Petro
Gustavo Petro y Francia Márquez festejan durante la noche de su triunfo electoral. / Facebook (gustavopetrourrego)

El 9 de marzo de 1990, el grupo guerrillero M-19 abandonó las armas; 32 años después, uno de sus miembros ganó la presidencia de Colombia. Con el triunfo del domingo pasado, Gustavo Petro se convirtió en el primer presidente de izquierda en la historia del país. La tercera fue la vencida, tras los intentos fallidos de 2010 y 2018. También hizo historia su compañera de fórmula, Francia Márquez, la primera mujer afrocolombiana en llegar a la vicepresidencia. Con el 50,4% de los votos, el exguerrillero y exalcalde de Bogotá se impuso sobre el populista Rodolfo Hernández, que obtuvo el 47,3%. Fue la participación más alta en 20 años y Petro obtuvo el apoyo de 11,2 millones de electores. El sistema de partidos tradicional quedó sepultado en las elecciones de este año. Comienza una nueva etapa política en el país cafetero.

Tan pronto subió al escenario del Movistar Arena de Bogotá, donde celebraba el triunfo electoral, Petro declaró: «Este es el primer gobierno popular y de esperanza”. Anticipó que su gobierno tendrá una mayor presencia del Estado para garantizar la justicia social, pero aseguró que va a «desarrollar el capitalismo en Colombia».  La gran incógnita es cómo. Y si Petro mostrará un perfil progresista similar al de Gabriel Boric o si planteará una agenda más radical. Uno de los puntos donde hizo mayor énfasis durante el discurso fue la necesidad de dejar atrás el revanchismo y reconciliar a los colombianos.

El nuevo presidente asumirá en un país polarizado y con una sociedad descontenta. Colombia es uno de los cinco países más desiguales del mundo, y el segundo en América Latina. La mitad de la población gana menos que el salario mínimo, el 46,7% de los hogares está en condiciones de pobreza y la informalidad laboral alcanza el 64%, según los datos del Departamento Administrativo Nacional de Estadísticas (DANE). A este escenario complejo se suma el malestar extendido que se manifestó durante los estallidos sociales de 2019 y 2021, además de la violencia provocada por los grupos armados financiados por el narcotráfico. Los mayores desafíos en el plano económico son sostener el crecimiento y doblegar la inflación. En los últimos 20 años Colombia creció un 3,8% anual y no registró ningún año de recesión, con excepción de 2020, según datos del Banco Mundial.

Las propuestas de cambio de Petro

Para alejar los fantasmas de su pasado guerrillero —y sus antiguas simpatías por Hugo Chávez, Fidel Castro y Daniel Ortega—, Petro se presenta como un político progresista. En la campaña prometió grandes transformaciones políticas, económicas y sociales para construir una Colombia con mayor justicia social. Una de sus políticas principales propuestas es la reforma agraria, una política que muchos consideran una deuda histórica en un país donde la concentración de la tierra es una de las principales fuentes de pobreza rural y desigualdad. El 52% de las tierras de Colombia está en manos del 1,5% de la población, según un estudio publicado en 2011 por el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD).

En las zonas rurales, marcadas por el abandono del Estado y la concentración de la tierra, ganaron fuerza las guerrillas, primero, y luego el narcotráfico y los paramilitares. Petro quiere cambiar esta situación y crear un campo productivo donde reine la justicia social. La reforma agraria prevé impuestos a latifundios, incentivar la actividad en los campos que no estén produciendo y redistribuir la tierra. Esta idea no es nueva en Colombia: varios la han prometido en campaña, pero nunca se lograron los apoyos políticos necesarios para concretarla.

La agenda de cambios impulsada por Petro incluye también una reforma de pensiones, una reforma fiscal —para aumentar los impuestos a las empresas y grandes fortunas—, planes de empleo mínimo garantizado por el Estado, universidad gratuita y un sistema de salud renovado. Todas estas propuestas se pagarían con un gran aumento del gasto público, en un momento en el que el déficit fiscal es muy elevado. El déficit fue en 2021 del 7,1% del PBI y el año anterior había alcanzado el 8,9%.

La primera reacción de los mercados tras las elecciones fue negativa. El índice MSCI Colcap de la Bolsa de Valores de Colombia (BVC) se desplomó el martes un 5,4%. En la misma línea, las acciones de la petrolera Ecopetrol cayeron un 12,1%, en medio de la incertidumbre por el discurso de Petro contra la industria extractiva y sus declaraciones sobre la posibilidad de suspender la firma de nuevos contratos de exploración de hidrocarburos.

Una carta que Petro puede jugar para llevar tranquilidad a los mercados es anunciar los nombres del futuro gabinete. Antes del balotaje ya había difundido algunos posibles candidatos, como Rudolf Hommes, ex ministro de Hacienda del gobierno liberal de César Gaviria, quien apoyó a Petro durante la campaña. Una alternativa es José Antonio Ocampo, que fue ministro de Hacienda del también liberal Ernesto Samper y fue parte del equipo de campaña del candidato centrista a la presidencia Sergio Fajardo. Entre los nombres en danza para la formación del gabinete también están el de Alejandro Gaviria, exrector de la Universidad de los Andes y precandidato a la presidencia por la Coalición del Centro Esperanza; el economista Luis Jorge Garay, consultor del Banco Interamericano de Desarrollo (BID); y Cecillia López Montaño, que fue ministra de Agricultura durante el gobierno de Samper y suena como candidata al ministerio de Defensa de Petro.

Venezuela y EEUU

El nuevo gobierno, que asumirá el 7 de agosto, se sumará al eje regional de izquierdas en el que ya están el mexicano Andrés Manuel López Obrador, el argentino Alberto Fernández, la hondureña Xiomara Castro, el boliviano Luis Arce, el peruano Pedro Castillo y el chileno Gabriel Boric. Pero en el ámbito internacional todos los ojos están enfocados en cómo será la relación de Petro con Venezuela y EEUU.

La expectativa es que reestablesca relaciones bilaterales con el país vecino,con el que comparte una frontera porosa de más de 2.200 kilómetros. Las relaciones están rotas desde 2019, cuando el presidente colombiano, Iván Duque, reconoció al dirigente opositor Juan Guaidó como presidente encargado de Venezuela.

La gran incógnita es, sin embargo, cómo se posicionará frente a Washington. El lunes posterior a las elecciones, Petro mantuvo una conversación telefónica con el presidente Joe Biden y aseguró que fue «muy amistosa» y que habían acordado trabajar para el beneficio mutuo de ambas naciones. Colombia mantiene desde hace décadas una relación preferencial con EEUU en materia económica, de seguridad y de defensa. Recibió el apoyo para ingresar a la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) y en abril de 2022, el presidente Joe Biden designó a Colombia como «aliado principal fuera de la OTAN». EEUU es también el mayor socio comercial: el 26,5% de las exportaciones colombianas tuvieron como destino aquel mercado, según datos del DANE.

Las primeras señales de Petro apuntan a la moderación, lo que no solo debe leerse como una señal para los mercados o Washington, sino para el Congreso de la República, donde el oficialismo está en minoría en ambas cámaras. El diálogo, por lo tanto, será fundamental para que el gobierno de Petro pueda avanzar con una agenda en materia de políticas de género, de lucha contra el cambio climático y de reparación histórica hacia las minorías.