Por Hilda Pinnolay Mónica Gaspari
Pasaron solo unos días. Aún se escuchan los sonidos de la represión brutal del régimen autoritario de Gildo Insfrán, el mandatario ejemplo del presidente de la Nación. Aún se siente lo ácido y picante del gas pimienta. Aún quedan las marcas y los dolores provocados por las balas de goma. Aún se mantienen en el aire los gritos de la gente que pide a viva voz «queremos trabajar», mezclado con gemidos de dolor por el salvaje accionar de la policía. Aún están vivas las imágenes de las ocho mujeres reprimidas el frente de las protestas.
Las ocho son jóvenes, tienen menos de 40 años. Pasaron la mayor parte de sus vidas bajo el régimen de Insfrán. El viernes estuvieron en primera fila y recibieron los golpes del gobierno en el cuerpo por reclamar simplemente libertad para vivir, para trabajar, para conseguir lo necesario para sobrepasar este presente agobiado de decandencia económica por la pandamia, por los errores de los gobernantes.
La sobreactuación en el castigo feroz a la resistencia a una medida injusta nos trae a la memoria a los pueblos diezmados varios siglos atrás, cuando el soberano no era el pueblo, sino el déspota que decía que Dios lo había ungido.
Sin ningún tipo de contemplación ni deferencia, los policías avanzaron sobre ellas, las detuvieron violentamente, sin explicación alguna y durante un tiempo prolongado. Hasta que las inculparon de incitación a la violencia e incurrir en acciones tipificadas en el artículo 205 del Código Penal, que contempla las penas para quienes violen las medidas adoptadas por las autoridades para impedir la propagación de una epidemia.
El ministro formoseño Jorge Abel González, como buen macho, replicó el mismo viernes a las protestas con un «acá no se rinde nadie». Un pretendido recuerdo extemporáneo del soldado Hermindo Luna, héroe de la defensa del regimiento de Monte 29, que fue asesinado por Montoneros en 1975. La respuesta de González es hipócrita y ridícula: si alguien puso el cuerpo como el soldado Luna fueron estas ocho mujeres.
Los estamentos gubernamentales nacionales no las acompañaron. Ni siquiera el Ministerio de las Mujeres, Género y Diversidad. Tampoco el Ministerio de Justicia. Menos aún la Secretaría de Derechos Humanos.
Este lunes, 8 de marzo, el gobernador Insfrán tuiteó un mensaje para las mujeres formoseñas: «Con su fortaleza, capacidad, sensibilidad y solidaridad, nos muestran el camino para seguir avanzando hacia una Formosa cada vez más justa, inclusiva e igualitaria». ¿Cómo debemos interpretar este saludo? ¿Como una ironía o lisa y llanamente como una burla?
* Las autoras son dirigentes del Movimiento de Integración y Desarrollo (MID) de Formosa.