometidos. Al mismo tiempo, en la medida en que se repiten periódicamente las crisis, reproduciendo el péndulo liberal–populista que tantas veces describieron, cobra nueva dimensión la idea de que la transformación de la estructura productiva argentina, la integración y el desarrollo constituyen todavía una asignatura pendiente.
El desarrollismo frigerista | |||
Tesis Contextuales | (7) Crítica del modelo agroimportador (momento liberal) |
Tesis Programáticas | |
(1) Tesis de la concentración del capital
(2) Tesis del desarrollo desigual (3) Tesis del deterioro de los términos del intercambio (4) Tesis de la coexistencia pacífica (5) Tesis de la crisis de superproducción |
(9) Tesis de la inversión masiva (10) Tesis de la integración nacional (11) Tesis (derivada) de la industrialización completa (integración vertical) (12) Tesis (derivada) del desarrollo del interior (integración horizontal) (13) Tesis del rol del Estado y las prioridades (14) Tesis del ritmo (15) Tesis del capital extranjero |
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(8) Crítica del peronismo (momento populista) |
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(6)Oportunidad para el desarrollo | (16) Alianza de clases |
[i] El ala izquierda, progresista de la UCRI se encolumnó detrás de Oscar Alende en el Partido Intransigente (PI).
[i] Una formulación acabada de estas tesis clásicas del marxismo puede encontrarse en Sweezy, Paul: “Teoría del desarrollo capitalista” (1946), en Lange, Oskar: “Economía Política” (1963), o en Baran, Paul y Sweezy, Paul: “El capital monopolista” (1966).
[ii] Cf. por ejemplo Arghiri Emmanuel, “El intercambio desigual” (1962).
[iii] Cf. Sweezy, op. cit. y Mandel, Ernst: “Las ondas largas del desarrollo capitalista” (1080).
[iv] Cf. su prólogo a “Las corrientes ideológicas en la historia argentina”, de Marcos Merchensky, luego editado como separata, y también la “Síntesis de la historia crítica de la economía argentina” (1983).
[v] El desempleo, es decir, el desaprovechamiento forzado del factor trabajo, no era un problema en la economía en el momento en que se formuló el desarrollismo.
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