La revolución digital es un cambio de paradigma, no solo un cambio de tecnología, explicó Raquel Ariza. La directora del Centro del INTI de Diseño Industrial y especialista en transformación digital describió así el fenómeno en la jornada de la Usina Desarrollista sobre la cuarta revolución industrial. “Las primeras tres revoluciones iban en la misma línea, se producía algo que alguien más consumía. La lógica de la digitalización es diferente a la de la producción”, completó y señaló que la velocidad a la que ocurren los cambios es otra de las características de la nueva etapa.
La principal diferencia, explicó la experta, se ve en la secuencia del modelo productivo. Durante las primeras tres etapas, se mantuvo un esquema en el que primero se manufacturaba un producto, luego se comercializaba y finalmente llegaba al usuario. “En el modelo de hoy, se trabaja con el usuario, existe un codiseño antes de que se fabrique el producto”, planteó.
El cambio en los modelos de negocio repercute en la organización de la economía en general. “Hoy no importa tanto el capital, quién tiene las máquinas, los medios de producción, sino quién entiende mejor las necesidades y da las mejores respuestas”, argumentó Ariza. Y también hay un giro desde la lógica de poseer bienes a consumir servicios. “Antes se pensaba en tener un auto, ahora en que necesito moverme de un lugar a otro. Y hay distintas soluciones para eso”, explicó.
Detrás de la transformación digital, existen cambios en los modos de diseño y producción. “El bien tangible sigue existiendo”, subrayó la diseñadora. Una aclaración que parece innecesaria, pero que se pierde de vista en el debate sobre la revolución 4.0. “Hay mucho detrás de la impresión 3D, para que eso pueda suceder se debe diseñar digitalmente”, precisó.
La oportunidad argentina
“El país tiene muchísima capacidad en software y en diseño”, según la experta. Aunque Argentina desarrolla software para todo el mundo, el desarrollo se ve limitado a la exportación de horas hombre, pero no de productos terminados, destacó Ariza. “El gran desafío es lograr que el producto se venda de acá hacia el mundo. Como productos integrados. La industria del software avanzó, pero la parte metalmecánica no. El desafío es integrar las dos, porque así se pueden exportar productos completos con mayor valor agregado y más cobertura laboral”, resumió la diseñadora.
La transformación digital no es el fin del trabajo, según Ariza. “No es que con la tecnología la gente se va a quedar sin trabajo, son otros puestos, con otras características. La clave no pasa por sustituir a las personas por inteligencia artificial, sino por la complementación de ambas”, aseguró.