
China domina hoy una amplia gama de industrias, tanto tradicionales como emergentes, desde el acero y la construcción naval hasta las baterías de litio y los vehículos eléctricos. En 2023, China fue el mayor exportador neto de productos manufacturados, cuyo valor superó los USD 1,8 mil billones. Según las previsiones de las Naciones Unidas, para el 2030, la industrial China totalizará el 45% de la producción industrial global.
La política industrial china no se limita a aranceles y subvenciones. China utiliza una gama amplia de herramientas y estrategias políticas para adquirir tecnología y desarrollar su capacidad industrial. Entre ellas se incluyen barreras proteccionistas, asociación con empresas extranjeras, préstamos de bancos estatales, espionaje industrial, caza furtiva de talentos, apoyo en la adquisición de terrenos e infraestructuras, acuerdos sobre recursos con gobiernos extranjeros e inversiones estratégicas en el exterior, por nombrar sólo algunos.
No se trata de medidas pasivas y estáticas, sino más bien de políticas públicas activas, que implican la coordinación o la intervención directa de organizaciones estatales.
La política industrial de China también implica toda una serie de entidades estatales y privadas asociadas: empresas estatales, centros de investigación estatales, universidades, asociaciones industriales, vehículos de financiación de los gobiernos locales, empresas de capital riesgo, asociaciones con empresas y universidades extranjeras. Los esfuerzos del Estado para apoyar a las empresas chinas se extienden a menudo a través de múltiples niveles de gobierno, desde los gobiernos locales hasta los ministerios centrales y las administraciones locales.
Si analizamos las políticas públicas de desarrollo industrial se centran en 3 objetivos:
1-Adquisición de tecnología extranjera.
Un componente central de la política industrial china ha sido la adquisición de tecnología extranjera a través de empresas conjuntas y otras asociaciones con empresas extranjeras. En toda una serie de industrias, China ha exigido a las empresas extranjeras que desean vender al mercado chino que establezcan instalaciones de fabricación en China, a menudo a través de asociaciones con empresas chinas – «acceso al mercado a cambio de tecnología». Además de las instalaciones de fabricación conjunta, China también presiona a las empresas extranjeras para que establecer centros de I+D para compartir tecnología punta y formar a los chinos.
2-Adaptabilidad
Otra característica clave de la política industrial china es su adaptabilidad. China ha demostrado su capacidad para ajustar o incluso reorientar drásticamente su estrategia industrial en respuesta a retos u oportunidades. Para una industria determinada, China suele emplear múltiples estrategias simultáneamente, probando a ver qué funciona y luego rápidamente la apuesta por las que parecen ganar tracción. Este proceso de ensayo y error suele ser despilfarrador e ineficaz, y conduce a muchos callejones sin salida políticos y empresas fracasadas. En política industrial, D. Rodrik plantea que el capital de riesgo puede resultar en «un pequeño número de inversiones exitosas que compensará las inversiones fallidas». Desde el punto de vista de Pekín, estos esfuerzos se justifican en última instancia por el progreso general de China en el impulso de la modernización industrial y el desarrollo económico.
La política industrial china también se ha adaptado a las restricciones externas al acceso de China a la tecnología punta, como ejemplifican sus sectores de semiconductores y de IA. Durante décadas, China ha probado una serie de estrategias para desarrollar su industria de semiconductores. Esto incluye empresas conjuntas con líderes de la industria, y los esfuerzos para cazar los mejores talentos de los competidores extranjeros. A partir de 2014, un año antes del lanzamiento del programa “Made in China 2025”, China comenzó a verter dinero en la industria a través de varias oleadas de fondos de inversión en semiconductores respaldados por el Estado.
3-Crecimiento hacia afuera.
Exportar productos a mercados extranjeros no es nada nuevo para China. Desde los primeros tiempos de la era reformista, China ha intentado utilizar las exportaciones para obtener divisas e impulsar el crecimiento económico, siguiendo un modelo de desarrollo basado en las exportaciones que se aplica en varios países de Asia Oriental. A finales de la década de 1990 y principios de la de 2000, China emprendió una estrategia de «salida al exterior» que animaba a las empresas chinas a invertir en mercados extranjeros. Más recientemente, la Iniciativas como la Ruta de la Seda, ha tratado de aprovechar la influencia china en la economía mundial a partir de capacidades de financiación y construcción para desarrollar infraestructuras que garanticen el abastecimiento de materias primas y rutas comerciales.
La preocupación internacional por las exportaciones chinas y la inversión exterior tampoco es nueva. Las exportaciones chinas de grandes volúmenes de bienes baratos, como el acero se han enfrentado a investigaciones antidumping de EE.UU., Europa y otros países desde la entrada de China en la OMC. Lo que es diferente esta vez es que China compite cada vez más con empresas estadounidenses, europeas, japonesas y coreanas en sectores de alto valor y alta tecnología que antes dominaban. Anteriormente, las exportaciones chinas solían concentrarse en productos de menor valor y baja tecnología que aprovechar las ventajas de China en cuanto a costos laborales más bajos, así como normas medioambientales y protecciones laborales menos estrictas. Ahora, impulsadas en gran parte por programas de política industrial como “Made in China 2025”, las empresas chinas están ganando terreno o incluso dominando la fabricación avanzada y las industrias de alta tecnología, como los vehículos eléctricos, las baterías, construcción naval, semiconductores y robótica industrial.
¿Y occidente?
En tan solo 20 años, la geografía de la industria mundial ha cambiado por completo. La transformación industrial de China ha sido verdaderamente notable. En el año 2000, China representaba el 6% de la producción industrial mundial, para 2030, China representará el 45%.
En parte este proceso se explica por la deslocalización industrial de multinacionales occidentales en China y las exitosas y persistentes políticas industriales chinas citadas anteriormente.
Ahora bien: ¿Por qué las empresas extranjeras invierten en China? ¡Porque obtienen ganancias masivas!
China se ha convertido en la fábrica del mundo y explica en parte la decadencia económica e industrial de occidente. La creciente retórica occidental «antichina», tiene más que ver con el hecho de que la hegemonía económica occidental está siendo amenazada por el gigante asiático.