‘Nacionalismo, potencias industriales y subdesarrollo’; libro de Rogelio Frigerio

NacionalismoSe reúnen aquí, bajo el título común de Nacionalismo, potencias industriales y subdesarrollo, dos trabajos de índole diversa y, no obstante, concurrentes.

Leé el libro en línea.

En el primero se analizan los factures que actúan en las relaciones de los países subdesarrollados con las potencias industriales, y de éstas entre sí, polarizadas como se hallan en dos campos: el llamado sector de los países occidentales y el de los países socialistas.

En el segundo capítulo se tratan las tendencias ideológicas en el seno de las comunidades que responden a la gran clasificación genérica de países subdesarrollados, donde lo característico de la lucha es la acción del pueblo por afirmar la soberanía política y la independencia económica. En estos países, las corrientes nacionales o nacionalistas son examinadas según su contenido, advirtiendo la diferencia entre el nacionalismo de fines nacionales —es decir, de objetivos mensurables de liberación nacional— y el nacionalismo declamatorio, que está dispuesto a renunciar a estos fines, cuando los medios que se empleen en la lucha no sean medios nacionalistas «químicamente puros».

No se trata de trabajos totalmente inéditos, pues ambos constituyen materiales parcialmente utilizados en artículos y conferencias; Cuba y Argentina: dos alternativas frente al problema común del subdesarrollo acaba de aparecer editado en Washington. El mérito de los mismos —si alguno tienen— consiste en que ambos ensayos integran una gran exposición coherente de la tesis sobre la lucha contra el subdesarrollo y por la autodeterminación nacional, en las condiciones particulares de América Latina y, específicamente, en nuestro país en la hora actual.

La soberanía de un país resulta de la presencia de dos fuerzas que requieren ser aplicadas en un momento dado de su historia. Esta circunstancia aparece cuando el desarrollo de sus fuerzas materiales exige la liberación de las ataduras que los factores externos imponen a la expansión de su proceso productivo.

En el caso de nuestro país, hemos señalado con reiterada insistencia el carácter de esas fuerzas, así como determinado sus componentes. La primera de ellas está compuesta por todos los elementos internos cuyas partes esenciales son los empresarios —industriales y agrarios— y los trabajadores. La segunda depende de los elementos económicos financieros exteriores cuya hegemonía está determinando, por oposición, el potente desenvolvimiento de las corrientes de liberación nacional.

En una reciente gira por el continente hemos tenido la oportunidad de insistir, desde diversas tribunas, en los temas debatidos permanentemente entre nosotros con el fin de esclarecer la formación del frente nacional.

Desde el libro, el folleto, los artículos periodísticos y las conferencias, hemos tratado de contribuir a la formación de ese criterio, como una manera de proceder a la constitución definitiva de la fuerza nacional necesaria para llevar a cabo, con éxito, los anhelos de soberanía y bienestar que yacen, bajo las múltiples banderías, en las masas profundas de nuestro pueblo.

Con respecto a las fuerzas exteriores, no fueron muchas las oportunidades que tuvimos para someterlas a nuestro análisis en el lugar en que ejercen su acción y mantienen su vigencia. Si bien es cierto que con frecuencia las agencias noticiosas internacionales, los grandes rotativos del continente, las universidades nos honraron cediéndonos sus tribunas, desde las cuales pudimos hacer conocer nuestro pensamiento al respecto, solo excepcionalmente nos fue posible sintetizar, como en la presente ocasión, el sistema de ideas de la posición nacional y popular de da bases a nuestra tesis.

Hemos abordado las perspectivas económico sociales de un país subdesarrollado en relación con los países altamente desarrollados. Procedimos a establecer los términos en que se vinculan los elementos constitutivos de unos y otros países, en función de esas coordenadas del plano interno y del plano internacional, y destacamos las mutuas interrelaciones que, en los periodos históricos como el que vivimos, llevan a la superación de los antagonismos existentes.

Así, cuando nos reducimos al ejemplo de los países americanos, aplicamos al análisis las leyes generales del desarrollo económico que se cumplen en esta época en cualquier país.

Por otra parte, hemos considerado sistemáticamente las tendencias en pugna en el seno de las naciones subdesarrolladas, que están movidas por factores económicos y por diferencias sociales, mostrando cómo frecuentemente éstas son superadas en función de las necesidades de cohesión nacional lograda en oposición a la presencia del factor externo.

Finalmente, encarecemos indulgencia al lector por el plano necesariamente teórico en que hubimos de desenvolver la exposición en algunos pasajes. Ello se debe, más que a ninguna otra cosa, a la índole del asunto tratado. Creemos, sin embargo, que es imprescindible que los dirigentes sindicales, empresarios y políticos se aboquen al estudio y debate de los problemas que, no siendo específicos de ninguna de las actividades particulares en que desenvuelven su acción, deben, no obstante, ser analizados exhaustivamente. Pues del acierto con que se los resuelva dependerá el ritmo de avance en el camino de la grandeza de la Nación y la felicidad mensurable del pueblo.