En una estrategia sumamente planificada, China está liderando ampliamente el tendido de la inmensa red radioeléctrica y de teleconexiones que implica el desarrollo del 5G. Lo hace a través de la empresa Huawei, pero también de la estatal ZTE, China desarrollando tanto las patentes críticas como la instalación de infraestructura y los servicios para las comunicaciones de última generación. Ya sea por su empresa estatal o por la «privada» Huawei, los chinos son los más avanzados y competitivos en una tecnología clave para el ecosistema digital en que ya estamos inmensos. Este liderazgo tiene profundos efectos en la geopolítica internacional, pues se trata de una tecnología sumamente sensible y crítica al punto que varios países, empezando por Estados Unidos, han prohibido, o cercenado, a Huawei como proveedor de tecnología 5G en sus territorios
5G: La red en la que personas y artefactos estaremos interconectados en tiempo real
Una cuestión geopolítica sumamente sensible
Recientemente, a fines de abril de 2023, la Cámara de los Representantes de Estados Unidos aprobó el proyecto de ley contra “las telecomunicaciones no confiables en el extranjero” (H.R. 1149), presentado por la demócrata Susan Wild con un amplio apoyo de los republicanos. Si lo aprueba el Senado, el Departamento de Estado podrá tomar medidas contra el uso de equipos o servicios de telecomunicaciones producidos por Huawei o ZTE en países aliados o con acuerdos de defensa.
El fundamento principal de esta prohibición radica en el artículo número 7 de la ley de inteligencia nacional China, que establece la obligación de las organizaciones y ciudadanos a compartir información con el servicio de inteligencia del Estado.
¿Tanta preocupación por lo que las personas hagamos con nuestros teléfonos? No. El impacto del 5G como vimos en la introducción es mucho más profundo y considerable. Ya no se trataría tanto o solamente de los datos y las comunicaciones de la ciudadanía, ni siquiera de información estratégica referida a los sistemas productivos. El 5G será la interconectividad de todas los sistemas y entornos tecnológicos, incluso los estratégicos como el control de misiles o las plantas nucleares. Pero incluso en una sociedad tan dependiente de la infraestructura de telecomunicaciones, un apagón o sabotaje de las redes 5G tendría un impacto tan grande como un corte de suministro eléctrico generalizado. “Las guerras en el mundo no pasarán por armas militares como misiles, sino por alguien que apague tu planta de energía y pueda hacer lo mismo en una planta nuclear. Todo esto puede ser muy peligroso y estamos muy preocupados”, explicó sintetizo al respecto el embajador norteamericano en la Argentina, Marc Stanley. “Permitir a equipos de compañías de China en cualquier lugar de la red 5G crea riesgos inaceptables para la seguridad nacional, la infraestructura crítica, la privacidad y los derechos humanos”, señala, en la misma línea, un documento del Departamento de Estado especialmente elaborado para fijar posición sobre el asunto. El mismo documento deja claro la posición de Estados Unidos al respecto de manera contundente:
- Las normas nacionales para las redes 5G deben tomar en cuenta el país y el modelo de gobierno donde tienen su sede las empresas de los equipos y los programas informáticos de 5G.
• No puede haber confianza cuando los vendedores está sometidos a manipulaciones secretas por un gobierno autoritario como el de la República Popular China, que carece de un poder judicial independiente y de un estado de derecho que impida el uso incorrecto de los datos.
• Nuestros expertos técnicos consideran que ningún arreglo técnico puede mitigar los riegos generales de permitir los equipos de Huawei y ZTE en cualquier lugar de la infraestructura de la red 5G. - Ericsson (de Suecia), Nokia (de Finlandia) y Samsung (de Corea del Sur) tienen equipos excelentes y costos competitivos y no están sometidos al capricho de regímenes autoritarios.
Para compensar esta situación Estados Unidos impulsa a sus socios europeos, Erickson o Nokia que están menos rezagados que ellos mismos, o promueve la iniciativa OpenRAN, un sistema que promueve la interoperabilidad de la infraestructura crítica. En concreto se trata del acople de componentes fabricados por distintos proveedores entre los que podrían entrar grandes compañías estadounidenses como CISCO, que tienen avances en algunos de ellos. El argumento a favor es que países como el nuestro podrán crear empresas de tecnología nacional innovadoras que aporten componentes al Open RAN no sólo para el mercado nacional sino también para exportar en la región y más allá. Las críticas al respecto son la seguridad de estos ensamblajes, la calidad y mantenimiento de sus prestaciones, así como la resolución de posibles inconvenientes técnicos. Lo paradójico es que esta es la mejor alternativa que Estados Unidos puede ofrecer a la propuesta de Huawei.
El bloqueo a Huawei
Huawei fue fundada en 1987 en Shenzhen, sur de China, por Ren Zhengfei, un exoficial del ejército. Comenzó a fabricar equipos de comunicaciones para redes de telefonía móvil y ahora es un líder mundial que emplea a 180.000 trabajadores. Hoy es el segundo proveedor de teléfonos inteligentes del mundo después de Samsung, con un 18% del mercado, y por delante de Apple y otros. Respecto al tema que nos ocupa, Huawei negó en más de una oportunidad tener “puertas traseras” o “backdoors” en sus redes 5G. En un documento especialmente elaborado al respecto, al empresa desmiente estar controlada o infiltrada por el gobierno chino. Dice textualmente: “Para ser absolutamente claros, a pesar de lo que dicen las numerosas versiones inexactas de los medios de comunicación, la ley china no exige a Huawei que instale “puertas traseras” en redes ni equipos. Este punto ha sido aclarado por el Ministerio de Relaciones Exteriores de la República Popular China” declarándose como una empresa privada cuyos únicos dueños son sus empleados y de la cual ningún tercero, incluido el gobierno chino, tiene participación alguna agregando que “nunca pondríamos en peligro ni dañaríamos a ningún país, organización ni individuo, especialmente cuando se trata de la seguridad informática y la protección de la privacidad de los usuarios”.
En la misma línea, el embajador argentino en China, Sabino Vaca Narvaja, considera que “No hay ningún documento serio, ni ninguna cuestión que tenga un análisis científico sobre estas acusaciones. Están en el terreno de la política. Esto es como decir que hay tecnología mala o buena, lo importante es para qué la usas”.
Más allá de quien tenga razón, está claro que de ninguna manera Estados Unidos sustentara su infraestructura 5G con tecnología de Huawei. El enfrentamiento con China en el ciberespacio es un escenario que evidentemente es más que posible en el trasfondo de disputa por la hegemonía global entre ambos países, e incluso un campo de acción fundamental en caso de un enfrentamiento abierto aún en escala menor. Sus aliados estratégicos de la OTAN, y extra OTAN, piensan de la misma manera y tampoco nada quieren saber de poner en riesgo de infiltración china a sus redes y servidores. Acá es clave tengan la misma posición pues al compartir datos y redes, una potencial infiltración en una red local implicaría infiltraciones en todos los sistemas de las naciones conjuntas. Gran Bretaña ya prohibió a los proveedores de 5G comprar equipamiento chino. En Australia le dijeron tempranamente “A Huawei, no way”. Suecia y Nueva Zelanda hicieron lo mismo y Alemania le pone reparos y trabas a sus productos anticipando su decisión.
¿Y la Argentina? ¿Qué decisión deberá tomar al respecto sabiendo las implicancias que dicha decisión tendrán en su relación con ambas potencias, especialmente con Estados Unidos que es la más condicionante al respecto? Claramente si quiere estar «en buena conexión» geopolítica y económica con el país del norte, no será teniendo la red 5G que provee Huawei.
Continúara…