En los países latinoamericanos, el gasto en Defensa tiene un impacto económico negativo, sostiene Thomas Scheetz. Perjudica el crecimiento, las importaciones y las exportaciones, según los modelos econométricos elaborados por el especialista en economía de la defensa. «Tal como está ahora, el gasto en las Fuerzas Armadas daña el desarrollo»», concluye en en una charla virtual organizada por la Usina Desarrollista. Aunque matiza: es difícil medir los efectos positivos del gasto militar. ¿Cuánto vale la protección de la soberanía sobre el Atlántico Sur?, plantea el experto estadounidense, que vive en América Latina desde 1968.
El esfuerzo para sostener las Fuerzas Armadas en Argentina se ve agravado por la falta de claridad sobre el rol que estas deben cumplir, advierte Scheetz. «Cada ministro que asume pone su perspectiva sobre lo que deben ser las Fuerzas Armadas», cuestiona Scheetz. Para el especialista, es fundamental que el país tenga una visión de largo plazo en este tema: «Es una póliza de seguridad contra ciertos riesgos, pero una póliza no puede ser cortoplacista». Un punto central, precisa, es delimitar el alcance y las prioridades de la Defensa. «Los políticos y diplomáticos deben determinar qué quieren proteger», subraya Scheetz, quien considera que las Fuerzas Armadas deberían ser una secretaría dependiente del Ministerio de Relaciones Exteriores, dado su importante rol en apoyo de la diplomacia.
La ley de Defensa Nacional de 1988, sabiamente crea el CODENA (Consejo de Defensa Nacional), destaca Scheetz. Este organismo es el responsable de diseñar la política de Defensa, con la participación del Ejecutivo, pero también del Legislativo. Este mecanismo, sin embargo, nunca funcionó, con la excepción de un año, , lamentablemente sin la participación de todos los actores involucrados, cuando Nilda Garré era Ministra de Defensa, explica el especialista.
La charla Economía de la defensa y desarrollo nacional es la séptima del ciclo de videoconferencias que organiza en 2020 la Usina Desarrollista, un proyecto impulsado por Visión Desarrollista, el Movimiento de Integración y Desarrollo (MID), la Fundación Frondizi y la Fundación para el Desarrollo Entrerriano (FUNDER).
El costo del cortoplacismo
Una póliza de seguridad siempre tiene un impacto negativo si se lo mide en el corto plazo, sostiene Scheetz. Porque solo vale en dos casos: cuando necesitas utilizarla o como aval en el plano diplomático. Un ejemplo del primero fue la guerra de Malvinas en 1982. Un caso del segundo se vio en la década de los 90 cuando China retomó el control sobre Hong Kong. Reino Unido tenía un control colonial allí y, a pesar del acuerdo que establecía la devolución a China en 1997, los ingleses pidieron quedarse unos años más. China respondió con una amenaza militar: el Ejército Popular de Liberación iba a entrar en el territorio hongkonés a la medianoche.
La defensa es considerada «el» bien público, pero para que realmente lo sea, según Scheetz, tiene que ser eficiente, tener objetivos políticos y diplomáticos definidos y estar bien diseñada a nivel militar. Ninguna de las tres dimensiones domina por completo la política de defensa, señala. «Lo que pasa tipicamente en la región, en especial en Centroamérica, es que las Fuerzas Armadas son usadas como un adicional de la policía. Esto es consecuencia de que no tienen capacidad bélica», adevierte Scheetz. En otros casos, la función de las Fuerzas Armadas queda reducida a cobrar un salario y no cumplen la función para la que fueron diseñadas, cuestiona. «El resultado de ello es que tenemos una burocracia inútil», concluye.
El 82% del presupuesto de Defensa corresponde a gasto de personal, señala Scheetz. Un 11% se explica por operaciones y mentenimiento. Mientras que solo un 4% del presupuesto se destina a adquisiciones de equipamiento. Apenas el 2,9% son compras artilladas, es decir, que contienen armas, describe el especialista. Medido en dólares corrientes, el presupuesto cayó desde 5.400 millones de dólares en 1994 hasta 3.100 millones en 2019. «Se destinó 62 millones de dólares al año a la compras de armas; es un monto ridículo», critica.
La distribución del presupuesto está muy lejos de la óptima, explica el especialista. El gasto en personal, según Scheetz, debería representar entre el 40% y el 60% del presupuesto, mientras que debería destinarse entre el 15% y el 25% a adquisiciones. El equipamiento militar es cada vez más efectivo y costoso, subraya, lo que debería traducirse en una distribución más orientada hacia el gasto en equipamiento y menos en personal.
La estructura del personal de las Fuerzas Armadas
En 1984, las Fuerzas Armadas tenían 3.042 coroneles y tenientes coroneles o sus equivalentes en cada fuerza. En 2013, eran 3.727. En 1984 había 3.587 suboficiales principales y en 2009 aumentaron hasta 9.200. «El número de efectivos se duplicó, triplicó o incluso cuadruplicó», destaca. Y hay que tener en cuenta que el número de oficiales que mencionamos en los años 80s estaban organizados para una estructura que incluía decenas de miles de conscriptos, los cuales, desde la abolición del servicio militar obligatorio, ya no existen más. Todo esto lleva a que la estructura piramidal, que se supone que deberían tener las Fuerzas Armadas, está sumamente deformada, señala. Y además, los oficiales están envejeciendo. «La organización militar supone jóvenes conducidos por viejos sabios. Y ahí está nuestro problema. Los viejos no pasan a retiro y hay insuficientes jóvenes debajo de ellos», analiza.
Más allá de los uniformados, buena parte del personal de Defensa son civiles. Un sector que está sobredimensionado, según Scheetz. «Chile tiene el mismo tamaño de fuerza que nosotros, con el mismo nivel de gasto, aproximadamente, y con 5.400 civiles. Nosotros tenemos 37.000 civiles, lo que incluye administración central, descentralizados y seguro social. Son demasiados civiles», diagnostica. «Si achicáramos el número de civiles al nivel de Chile, ahorraríamos el 20% del gasto militar sin tocar a los uniformados», completa, aunque insiste en que también debería replantearse la dotación de personal uniformado, para volver a dar forma a la pirámide y evitar el envejecimiento.
El debate sobre el rol de la Defensa y el gasto en personal es fundamental en América Latina. Es un gran peso para las finanzas públicas de países que tienen grandes déficits y pocos recursos. Por eso, Scheetz cuestiona el uso de las Fuerzas Armadas en actividades de seguridad. Entrenar y formar a un militar cuesta siete veces más que formar un policía, apunta el especialista. El cálculo se basa en un estudio que hizo en los 90 en Argentina. «Si quieres un policía, busca un policía. Su doctrina es distinta, su uso de armas es distinto y su costo es muchísimo más barato. Nosotros tenemos problemas a futuro y no estamos capacitados de discutir con nadie el Atlántico Sur», cuestiona, al analizar el rol que tienen las Fuerzas Armadas en la región.
Los desafíos de la Defensa en Argentina
El Atlántico Sur y la Patagonia son los dos grandes desafíos en materia de defensa nacional, según Scheetz. Esto diferencia a Argentina de otros países de la región como Perú o Bolivia. Incluso de Brasil. «Nosotros precisamos de aviación y flota, desde mi perspectiva privilegiar una fuerza de submarinos. Y a nivel de control de la pesca ilegal debería ser la Prefectura», resume el estadounidense. ¿La fórmula para poder afrontarlo? Gastar menos en personal y gastar más en adquisiciones, repite Scheetz.
El mundo se torna cada vez más agresivo, señala el especialista. Está en el comienzo de una etapa de auge del populismo, de desglobalización, en medio de un conflicto entre China y EEUU, y a eso hay que agregar el calentamiento global, enumera. Para Argentina, sin embargo, eso puede ser una oportunidad. «La población global va a tener necesidad de alimentos y litio, y nosotros tenemos todo esto. El gran problema es que no contamos con poder duro para negociar las condiciones del acceso a dichos recursos naturales», cuestiona.
Scheetz, que fue sacerdote jesuita, aclara que odia la guerra, a pesar de su especialización en economía de la defensa. «Pero si quieres ser libre, formar una familia y tener una nación, para ello necesitas defenderla con diplomacia, con tecnología, con armas, con inteligencia. No es simplemente dar la mano y abrazarnos todos», advierte.
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