La compleja misión de Trump para doblegar a Putin

La impasibilidad del Kremlin es una constante para poner fin al conflicto con Ucrania. El líder ruso persiste con cumplir su sueño de reconstruir el imperio ruso y recuperar el estatus de potencia mundial.

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President Trump greets Russian President Vladimir Putin on the tarmac in Anchorage, Alaska, on August 15. Photo: Andrew Caballero-Reynolds/AFP via Getty Images
President Trump greets Russian President Vladimir Putin on the tarmac in Anchorage, Alaska, on August 15. Photo: Andrew Caballero-Reynolds/AFP via Getty Images

Tras lograr el acuerdo de alto el fuego en la Franja de Gaza y auspiciar las mismas circunstancia entre Tailandia y Camboya, el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, se dispuso a intentar poner fin a la Guerra de Ucrania.

Envalentonado, el republicano, considerado el hacedor de la paz en Oriente Medio, anunció un nuevo encuentro con su homólogo ruso Vladimir Putin en Budapest, Hungría, que finalmente no se concretó y quedó en la nada misma. Su pasado encuentro del 15 de agosto en la cumbre de Alaska no generó ningún avance significativo y fue pura ganancia para el autócrata ruso que logró cierta rehabilitación internacional.

La promesa de Trump de terminar la guerra en 24 horas fue una utopía. Ya van ocho meses de arduas negociaciones que tuvo reiteradas pleitesías a Putin y destrato, con idas y vueltas, a su homólogo ucraniano Volodímir Zelenski. Trump, sin embargo, continúa con la difícil tarea de tratar de doblegar a Putin para lograr un acuerdo que termine el conflicto bélico con Kiev. Molesto y decepcionado aplicó sanciones contra las principales petroleras rusas: Lukoil y Rosneft, exportadoras del 40% del crudo ruso.

Además, el magnate republicano tiene la intención de solicitar al presidente chino, Xi Jinping, que intervenga para acercar posiciones con Putin. La República Popular mantiene una relación especial inquebrantable con Rusia y es un su gran sostén para su golpeada economía. Pekín muestra ser un actor neutral y predispuesto a mediar por la paz, pero sostiene su preocupación en materia de seguridad de Rusia sobre la expansión de la OTAN.

Desde Moscú, la intransigencia es una constante en Putin, con una postura indómita y calculadora marca el ritmo de las negociaciones. Respuesta ambiguas son la moneda corriente aplicada por el Kremlin. Su estrategia persiste en dilatar cualquier posible acuerdo con su par ucraniano, Volodímir Zelenski. Aunque, Putin, mantiene los canales abiertos con Washington a un nuevo encuentro con el inquilino de la Casa Blanca. Pero al mismo tiempo surgen amenazas del uso de armas nucleares entre ambos, lo que abre la puerta a una nueva carrera armamentística tras 30 años cuando cesaron todas las pruebas al término de la Guerra Fría.

Tras casi cuatro años de arduos combates, los objetivos que se fijó el Kremlin siguen incompletos. En vano su “operación especial” iba a tener una duración de tras días. La realidad fue otra y los férreos combates continúa. Encima la OTAN se agrando con las membresías de Finlandia y Suecia. Moscú perdió todos los contratos gasísticos en Europa y sobre Putin pesa una captura por el Tribunal Penal Internacional a cambio de territorios conquistados por sus proxis separatistas en 2014 y otra fracción durante las primeras semanas de invasión.

Pocos a veces hubo de las fuerzas rusas desde el otoño 2022, entre los 70 kilómetros que separan Bajmut y Pokrovsk, dejó a su paso por los campos miles de muertos, destrucción masiva y material militar destruido de la era la soviética.

La aventura bélica ucraniana ha costado a Rusia un millón de bajas en su ejército, mal formación y entrenamiento de los reclutas, adicciones al fentanilo y una corrupción constante en las altas esferas del escalafón militar. Impasible, Putin es una incógnita, que ante semejante desastre no quiera o no sepa salir de esta guerra catastrófica para Rusia.

La compleja posición de Trump

Con firmeza, Trump supo sentar en la misma mesa de negociaciones a Hamas y al premier israelí, Benjamín Netanyahu, al que obligó a pedir las disculpas pertinentes a los cataríes luego de las incursiones deliberas de Israel en Doha.

Trump, sin embargo, no ha logrado doblegar la impasibilidad de Putin o no quiere romper su relación con el líder ruso. Ha sido una misión imposible para el magnate que haya una comunicación telefónica de Putin con Zelenski. La contradicción es una constante es este asunto para Trump. Habiendo logrado un exitoso alto el fuego en Oriente Medio y entre Tailandia y Camboya, en cambio, con la Guerra de Ucrania su intervención es un rotundo fracaso. Los halagos con ciertos entendimientos, el gran recibimiento en Alaska y sus constantes intentos de sometimiento a Zelenski, poco efecto generó en Putin. Parece ser que nada funciona para doblegar al autócrata ruso.

Moscú mantiene en línea fija su propaganda que el conflicto con Ucrania es “existencial”. En definitiva, es un capricho bélico de Putin y su entorno acólito. Dubitativo, Trump tiene en sus manos proveer a Ucrania de los misiles Tomahawk, que ya tiene el guiño del Pentágono, que podrían generar un daño a Rusia en un momento delicado, pero también puede elevar una escalada sin precedentes en el conflicto.

Además, existe la posibilidad compleja que la Unión Europea (UE) aceda acordar un crédito de 140.000 millones de euros para Ucrania en adelanto a futuras indemnizaciones de guerra y equivalente al valor de los activos rusos embargados en Bélgica. Pero hay una traba importante que es la hostilidad de algunos países de la UE a cualquier compensación de deuda. Además, Bruselas exige las garantías compartidas pues los activos rusos se radican en ese país.

Rusia no cede y redobla la apuesta

Sin dudas, la apuesta de Vladimir Putin es una victoria total sobre Ucrania y no someterse ante las exigencias de Occidente. En los últimos meses, el Kremlin ha iniciado un guerra híbrida sobre Europa, que puede poner en jaque al Viejo Continente y es una prueba real a la solidez de la OTAN como alianza. La provocación es una marca registrada de Putin.

En el frente de batalla, las calamidades que afrontan las tropas rusas bajan el desempeño en sus filas. Aún Rusia, en casi cuatro años de guerra, no pudo conquistar en su totalidad la región de Donetsk. A pesar de las limitaciones de

las fuerzas ucranianas, Moscú estaría ante las puertas de poner en marcha una nueva movilización o cambiar sus estrategias para tomar la región si su intención es proseguir el conflicto en el próximo año 2026.

Sin embargo, no se puede esconder la realidad. Rusia afronta varias limitaciones materiales, de reclutamiento y sobre todo económicas que presionan a Moscú para mantener su capacidad en el esfuerzo bélico. El Fondo Nacional Soberano de la Riqueza de Rusia se agota en cada movimiento para mantener la guerra. El conflicto se está alimentando a costa de grandes recortes en salud, educación e infraestructura.

Indiferente ante semejante escenario, Putin continúa con mano dura cumplir su sueño de reconstruir el imperio ruso y recuperar el estatus de potencia mundial. Mientras tanto, la guerra va a cumplir un horrendo cuarto aniversario. La salida al conflicto sigue en un laberinto sin salida.

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