El sector más dinámico a nivel global es la economía del conocimiento. Esto se refleja en la lista de las empresas más valiosas del mundo: Amazon, Apple, Microsoft, Google. Todas tecnológicas. «Los valores de estas empresas superan el PBI de varios países de América Latina», señala el emprendedor Luciano Pizarro en una charla organizada por la Usina Desarrollista. Argentina tiene el desafío de reformular su matriz de producción para pasar de una economía agroindustrial a una basada en el conocimiento, sostiene Pizarro. Para lograrlo, es fundamental darle priordidad a la educación, plantea el economista y emprendedor. «Sin educación es imposible avanzar en la economía del conocimiento», afirma.
El 37% de las exportaciones argentinas son materias primas, sobre todo cereales y oleagionsas, precisa Pizarro. Un número que considera elevado frente al 8% de ventas al exterior de servicios basados en conocimiento. Google vale el equivalente a 3.000 millones de toneladas de soja, subraya. Es decir, 70 veces las toneladas de soja que exportó Argentina en 2019. «¿Eso significa que tenemos que dejar de producir materias primas y bienes? No, tenemos que fabricar más, pero le tenemos que agregar conocimiento», aclara. Una hectárea de maíz en EEUU rinde un 25% más que en Argentina, destaca Pizarro, y la diferencia no se deba al tipo de tierra ni el clima, sino el conocimiento invertido.
Argentina tiene su propia gran compañía de la economía del conocimiento: Mercado Libre. La empresa fundada por Marcos Galperín es la más valiosa del país: casi 50.000 millones de dólares, es decir, un 13% más que las reservas del Banco Central de la República Argentina.
La charla Economía del conocimiento: de Argentina al mundo es la decimosegunda del ciclo de videoconferencias que organiza en 2020 la Usina Desarrollista, un proyecto impulsado por Visión Desarrollista, el Movimiento de Integración y Desarrollo (MID), la Fundación Frondizi y la Fundación para el Desarrollo Entrerriano (FUNDER).
El foco en la educación
Un pilar fundamental de la economía del conocimiento es la educación. Y en esa materia, América Latina tiene un retraso marcado, subraya Pizarro y destaca que en buena medida se debe a que no se le una prioridad suficiente. La ley de Economía del conocimiento, por ejemplo, tiene incentivos fiscales para el sector, que Pizarro considera muy positivos, pero no menciona la educación. «¿Cuál es el parámetro que usamos para medir crecimiento de un país? El PBI. Nunca hablamos de la educación», insiste.
Los países que son referentes en materia de economía del conocimiento tienen sistemas educativos fuertes y enfocados a la ciencia y la tecnología. Es el caso de China, India, Japón o Corea del Sur. «Un niño japonés va a la escuela entre 80 y 100 días más que uno argentino. Sin contar la calidad, solo en días, nos llevan una ventaja», concluye Pizarro.
Un punto donde Argentina muestra falencias, considera el economista, es en el nivel universitario. En la Universidad de Buenos Aires (UBA), ejemplifica, hay 10 veces más estudiantes de carreras blandas que de ingenierías y ciencias exactas. «Por cada ingeniero se reciben tres psicólogos», señala y aclara que el problema no son las carreras blandas, sino la proporción. Y que hay que cambiar los incentivos para que los jóvenes se vuelquen hacia perfiles más técnicos.
Que haya menos estudiantes de carreras técnicas se traduce en que menos patentes registradas. «Argentina registró 160 patentes en el exterior el año pasado mientras que Corea del Sur registró 40.000. Esta baja cantidad de patentes muestra que los argentinos tienen dificultades para crear, para innovar», señala Pizarro. La diferencia es el resultado de décadas de inversión en educación. Hace 60 años, Corea del Sur era mucho más pobre que Argentina y actualmente tiene un PBI tres veces mayor, destaca.
Otro país que Pizarro considera un modelo es India. Hace 80 años, el primer ministro de Jawaharlal Nehru decidió crear siete universidades tecnológicas de primer nivel en el país, destaca el economista. En 1970 se instaló en Nueva Delhi el Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT, por sus siglas en inglés) y hoy es uno de los mejores centros de formación en el mundo, según Pizarro. «La tecnología en India no solo puso el país como una potencia emergente, sino que sacó a 300 millones de personas de la pobreza», destaca. Esto también se ve en las trayectorias individuales, apunta Pizarro, y menciona tres ejemplos: el CEO de Google es Sundar Pichai, el de Microsoft es Satya Nadella, el de Adobe e Shantanu Narayen; los tras nacieron en India.
Cambios en el mercado laboral
La irrupción de la economía del conocimiento genera cambios que afectan profundamente el mercado laboral y la generación de valor. Desde las impresoras 3D, que permiten producir bienes personalizados y a pequeña escala y que hoy tienen un precio accesible, hasta el teletrabajo, que permite que un psicólogo de Buenos Aires exporte a España sus servicios a través de la plataforma Zoom. Pero no todos los cambios traen buenas noticas. Muchos de los trabajos actuales va a dejar de existir con el avance de la tecnología. El 65% de los empleos actuales en Argentina puede desaparecer en los próximos 20 años de la mano de la automatización, calcula el Banco Mundial, con base en la metodología desarrollada por investigadores de la Universidad de Oxford.
El trabajo manual, de hecho, tiene cada vez menos valor en el mercado actual. Pizarro cuenta dos casos que lo ilustran. Un café de Starbucks cuesta unos 200 pesos, pero solo el 3% de ese precio va a los productores de café, que están en Brasil, Vietnam o Colombia. El 97% restante, señala el economista, se distribuye entre eslabones que agregan conocimiento: el procesamiento, el branding, el packaging y la logística.
Un segundo caso es el de las chombas Lacoste. A pesar de que su elaboración tiene un componente manual muy importante, solo el 8% del precio llega al fabricante. El resto del valor va al dueño de la pantente, el diseñador y la publicidad, entre otros. «Será injusto o no, esa es otra discusión», sanja Pizarro.
El modelo centrado en la economía del conocimiento plantea una disyuntiva central para países con elevados niveles de exclusión social como Argentina. ¿Todo el mundo puede producir conocimiento? «Evidentemente, hay muchos sectores que no pueden. Y ahí tiene que estar el Estado», considera Pizarro. Desde su punto de vista, relegar las inversiones en la economía del conocimiento para atender a los sectores sociales más rezagados es un error.
Volvé a ver la charla virtual con Luciano Pizarro