Tras el torbellino que generó el amague de Pedro Sánchez de dimitir a la presidencia del gobierno de España ante las acusaciones e investigaciones judiciales hacia su mujer, Begoña Gómez, por presunto tráfico de influencias y corrupción, finalmente el líder socialdemócrata, en un paso de drama teatral, decidió continuar en el cargo y sacó pecho con anuncios de una regeneración democrática. Estos incluyen desde renovar el Consejo General del Poder Judicial, bloqueado por el Partido Popular (PP), rever el rol de los medios de comunicación frente a la desinformación y hasta su intención de presentarse a un cuarto mandato.
En el ida y vuelta Sánchez responsabilizó a la derecha (PP y Vox) de estar detrás de estas maniobras infundadas; desde la oposición, el líder del Partido Popular, Alberto Nuñez Feijóo acusó al jefe de gobierno de «irresponsable», de puro «teatro» y «estrategia» peligrosa para la democracia española. Sin embargo, la jugada e iniciativa política de Sánchez para acaparar la atención, algo que acostumbra a hacer, se dio exactamente de manera calculada en el medio de la campaña de las elecciones autonómicas en Cataluña, que se celebrarán el próximo domingo 12 de mayo.
Más de 5,4 millones de catalanes están llamados a las urnas, que originalmente debían efectuarse el año que viene, sin embargo, el pasado 13 de marzo el presidente de la Generalitat, Pere Aragonès, de Esquerra Republicana (ERC), imposibilitado de aprobar los presupuestos del corriente año ante la negativa puntualmente de En Comú Podem (ECP), que nuclea a las fuerzas de izquierda, decidió adelantar las elecciones.
Nuevamente los catalanes enfrentan comicios adelantados, siendo la última legislatura que pudo terminar el mandato en su totalidad la que presidio el socialista, José Montilla (2006-2010). El debate de la actual campaña gira alrededor, como viene siendo una costumbre en los últimos comicios en toda España, en clave nacional dejando de lado aspectos fundamentales del día a día de los catalanes. La lucha por la Moncloa se trasladó a Cataluña.
De todos modos, el panorama político en Cataluña señala que las fuerzas independentistas llegan divididas, pero sus detractores, el denominado “constitucionalismo”, con chances de ganar el 12 de mayo se verá complicado si no obtiene una mayoría absoluta de la cual dependerá de alianzas para formar gobierno o se presentará la posibilidad de acudir nuevamente a las urnas, también, ante la imposibilidad del independentismo por sus marcadas diferencia de formar gobierno.
En los últimos comicios, de 2021, se alzó con la victoria Salvador Illa del Partido Socialista de Cataluña (PSC), pero no contó con los escaños suficientes para conformar gobierno. Las formaciones nacionalistas e independentistas que terminaron segundo y tercero, de ERC y Junts per Catalunya, a pesar de sus diferencias formaron gobierno, siendo la cabeza de la Generalitat, el republicano Pere Aragonès.
Pero las diferencias en políticas sobre la comunidad y los pasos a seguir a nivel nacional sumado a que el 27 de septiembre del 2022, tras una cuestión de confianza de Junts contra Aragonès hizo estallar la alianza. Para mantenerse en el poder Aragonès se apoyó en el PSC sumo al gabinete a perfiles de EPC y del Partido Demócrata Europeo Catalán.
No siempre gobierna el que gana
Para los actuales comicios se da por adelantado que nuevamente Salvador Illa, de 58 años y exministro de Sanidad, será el candidato más votado. Sin embargo, al igual que en 2021 se presenta el dilema de cuántos escaños obtendrá. Las últimas encuestas marcan una victoria socialista (PSC) con el 30,1% de los votos que oscila de entre 41 y 44 escaños seguido de Carles Puigdemont (Junts) con el 22,1% con un total de máxima de 35 asientos, en tercera posición Aragonès (ERC) con 16% que equivale a 25-26 diputados. El cuarto lugar se lo disputan el Partido Popular (PP) y Vox dependiendo la encuesta varía el resultado, pero el PP con el 9,2% tendría entre 12 o 13 escaños y Vox 10 o 11 bancas con el 8,2%. Completan Comuns, que para estos comicios se ha aliado con Sumar (Comuns Sumar), se quedaría en los 4 escaños y los antisistema independentista CUP con 3,5% sumaría 3 o 4 bancas y la formación antiinmigrante, xenófoba, hispanófobo e islamófobo, Aliança Catalana con el 3,8% entre 1 o 3 asientos.
De los 135 asientos que componen el Parlament, se necesitan 68 escaños para formar gobierno y es aquí donde radica el mayor problema.
El independentismo dividido no da señales concretas para lograr armar una coalición de gobierno. La mayor reticencia surge en la figura del expresidente de la Generalitat y candidato actual, Carles Puigdemont, quien huyó de España en 2017 cuando organizó un referéndum de autodeterminación ilegal y declaró unilateralmente la independencia de Cataluña. Para escapar de la cárcel Puigdemont se exilió en Bélgica donde vive hace seis años en Bruselas. Desde el 2019 es diputado en el Parlamento Europeo.
En el ostracismo y casi olvidado, Puigdemont volvió a la escena estelar de la política gracias a las elecciones generales del 23 de julio del 2023, cuyo partido obtuvo 7 escaños. Esas bancas eran necesarias para que Pedro Sánchez fuera reelegido. Tras obtener el apoyo de ERC y la izquierda vasca de EH Bildu, el líder socialdemócrata necesitaba hacer efectivo que los escaños del partido de Puigdemont le den su apoyo.
Ante ese escenario, el líder catalán nacionalista e independentista fue amo y señor de la situación. Tenía la llave para la reelección de Sánchez. Aprovechó la ocasión y se despachó con varias demandas como la ley de amnistía que borre los delitos cometidos por aquellos que estuvieron involucrados en los intentos de separar a Cataluña del resto de España desde 2012 hasta el día de la fecha. Pero, además, el acuerdo incluye la posibilidad de negociar un referéndum de autodeterminación para que los catalanes opinen si quieren la independencia o no, y el nombramiento de un mediador internacional que siga el desarrollo y cumplimiento de lo acordado. para apoyar la investidura del socialista. Tras arduas e intensas negociaciones, Puigdemont logró su cometido y Sánchez pudo ser investido.
Aún prófugo de la justicia española, Puigdemont no volvió al país porque todavía se esta tramitando la ley de amnistía y por miedo a ser detenido se ha instalado en el sur de Francia donde monto su bunker de campaña. Las encuestas le dan segundo superando a ERC. Su carta de presentación sigue siendo la misma: “autodeterminación y amnistía”.
Aunque muestra síntomas de no pactar con nadie si no se hace su voluntad de ser investido presidente. Aquí radica la principal controversia de la actual elección que es la imposibilidad de acuerdos entre las partes. Illa tendrá la difícil tarea de tratar de convencer a ERC, algo que podría suceder, y pactar con Comuns Sumar. Hay un antecedente no tan lejano en que convivieron en el mismo Ejecutivo el PSC y ERC desde el 2003 a 2010. Además, hace tiempo que el independentismo rompió el tabú de pactar con los socialistas. Junts y ERC lo hicieron en varios ayuntamientos y diputaciones tanto después de las municipales de 2019 como de 2023, y también después de las generales de julio para investir a Pedro Sánchez. Pero cualquier tipo de acuerdo para la Generalitat con el PSC sigue despertando recelos en junts y republicanos.
Por eso, una posibilidad es que Puigdemont obligaría y acorralaría a Sánchez y al PSOE que lo ponga al frente de la Generalitat bajo la amenaza de romper a nivel nacional. Pero el PSC no puede darse el lujo de ceder a esa presión que significaría un suicidio político.
Tanto Sánchez como Feijóo y figuras de sus partidos se involucraron de lleno en la campaña catalana. En clave nacional se discutieron el futuro actual de una España dividida y a merced de los independentistas o una España regida por la constitución.
Sin embargo, los números que al principio eran alentadores para el PP, en las dos últimas semanas compiten con la extrema derecha de Vox por el cuarto puesto. El punto de partida del PP son los tres diputados que logró el actual candidato Alejandro Fernández en 2021, con un 3,85% del voto. El peor resultado del partido en su historia. Quizá por eso Feijóo ha intentado durante dos años deshacerse de él y poner a Dolors Montserrat como cabeza de cartel. La resistencia de Fernández, con la ayuda del ala dura que capitanean la presidente de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso y Cayetana Álvarez de Toledo, y la renuencia de Feijóo al conflicto lo hicieron imposible.
En los recientes mítines, Feijóo endureció su discurso antinmigración para disputar el voto a Vox y a Aliança Catalana.
Y en sus programas de gobierno tanto el PP y Vox plantean reducir los impuestos, acabar con la inmersión lingüística del catalán o mejorar el abastecimiento de agua, uno de los temas más acuciantes para la sociedad catalana.
La agenda de propuestas de todas las fuerzas, también, involucró las transferencias de competencias y el pacto fiscal
Aunque los números son favorables para el candidato socialista, Salvador Illa tendrá la complicada tarea por delante para conformar gobierno o se corre el riesgo de una repetición electoral.
Para Sánchez, que supo desviar la atención de las elecciones hacia su persona y desactivar en cierto modo a la figura de Puigdemont a favor de Illa que venía en ascenso, una victoria representaría un envión a su gestión.