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Una mujer con barbijo realiza compras en el Mercado Central de La Matanza. / REUTERS

Todas las proyecciones lo confirman: la recesión global de este año va a ser peor que la de 2009. La Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) calcula que la economía mundial se contraerá 4,5%, según su último informe, publicado el 16 de septiembre. Tras la crisis financiera de 2009, el PBI global había caído un 1,7%. Era, hasta este año, la única vez que la economía cerraba con un resultado negativo desde 1961, cuando el Banco Mundial comenzó a llevar el registro.

El informe de la OCDE confirma la percepción generalizada de que la crisis desencadenada por el COVID-19 no tenía precedentes. Y el mismo organismo admite que las perspectivas son muy inciertas porque dependen de «las hipótesis relativas a la propagación del virus y la evolución de las políticas macroeconómicas». La aclaración no es trivial: la OCDE proyectaba en marzo que el PBI mundial crecería un 2,4% y que, en «el peor escenario posible», la economía podría desacelerarse y crecer solo un 1,5%. Todos los cálculos saltaron por el aire. Aunque también hay buenas noticias: el organismo había calculado en junio que el PBI mundial se derrumbaría un 6% y corrigió el dato. No es un gran alivio, pero la caída va a ser menos brusca. El último informe del organismo destaca que la mejora en las perspectivas se debe a la reacción rápida y acertada de los Estados frente a la crisis.

La pandemia encontró a Argentina envuelta una crisis profunda y la ahondó en forma dramática. La caída del PBI en el segundo trimestre de 2020 fue del 19,1%, mayor incluso que la del primer trimestre de 2002. En el peor momento de la crisis del fin de la convertibilidad, la actividad cayó un 16,3%. En el segundo trimestre de 2020, el consumo privado cayó un 22,3% y la inversión de desplomó un 38,4%.

El impacto de la recesión en Argentina ya muestra algunas consecuencias preocupantes. El desempleo en el segundo trimestre trepó hasta el 13,1%, el más alto desde 2005. La pobreza está en alza en el país; Naciones Unidas proyecta que alcanzará el 40,2% a fin de año y que la pobreza infantil llegará al 58,6%. La consultora OJF, del economista Orlando Ferreres, calcula que la recesión provocará que haya 30.000 empresas menos en el país, lo que se traducirá en mayor desempleo y destrucción de capital y tejido empresarial.

Sin motores para la recuperación

El escenario es de una gran incertidumbre y hay poca claridad sobre el plan económico. De hecho, el presidente, Alberto Fernández, declaró en público que no cree en los planes económicos. “Hay una incógnita previa al programa económico, que es un problema técnico, y es saber hacia dónde quiere llevar el país. Y si el presidente sabe hacia dónde van el curso de la historia y el ciclo económico”, cuestionó este viernes el analista político Carlos Pagni en la charla Perspectivas políticas para el último tramo de 2020, organizada por La Nación. Más importante que conocer la profundidad de la crisis, señaló Pagni, es conocer la velocidad de la recuperación.

El Fondo Monetario Internacional (FMI) calcula que la economía argentina caerá un 9,9% este año y se recuperará un 3,9% en 2021. Argentina registrará una de las mayores contracciones en el bienio, entre los países analizados por el FMI: solo la superarán México, Italia y España, tres de los países más afectados por la pandemia.

En Argentina, la pandemia de COVID-19 se sumó a una década de estancamiento y a la crisis económica que comenzó en 2018.  «El empleo formal privado cayó un 5% en los últimos ocho años. Solo creció el empleo público y el empleo por cuenta propia, que sobre todo es informal”, planteó Pagni en la charla del viernes. Para el analista, el Gobierno tiene dos problemas, un desequilibrio fiscal y otro monetario, que se refleja en la inflación. Ambos le impiden utilizar los mecanismos usuales para potenciar un sistema productivo que está colapsado. “La salida va a ser mucho más lenta y más traumática que en otros lugares”, apuntó Pagni.