Carrique
El presidente del MID, Juan Pablo Carrique, habla en el plenario partidario del sábado 6 de noviembre de 2021.

Juan Pablo Carrique fue reelecto el sábado pasado por unanimidad como presidente nacional del Movimiento de Integración y Desarrollo (MID). Es un momento delicado para liderar un partido político. La elección fue solo una semana antes de las legislativas del 14 de noviembre y las encuestas prevén una derrota del oficialismo. El Gobierno Nacional puede quedar muy debilitado con esos resultados. Carrique es consciente de que se acercan momentos difíciles y advierte de que todo el sistema político corre riesgo de entrar en crisis. «Debemos construir algo superador porque no hay margen para una nueva frustración de los argentinos», plantea el presidente del partido fundado por Arturo Frondizi, en entrevista con Visión Desarrollista. Carrique expone sentimientos encontrados, entre la satisfacción por los avances en la reconstrucción partidaria del MID desde que asumió como presidente en 2018  y la preocupación por el futuro del país. «Tiene que haber un gran acuerdo nacional para generar las transformaciones que el país necesita», propone.

La renovación de autoridades suele ser un momento tenso en la vida interna de los partidos. ¿Cómo fue el proceso que concluyó con tu reelección como presidente?

El plenario del sábado fue muy armónico comparado con otros que recuerdo. Hubo una lista de unidad votada por unanimidad. Fue el resultado de un proceso de varios meses de diálogo entre la dirigencia de los distintos distritos. En la mesa directiva quedaron representadas casi todas las provincias. Volvieron a incorporarse Buenos Aires y Corrientes, dos distritos que tuvieron un desempeño territorial muy importante en los últimos años. Algo que destaco es que, por primera vez después de muchísimo tiempo, tuvieron representación en el plenario la Secretaría Nacional de la Mujer y la Secretaría Nacional de la Juventud, cada una con cuatro miembros. Por otro lado, fue una reunión muy emotiva. Primero porque volvimos a encontrarnos en persona después de muchos meses. Y segundo porque recordamos a grandes dirigentes que fallecieron durante la pandemia. Eran referentes de los que aprendimos mucho como Abel Arrese, Luis Acosta Rivellini, José Luis Kuki Coll, Rodolfo Rhiner [que fue gobernador de Formosa], Mario Frigerio, Gustavo Senn o Luis Lutz. 

¿Qué balance hacés de tu primer mandato?

Encontramos un partido semiapagado y lo pusimos a andar. Al comienzo de la gestión planteé como objetivos volver a abrir la puerta del Comité Nacional, retomar el contacto con los afiliados que no estaban participando activamente en la vida partidaria, dar protagonismo a la Secretaría Nacional de la Mujer para devolver a nuestras afiliadas un rol preponderante en la dirección del partido y reorganizar la juventud, para formar cuadros y darle voz y voto. Cumplí con estos objetivos y estoy satisfecho con lo logrado hasta ahora, aunque quedan muchos temas pendientes. Otro eje de trabajo era recuperar la personería en el mayor número de distritos posible. Asumí con 10 provincias en funcionamiento y una intervenida, la provincia de Buenos Aires, que además tenía la personería política provincial caída. 

¿Cuál es la situación actual?

Resolvimos los problemas en Buenos Aires y pusimos mucho énfasis desde el Comité Nacional en dar una mano al resto de los distritos. Creamos ocho juntas promotoras, de las cuales dos terminaron formalizándose en tiempo récord, que fueron Jujuy y Tierra del Fuego. Hoy podemos decir que tenemos desarrollismo desde Ushuaia hasta La Quiaca. 

¿Qué temas considerás que quedaron pendientes?

Primero, continuar con la reorganización en todo el país. Estamos trabajando fuerte en Mendoza y Entre Ríos, donde esperamos volver a tener personería pronto. No es fácil lograrlo. Los partidos han dejado de ser los grandes atrayentes para canalizar la política, pero nosotros seguimos creyendo que son herramientas valiosas. No solo desde el punto de vista electoral, sino como continentes de ideas y valores comunes. Y otro tema prioritario es volver a discutir las ideas del partido. Lógicamente, no es una tarea fácil repensar una doctrina y una plataforma política tan potentes las del desarrollismo. Es algo que va a llevar más de un mandato. Y, a la par de esto, otro desafío es ganar mayor protagonismo como actores de peso en la construcción de una alternativa política para Argentina. Queremos reflotar la idea de un gran movimiento nacional.

¿Qué puede aportar el MID a la política argentina?

La época histórica nos vuelve a colocar en el centro de la escena. Todo el mundo habla de desarrollo y nosotros tenemos un desafío enorme por ser los portadores de una experiencia histórica exitosa, como fue el gobierno de Arturo Frondizi y Rogelio Frigerio. Nuestra responsabilidad es definir bien qué quiere decir el desarrollo, que no es solo económico y tampoco un fin en sí mismo, sino un camino para la integración social, política y territorial. Hoy tenemos un presidente que dice que una provincia [Córdoba] no está integrada a la nación porque no vota a su partido y un candidato a senador [Luis Juez] que responde que hay un exceso de porteñismo en las declaraciones de Alberto Fernández. Eso está lejísimos de la unidad nacional y forma parte de una discusión retórica infértil. Nosotros vemos el desarrollo como un camino hacia la unidad nacional que tanto hace falta hoy.

Mencionás que la situación histórica coloca al desarrollismo en el centro de la escena, pero esto no se refleja en el peso político del partido. ¿Por qué?

La política se ha transformado en una batalla de figuras y eso provoca que los partidos tengan menos influencia a la hora de definir quienes son los candidatos. No es fácil. El desafío es adaptarse a la política actual sin abandonar la discusión de ideas. Porque detrás de los candidatos tiene que haber ideas. Y obviamente otro desafío es ganar un mayor peso específico en las Cámaras. Hoy podemos decir que tenemos representación o vamos a tener representación en varias legislaturas provinciales y en el Congreso de la Nación. Pero más allá del número de legisladores, creo el MID tiene que ser un actor protagónico en la construcción de una alternativa política que esté cimentada en un proyecto nacional de desarrollo para transformar la realidad.

El MID es un partido que da importancia a la doctrina, algo que parece de otra época.¿Tiene sentido como estrategia política hoy?

Creo que sí. Nosotros nunca fuimos un partido de masas, siempre fuimos un partido de cuadros, un partido de ideas. Una de las secretarías que creamos ni bien asumimos fue la de Formación y Contenido, que tuvo la tarea de generar espacios de debate con un amplio abanico de actores, instituciones y personalidades de la vida pública para discutir una agenda de desarrollo del siglo XXI. Para nosotros este es un punto fundamental a la hora de la reconstrucción partidaria. Y porque creemos que Argentina necesita poner como eje de la discusión política una idea de país que hace varias décadas no encontramos.

¿Cómo se construye una idea de país como la que proponés?

Hace falta mucha imaginación porque hay que hacer algo inédito en Argentina. Primero tiene que estar el proyecto nacional y con base en ese proyecto construir una base amplia de sustentación política. Seguramente, en el camino de la construcción de ese proyecto encontremos en todo el espectro político nacional coincidencias con más actores de los que imaginamos a priori. La única manera de eliminar esa famosa grieta que todos utilizamos a la hora de hablar de las elecciones es elaborar un proyecto común. 

¿Después de las elecciones va a haber mejores condiciones para un acuerdo o va a estar más lejos?

El Gobierno Nacional perdió su oportunidad de hacer una convocatoria amplia en el momento en que debía hacerlo, cuando anunció el Consejo Económico y Social. Demostró que era solo una puesta en escena. El oficialismo probablemente pierda las elecciones y quede en una situación política delicada. La oposición no debería tener como objetivo sacarle el quórum a Cristina Fernández en el Senado o la presidencia de Diputados a Sergio Massa. El desafío es empezar a construir una una alternativa superadora, pero no solo al gobierno de Alberto Fernández, sino superadora a los últimos 50 años del país.

¿Creés el temor a una crisis política puede favorecer un acuerdo?

Algunos actores intentan profundizar la polarización, pero los dirigentes y los sectores políticos más razonables coinciden en que estamos llegando a una situación crítica. Más allá de la crisis de la pandemia. Venimos de cinco décadas con más años de recesión que de crecimiento. Eso no es ni más ni menos que la ausencia de una política de desarrollo a largo plazo. Sobre la base de esa coincidencia tenemos que construir un consenso, y nosotros pretendemos contribuir a lograrlo desde nuestro humilde lugar. 

¿Ves posible que haya una explosión de la antipolítica como en 2001?

En las últimas primarias vimos dos grandes crecimientos electorales, uno en la izquierda y otro en la derecha. Es la consecuencia de la crisis. Existe un nicho de votantes antisistema o descontentos. Es un voto para castigar a la casta política, para unos, o a los oligarcas que oprimen a los trabajadores, para los otros. En la medida en que las propuestas de centro no encuentren soluciones, esas expresiones pueden seguir creciendo. Hace mucho tiempo que el sistema político no genera soluciones para la mayoría.

Una de estas expresiones la encarna Javier Milei, ¿cómo explicás que el MID apoye su candidatura en la Ciudad de Buenos Aires?

El partido definió como política a nivel nacional que cada distrito negocie con autonomía las alianzas en estas elecciones legislativas. Desde el punto de vista ideológico hay alianzas que me gustan más y otras menos. Y preferiría que todos los distritos tendieran hacia un mismo lado. Pero esa es una discusión que, en general, se da cuando el MID decide el candidato a presidente de la nación. Y lo hace en forma democrática. Algunos pueden estás más o menos de acuerdo, pero la realidad política en cada provincia es diferente.

En Entre Ríos se postula como candidato Rogelio Frigerio, nieto del fundador del partido. ¿Cuál es su relación con el MID?

Rogelio Frigerio hizo una excelente elección en una provincia que había sido esquiva para Juntos por el Cambio. Con este resultado se proyecta como una figura de relevancia a nivel nacional. El MID no tiene personería jurídica en Entre Ríos, pero esperamos recuperarla pronto. Lo que sí existe es una junta promotora, que adscribe a la alianza que postula a Frigerio. Para el desarrollismo es un referente y existe un diálogo permanente entre él y las autoridades del MID. Frigerio siempre plantea la necesidad de plantear un acuerdo nacional para el desarrollo y destaca que es tan importante el contenido del programa de gobierno como el ritmo de aplicación de las medidas. Es una definición categórica que el partido defiende desde hace muchísimo.

Planteaste que repensar la doctrina desarrollista fue una prioridad de tu mandato como presidente del MID. ¿Llegaron a alguna conclusión en estos tres años?

Trabajamos para construir una nueva agenda del desarrollo. La bioeconomía forma parte de eso, la agroindustria sustentable también, así como la economía del conocimiento y todo lo que esta implica para el sistema educativo. Abrimos una discusión sobre qué tipo de minería queremos para el país. La industria sigue teniendo un rol importantísimo, pero tenemos que entender hacia dónde está virando el sector y acompañar con herramientas adecuadas los cambios tecnológicos que se están produciendo. Esto tiene consecuencias en el mercado laboral, que estamos discutiendo dentro del partido. La reelaboración de la doctrina es un proceso para definir las nuevas prioridades, que son el esqueleto del programa de desarrollo.

El gobierno reivindica ciertas políticas industriales y sectoriales que implementó en los últimos dos años. ¿Creés que van en el sentido correcto?

Este es un gobierno antiproducción y antiinversión. Por supuesto que algunos sectores pueden tener un repunte o mejoría con respecto al gobierno anterior, pero la mayor parte de las medidas van en contra del proceso de acumulación. Estabilizar la macroeconomía es una condición necesaria, previa. También es fundamental definir las prioridades para el desarrollo, pero, insisto, con condiciones macro inestables es imposible pensar en un impulso a la inversión. Otro punto crítico son las reglas del juego poco claras. Generalmente decimos que en Argentina no hay políticas de Estado porque no se respetan las políticas entre un gobierno y otro. Ahora no se respetan las reglas ni siquiera en el mismo periodo de gobierno. Pensemos en el cepo a la carne: primero se prohibió, después se liberó y finalmente se volvió a prohibir. Todo en menos de dos años y durante un mismo gobierno.  

Decidiste renovar como presidente de un partido en un momento en el que mucha gente está frustrada con la dirigencia. ¿Por qué habría que seguir creyendo en la política?

Primero, quiero decir que creo que la propuesta antisistema es efímera. Si para combatir el sistema te presentás como candidato, no sos ningún antisistema: estás pidiento entrar. Creo que hay una contradicción enorme ahí. Y eso se va a notar después de las elecciones. Por otro lado, considero que quien nos dedicamos a la política en Argentina somos optimistas empedernidos. Creemos que es posible un país donde se generen las condiciones socioeconómicas y culturales para que todos tengan una vida digna. En algún momento en Argentina hubo pinceladas de otras ideas que permitieron soñar que otro país era posible. Es momento de recuperarlas, a pesar de que reine la apatía. Hay que transformar ese descontento en esperanza. El desafío es construir una propuesta política que genere una nueva expectativa, pero esta vez no se puede volver a fallar. Debemos construir algo superador porque no hay margen para una nueva frustración de los argentinos.