En una campaña inédita, polarizada e igualada, ambos candidatos dicen ser la esperanza y se acusan mutuamente con ser un peligro para el país.
En una campaña inédita, polarizada e igualada, ambos candidatos dicen ser la esperanza y se acusan mutuamente con ser un peligro para el país.

Los comicios presidenciales de Estados Unidos 2024 pasarán a la historia como lo más atípicos, reñidos y con altos grados de incertidumbre. Sin dudas, tuvo de todo. Desde el dramatismo que significó la renuncia a la reelección del presidente Joe Biden hasta un intento de magnicidio en pleno mitin contra el expresidente y candidato republicano, Donald Trump. La aparición ya anunciada de Kamala Harris trajo consigo un aire de esperanza a las bases demócratas y a varios sectores del electorado.

Desde su confirmación, la campaña de Harris ha recaudado grandes cifras millonarias, subió abruptamente en las encuestas y resulto ser un verdadero dolor de cabeza para la campaña de Trump.

Los republicanos presumían y sobre todo el magnate millonario que la elección frente a Biden estaba ganada. Al principio Trump se veía desorientado y estaba constantemente a la defensiva sumando más munición gruesa a su típica verborragia. Los apuntados por el líder republicano son los inmigrantes, igual que la campaña del 2016, los culpables de todos los males de Estados Unidos a los que acusa de delincuentes y que “envenenan la sangre” de los estadounidenses, declaración al mejor estilo de Adolf Hitler. En sintonía, alega al ministro de Propaganda nazi, Joseph Goebbels: “miente que algo quedará”, con sus constante mentiras infundadas referidas a la inmigración, que está comprobado que son necesarios para la economía y ni hablar del tema de la inseguridad. Los datos son concisos y demuestran que los estadounidenses cometen más delitos que los inmigrantes.

Pero, también, hizo alusión a un nuevo enemigo interno que son las políticas y propuestas de la vicepresidente, Kamala Harris, a la que agredió con comentarios misóginos, por su color de piel, su incapacidad para ejercer la presidencia y la calificó de “marxista”, “comunista” y “socialista”.

Sin embargo, los absurdos que plantean Trump se multiplicaron día tras día de campaña. Teorías conspirativas sobre la manipulación del tiempo por parte de Biden que generó el Huracán Helene en el disputado estado de Carolina del Norte hasta que si se vota por Harris no habrá más vacas para consumir, entre otro delirios. Ya el año pasado, Trump deslizó que si llega de nuevo a habitar la Casa Blanca iba a ser “dictador por sólo un día”. Sus dichos son alarmantes y preocupantes al manifestar utilizar a los militares contra sus rivales políticos, plantea la posibilidad de un fraude monumental y ya avisó que se negará a reconocer los resultados de las elecciones del próximo 5 de noviembre. Dato no menor, Trump nunca reconoció su derrota contra Biden en 2020.

Aunque el enfoque de Trump en política para ganar votos consiste crear miedo al otro y dividir a los estadounidenses entre patriotas y enemigos de la nación. Su dura postura moviliza a sus fieles y a la base republicana MAGA, además, ha logrado penetrar en parte del electorado en las últimas semanas donde las encuestas muestras que en los estados pendulares (Pensilvania, Georgia, Carolina del Norte, Michigan, Arizona, Wisconsin y Nevada) que definen la elección hay casi un empate técnico y en algunos casos la balanza de inclina para Trump o Harris. Encima el republicano se ufana de que su administración fue exitosa en materia económica ante el “desastre” de Biden, que Harris será la continuación de esa decadencia. Una vez más el magnate falta a la verdad.

Su paso por la Casa Blanca arrojó el mayor déficit en la historia de Estados Unidos. La deuda nacional aumentó de casi US$7,8 billones hasta US$28 billones durante los cuatro años de Trump. Si bien con Biden aumentó, pero a un ritmo menor. El crecimiento económico con Trump fue del 6,8% aunque en la gestión de Biden fue del 8,4%. En la creación de empleo, Biden generó 16 millones de puestos de trabajo, en cambio, Trump dejó el cargo con tres millones menos comparado con la administración de Barack Obama. Pero en este caso hay que tener en cuenta la pandemia pesimamente administrada por Trump. En el tema inflación, fue más baja con Trump, aunque con Biden también viene descendiendo.

En el plano de las instituciones democráticas, Trump las atacó desde el primer día que piso la Casa Blanca. Bochornosa fueron las imágenes del 6 de enero del 2021, cuando Trump alentó tácitamente el ataque al Capitolio por una horda de sus partidarios fanáticos que terminó con varios heridos y muertos. A pesar de la penosa jornada de ese día, Trump exalta con calificativos de “héroes y patriotas” a los violentos que atacaron al Capitolio.

Incentivó al odio racial con sus discursos que dividen a la sociedad estadounidense y en materia de inseguridad aumentaron un 28% en su administración.

En materia de política exterior, Trump atacó constantemente a los aliados europeos de Estados Unidos y en varias oportunidades amenazó con retirarse de la OTAN. En contrapartida, se abrazó con el presidente ruso, Vladimir Putin y el líder norcoreano, Kim Jong-un. Negador del cambio climático, Trump retiró al país de los Acuerdos de París. Hay que reconocer en Trump, los Acuerdos de Abraham que posibilitaron a Israel establecer relaciones diplomáticas con países árabes.

Sin dudas, su presidencia está considerada como una de las peores de la historia de Estados Unidos, sin embargo, ha logrado con su personalidad histriónica apoderarse del Partido Republicano, ser la opción partidaria para volver al poder y ser el mayor referente de una parte de la sociedad estadounidense.

Libertad, unión y defensa de los valores democráticos

Mientras Trump enfocó su estrategia en sus bases fieles y en algunos desencantados de la gestión Biden, la campaña de Kamala Harris trata de captar a los indecisos y moderados. El enfoque Harris se centra en terminar con la polarización ideológica que mantiene dividido al país y en unir a la nación ante el “fascismo” y el peligro que representa a la democracia Donald Trump.

La libertad y los valores democráticos, sobre todo. Esa es la defensa de Harris, que puso sobre la mesa de discusión la economía, la inmigración, la salud, el acceso al aborto y la política exterior. Una vuelta de Trump a un segundo mandato sería un salto al precipicio a la democracia más antigua del planeta. Por eso, Harris alegó a los republicanos contrarios al magnate y a varios que ocuparon puestos en su administración. Muchos de ellos considerados “disidentes” por las filas de MAGA, Harris los invito a la Convención Demócrata en Chicago. Hizo campaña con la excongresista y declarada enemiga de Trump, Liz Cheney, la hija de Dick Cheney, el todopoderoso exvicepresidente de Bush hijo. Juntas compartieron un mitin en Ripon, Wisconsin, el lugar donde nació el Partido Republicano. Además, Harris recibió esta semana el apoyo de Barbara Bush, la hija y nieta de los expresidentes, George Bush y George W. Bush.

El apoyo a Harris dentro del partido fue total con apoyos explícitos en varios mítines y actos encabezados por los exmandatarios Bill Clinton y Barack Obama y su mujer Michelle Obama. También, contó con el apoyo de varios artistas del espectáculo y la música contrarios a Trump. Ironías del destino los apoyos de Trump dentro del mundo del espectáculo le jugaron una muy mala pasada con los comentarios racistas del humorista, Tony Hinchcliffe, que se refirió a Puerto Rico como una “isla de basura flotante” y se burló de los latinos, en un acto en el Madison Square Garden, en New York. Ni hablar del apoyo constante del empresario Elon Musk, que regala un millón de dólares en sorteos entre votantes de Trump. Todo un absurdo que alude a la compra indiscriminada de voluntades.

Si bien ya en varios estados se comenzó a votar, la hora de la verdad será el próximo martes 5 de noviembre. La polarización es un hecho consumado en Estados Unidos. Las diferencias de modelo de país para republicanos y demócratas son notorias en temas de inmigración, el rol del Estado, el acceso a la salud, los programas sociales y la política exterior. Y si bien la elección está abierta e indecisa, lo que más está en juego son los valores de la democracia y la libertad.