San Luis es un enigma en el mapa del desarrollo federal. Para algunos es un caso de éxito; otros lo ven con escepticismo. Sin ventajas competitivas especiales, fue la provincia que aprovechó mejor el régimen de promoción industrial. A partir de 1983, logró cambiar el perfil productivo y consolidó una gestión pública ordenada. “La clave es un Estado bien administrado”, sostuvo Karim Alume, diputado nacional desarrollista, en la charla de El Potencial Argentino, organizada por VD. Con estadísticas en la mano, repasó los indicadores que más se lucen.
La base del modelo es un control más que estricto del presupuesto. Por ley, los gastos corrientes de la provincia no pueden superar el 50%. El resto se destina a inversión. Esta política da al Estado provincial una herramienta muy potente para construir infraestructura, el punto fuerte San Luis. Pero no fue siempre así. Cuando asumió Adolfo Rodríguez Saá por primera vez, en 1983, el gasto corriente era el 78% del presupuesto. Una década después, había logrado que se repartiera en mitades. Y lo hizo aplicando una fuerte reforma del Estado.
Entre las medidas adoptadas, Alume destaca la privatización del banco provincial y de las empresas de energía y de teléfonos. Una de las decisiones emblemáticas fue la venta de la totalidad del parque automotor del Estado. “A la gente le irritaba ver a funcionarios con autos y choferes. Se remataron y lo obtenido se invirtió en infraestructura”, recordó el diputado. También se vendió la flota de aviones de la provincia y algunos inmuebles estatales.
En materia de empleo público, si bien el número total de agentes no disminuyó, sí lo hizo en proporción a la cantidad de habitantes. “En el 83, había un empleado cada 13 ciudadanos. En 2011 ya era uno cada 24”, destacó Alume, que fue jefe del programa de industria de la provincia entre 2011 y 2015. La relación de empleados públicos con respecto a los empleados estatales es menor al promedio de las provincias, según datos del Ministerio de Economía de la Nación.
La promoción industrial
El modelo puntano se basó en dos pilares: el régimen de promoción industrial y un rol protagónico del Estado. La promoción industrial comenzó a regir en la provincia en 1982 y estuvo vigente hasta 2012; incluía exenciones y descuentos fiscales sobre el impuesto a las ganancias, el IVA, el impuesto sobre el capital y los derechos de importación de capital. Esta política estuvo acompañada por inversión en infraestructura de parques industriales y la creación de una zona franca.
San Luis fue la provincia dentro del régimen de promoción—que también incluía a San Juan, La Rioja y Catamarca— que recibió más proyectos productivos, muchos de ellos con orientación exportadora. Esto produjo una transformación de la matriz productiva que llevó a que industria represente un 40% de la economía provincial. El éxito de San Luis por encima de sus vecinas se explica en parte por una ubicación geográfica central, que la posiciona en el eje Buenos Aires-Valparaíso y cerca de los grandes centros de consumo. La mayor parte de los establecimientos industriales se instalaron en San Luis capital y Villa Mercedes.
La provincia tiene un perfil productivo diversificado, que va desde agroindustria hasta industria con contenido tecnológico. Desde heladeras y autopartes hasta mermeladas y pañales. En 1999 la provincia alcanzó el pico máximo de establecimientos industriales: 721, según datos del Observatorio de Empleo y Dinámica Empresarial (OEDE). Durante la crisis hubo una caída en el número de empresas. A partir de 2003 se produjo una recuperación hasta las 583 empresas industriales registradas en 2015. Casi la mitad de las exportaciones de la provincia son manufacturas, tanto de origen industrial como de origen agropecuario. Entre los principales productos de exportación están el maíz, los porotos de soja, la carne bovina, los pañales, entre otros.
El empuje del Estado
La otra palanca para el desarrollo fue una fuerte inversión estatal en infraestructura. En 1983 apenas 354 kilómetros de rutas estaban pavimentados, el 5% de la trama vial de la provincia, precisó Alume. En 2010 ya había 800 kilómetros de autopistas y unos 2.956 kilómetros de rutas asfaltadas. “El 40% de las autopistas del país están en San Luis”, apuntó el diputado.
Otro de los proyectos estrella de la provincia es la llamada Autopista de la Información, una red de banda ancha que conecta a todas las localidades de la provincia a Internet. San Luis fue pionera en esta materia y contrató en 1998 al Ministerio de Industria de Canadá para desarrollar el proyecto, que comenzó a ejecutarse en 2003 y demandó 80 millones de dólares de inversión.
En materia de vivienda y servicios básicos, el Estado realizó inversiones millonarias. Entre 1983 y 2010 la cobertura de agua potable se incrementó del 66% de las viviendas a prácticamente la totalidad. En el retorno de la democracia solo había gas natural en San Luis capital, Villa Mercedes y los parques industriales; en 2012 se alcanzó el 100% de la cobertura domiciliaria. Entre 2001 y 2015 la extensión de la red cloacal pasó del 55% de las viviendas al 100%.
La producción agrícola tuvo un impulso destacado con la construcción de acueductos. Actualmente existen 4.731 kilómetros de tubería, que abastece a 54.000 hectáreas que producen bajo riego.
Entre los principales desafíos, Alume señaló el impulso de las energías renovables, del turismo y de inversiones para mejorar la logística. En línea con el discurso optimista que presentó en la charla, se mostró convencido con la posibilidad de lograr los objetivos en el mediano plazo. “Conseguimos todos estos avances con voluntad y una visión clara. Y lo hicimos sin déficit fiscal y sin endeudar a la provincia”, argumentó.