
El hecho de que Estados Unidos esté llevando a cabo negociaciones directas, sin la participación activa de Europa y otras potencias, señala una vuelta a las prácticas diplomáticas de principios del siglo XX, cuando las grandes potencias definían las direcciones globales en negociaciones cerradas, ignorando a menudo los intereses de los países directamente afectados.
Este enfoque, si bien puede acelerar ciertos acuerdos, conlleva riesgos significativos. La exclusión de aliados y socios estratégicos puede provocar resentimiento e inestabilidad, minando la credibilidad de cualquier tratado alcanzado. En el caso de Europa, distanciarse de las negociaciones refuerza la percepción de que su influencia global está disminuyendo, lo que puede generar una mayor fragmentación interna y llevar al fortalecimiento de movimientos nacionalistas que cuestionen el papel de la Unión Europea en la escena internacional.
Además, el abandono del multilateralismo debilita la arquitectura de seguridad colectiva construida en las últimas décadas. Organizaciones como la ONU, la OTAN e incluso el G7 pierden relevancia cuando las decisiones cruciales se toman en negociaciones bilaterales. Esto abre espacio a una geopolítica más volátil, en la que los acuerdos se hacen y deshacen en función de intereses inmediatos, sin construir un consenso duradero entre múltiples actores.
Queda por ver si temas sensibles, como las relaciones entre Rusia e Irán y la cooperación militar con Corea del Norte, formarán parte del paquete negociado para poner fin a la invasión de Ucrania. Si Moscú sigue suministrando tecnología militar a estos dos países, ampliamente considerados como focos de inestabilidad mundial, el acuerdo podría enfrentarse a serios obstáculos. Para Estados Unidos y sus aliados, permitir que Rusia mantenga estas asociaciones estratégicas mientras obtiene concesiones en el frente ucraniano sería una contradicción difícil de justificar.
El reto consiste en garantizar que las concesiones no se vean como un incentivo para continuar la política rusa de confrontación, sino como una vía real hacia la estabilización del orden mundial.
Finalmente, la falta de un compromiso amplio y transparente podría hacer inestable el propio acuerdo. Si Europa no participan plenamente en el proceso, o Ucrania se ve obligada a aceptar una cuerdo entre Estados Unidos y Rusia, existe el riesgo de que rechacen los términos o se sientan forzadas a aceptarlos sin un compromiso real, lo que podría generar nuevas tensiones a medio plazo. Además, si Estados Unidos abandona el multilateralismo como principio, otros países podrían seguir su ejemplo, consolidando un orden mundial en el que la fuerza y los intereses individuales predominen sobre la cooperación y la búsqueda de soluciones conjuntas.