La educación es uno de los temas clave para el desarrollo del país, según la visión de Eduardo Levy Yeyati. Es un tema en el que insiste recurrentemente. En la entrevista con Visión Desarrollista, sin embargo, matiza: «Cuando hay un problema de empleo, muchos dicen: «Hay que educar». Sí, hay que educar y después hay que crear trabajo. Porque, si no, generás desaliento y sobreeducación. Generás, entre comillas, el ingeniero en el taxi». Levy Yeyati defiende la educación como un motor del progreso, pero critica el sistema argentino: «Es una educación elitista, está pensada para menos gente».
Si existe una idea arraigada en la clase media argentina es la de M’hijo el dotor. Que la base del progreso es la educación es un consenso casi incuestionable. Levy Yetati, no obstante, se atreve a ir en contra: «Una persona tiene una capacidad de crecimiento que va a estar alimentada por su educación, por su sociedad y por su hogar. No se olviden de que hay una fuertísima —demasiado fuerte, lamentablemente— correlación entre el nivel de ingresos del hogar de origen y todo lo que uno hace en la vida. La educación se supone que tiene que achicar esa correlación, que tiene que igualar. Pero iguala muy poco. Y en otros países también iguala muy poco». Entre las razones, explica, está la diferente estimulación intelectual que hay en los hogares de ingresos altos y los de ingresos bajos, y la segregación entre colegios de ricos y colegios de pobres, pero también apunta al tipo de educación: la tilda de elitista.
«Básicamente, uno entra en el primario, después va al secundario y después a la universidad. Esa es la educación; esa es la hoja de ruta. Si uno se cae del secundario, se va a su casa: es un secundario incompleto. Si uno tiene la suerte de terminar el secundario, entra a una universidad donde el 25% se gradúa. El resto es universitario incompleto. El tipo que es secundario incompleto o universitario incompleto se lleva muy poco de ese proceso educativo. Y no tiene ninguna colectora. Es como si fuera por una autopista que termina en la universidad. Y llega muy poquita gente hasta el final. Todos los demás quedan ahí colgados de una liana y no tienen un plan b», apunta Levy Yeyati. Para él, la solución pasa por promover carreras más cortas con mejor inserción laboral.
Otro punto flaco, señala Levy Yeyati, es la formación profesional. «Toda la gente que no va más a la escuela se forma en lo que se llama la formación profesional. En los países que tienen buena educación profesional, esta se da en las empresas, no en las escuelas. Argentina no tiene mucha formación profesional. A los empresarios les digo siempre lo mismo: la formación profesional debería ser la nueva responsabilidad social empresaria», apunta.
Solo con educación no alcanza
La Universidad Di Tella hizo un informe que arroja un resultado, a priori, sorprendente: hay sobreeducación en Argentina. No se trata de una noticia para felicitar al sistema educativo, es el reflejo de una economía que no genera empleos calificados. El índice vincula el nivel de complejidad del trabajo y el grado de estudios del empledo. «La cobertura y la graduación secundaria aumentó bastante en los últimos diez años. Si uno agarra localidad por localidad, donde más aumentó la oferta de secundarios, más aumento la sobreeducación», explica el economista. Su conclusión: la educación no crea su propia demanda.
Con un tercio de la población por debajo de la línea de la pobreza, uno de los principales desafíos del país es incluir a este sector en la economía formal. Brindar la oportunidad de que tengan un futuro. El lugar común apunta a la misma solución que para la falta de empleo: más educación. Levy Yeyati replica: «Sin duda, es una población que hay que subsidiar porque no tiene productividad suficiente para vivir pura y exclusivamente de su trabajo. Es fundamental generar cuanto antes alguna modalidad de empleo, para evitar que los hijos reproduzcan el círculo de pobreza. La única forma es generar una solución transitoria. A esos trabajadores habrá que subsidiarlos hasta que se retiren de la vida activa para que sus hijos estudien. Esa es la única forma de resolverlo». Levy Yeyati no ve el subsidio de los marginados como un gasto inútil. «Es la inversión social más redituable y es la única forma de resolver el problema fiscal a largo plazo. Si producen, hay más producto, si no, igual hay que darles de comer. No se los puede dejar en la calle».
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