Diputado nacional por la provincia de Buenos Aires desde diciembre de 2023, Nicolás Massot cumple su segundo mandato en la Cámara Baja, luego de haber ejercido como presidente del bloque PRO durante gran parte del período 2015-2019. Secundó de esa manera la labor del entonces presidente del cuerpo, su mentor, Emilio Monzó, con quien comparte además la convicción de que el diálogo y los consensos son el eje para resolver la crisis de la política argentina, al punto que nos refiere que “el que no cree en los consensos se tiene que dedicar a otra cosa”. Hoy, como miembro del bloque Hacemos Coalición Federal, se encuentra en un rol distinto, como opositor, y ha demostrado ser uno de los legisladores que se opuso al proyecto de ley de Bases que el presidente Javier Milei intentó aprobar meses atrás “así como todo lo que tengamos que limitar y objetar lo haremos también acompañaremos todo lo que haya que garantizar”. Frente a esa situación, destaca la buena salud del sistema republicano argentino al haber resistido el embate oficialista y que finalmente, tras negociaciones y revisiones de los puntos más cuestionados, se pueda aprobar la ley.
Ya analizando la gestión del gobierno, Massot nos da su análisis de la conducción económica enfatizando que la recomposición de precios, era necesaria pero solo es socialmente viable si el salario también crece de la misma manera: “Al gobierno le falta claramente una política de ingresos” enfatiza, pero advierte que la mayor falencia del gobierno es en la política internacional.
Saliendo de la coyuntura, Nicolás nos comparte su visión del desarrollo argentino, entendiendo que todos los sectores son importantes, incluida la industria y las pymes, error de apreciación que achaca a Milei y al propio Macri en su gestión presidencial. Nos comparte también en esta amena charla la cosmovisión que le da sentido a su vocación política, y como se posiciona frente al individualismo exacerbado y la fe en el mercado que vivifican las ideas libertarias, contraponiendo una mirada cristiana de justicia social y solidaridad en esa búsqueda de equilibrio que lo caracteriza y que entiende es un bien que la sociedad argentina necesita imperiosamente.
VOCACIÓN Y COSMOVISIÓN POLÍTICA
Nicolás gracias por recibirnos. Antes de hablar de la coyuntura política y de la situación económica, queríamos hacer una introducción para conocer un poco a ese Nicolás que encontró en la política su vocación. ¿Cómo se inició ese proceso en tu vida?
Nací en Bahía Blanca (1984), pero vine de muy chico a la Ciudad de Buenos Aires donde hice el colegio y la facultad. Me recibí de economista en la Universidad Di Tella y trabajé muchos años en finanzas corporativas en la industria naviera. Mi vocación política se despertó ya con ese trecho recorrido, fue como un retumbe que se iba haciendo cada vez más fuerte. Si bien me encantaba lo que hacía y me iba muy bien en el trabajo, había algo que no cerraba. Y paradójicamente el hecho de que me fuera bien en la actividad hizo que acelerará mi decisión, porque sabía que ese era el momento de seguir la vocación, luego iba a ser más complicado. Ayudó el hecho de que yo estaba soltero y todavía tenía 25 años allá por el 2010. Ahí fue cuando renuncié al trabajo con el fin de poder disponer de mi tiempo para explorar como sería dedicarme a la política. Acordate en aquel tiempo en 2010, estábamos en la previa del 54% de Cristina y con la oposición totalmente fragmentada… había kirchnerismo para rato. De hecho, al renunciar tomo una de las mejores decisiones de mi vida que fue viajar por África y Medio Oriente para volver al país a principios de 2011. Tenía bastante arreglado para volver a Bahía Blanca, a trabajar con el intendente de aquella época para asesorarlo con todo lo que era naviero y del puerto, pero entonces motivos personales y familiares me hacen quedarme en Buenos Aires. Ahí es que lo conozco a Emilio Monzó y ahí arranco mi carrera política.
Emilio fue tu mentor e incluso hoy día continúan trabajando juntos, algo loable en la política de hoy en día. ¿Cómo fue tu llegada al PRO?
Emilio lo había conocido a Macri en Unión Pro en el 2009. Él era el armador de De Narváez. Después Solá, de Narváez y Macri terminan peleándose, principalmente por las ambiciones presidenciales de De Narváez y entonces sí es Macri quien, en el 2011, lo convoca a Emilio como armador nacional para la campaña presidencial. Se trabajó duro con enormes logros en Santa Fe, con la victoria de Jorge Macri en Vicente López, aunque Mauricio decidiera finalmente bajarse e insistir por la ciudad. Como bien sabemos no claudicó en su ambición y solo la postergó para el 2015. Con ese panorama nosotros nos enfocamos en hacer el mismo trabajo político, complementado con un trabajo de gestión en el Ministerio de Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires.
Vos sin embargo tenías un perfil mucho más técnico en aquel entonces que ahora…
Yo era un funcionario técnico, Director de Reforma Política en el Ministerio. Preparábamos entonces la ley PASO de la Ciudad, que tiene la innovación de que el Vice Jefe de Gobierno queda vacante en la PASO para luego poder negociar en la interna. Y también preparamos la boleta única electrónica que la verdad es una pena que haya terminado tan mal, porque yo sigo pensando que eso es un buen sistema. Pero bueno, en esa época armamos también la Ley de Reforma Política que después terminó saliendo y sí, eso fue antes de irme a vivir a Córdoba. El año siguiente me fui a vivir a Córdoba y bueno, ahí empecé todo el desarrollo de lo que terminó siendo Juntos por Córdoba, que tuvo el capítulo inicial de Marcos Juárez y que fue la primera provincia que armó Cambiemos. Fue la verdad que una etapa muy linda.
Quería recalcar esto por este tema de que se achaca a los políticos de que nunca trabajaron, que hacen política para salvarse. ¿Qué valoras de toda tu experiencia en el sector privado? ¿En qué te ayudó?
Me complementó un montón y me sigue complementando, porque la verdad es que cuando terminó el gobierno de Macri y yo cumplí con ese mandato en la Cámara, volví al sector privado (hasta que fue concejal en 2021 en Tigre, cargo que renunciara para asumir nuevamente como diputado en diciembre de 2023). Para mí es importantísimo tener una triangulación permanente en la vida de cada uno, entre lo público, lo privado y lo académico. Creo que son sectores que se complementan y al final es imposible poder incidir positivamente en el sector público si no conoces al sector productivo, el que invierte y genera empleo. Si no entendés los problemas que tiene el sector, difícilmente lo vas a poder ayudar a resolver.
Antes hablabas de tu vocación política que te movió a dejar un proyecto de vida que pintaba exitoso en el sector privado. ¿En qué sustentas tu vocación pública? Entiendo tenés fuertes convicciones religiosas…
Bueno, en el origen es cierto que por ahí la cosmovisión cristiana y esta idea de tener que darle un significado a la principal inequidad en la vida de todos nosotros, que es la cuna en la que nacemos, que no tiene ninguna explicación, que es absolutamente irracional. A mi modo de entender la cosmovisión cristiana se lo da. La existencia de Dios y la misión particular de cada uno de nosotros, creo está asociada con ese designio sobre el cual, cuando tenés la fortuna de nacer en una familia que te da posibilidades para tu desarrollo, vos tenés dos opciones: o te consideras un afortunado y lo usas para tu propio bien y disfrute, o sentís cierto mandato o cierto compromiso en este rol co-creador que los cristianos creemos que tenemos y entonces los dota de contenido.
Y la manera que yo tuve de hacerlo, porque obviamente ahí también empieza a entrar la particularidad de cada uno, es la política. A mí la adrenalina que me genera la actividad política y la gestión pública no me la genera a tal escala el sector privado. Sigo pensando que el equilibrio es lo mejor y hay que tener participación en ambos, pero la verdad que lo público es único en eso. Así que sí, efectivamente la cosmovisión cristiana tiene un rol importante en mi pero obvio que considero que los no creyentes, gracias al imperativo moral kantiano pueden tener una motivación y vocación similar.
Muy interesante lo que contás e interesante también conocer a la persona más allá del político. Frente a lo que planteaste de ese dilema religioso o moral en relación a si frente a la necesidad de los demás hay o no un compromiso, llámalo solidaridad, o no, no se debate en la sociedad argentina pero está impregnado en lo cotidiano e incluso en la política. De hecho, el presidente Javier Milei es un apologista del individualismo y un acérrimo detractor de la justicia social. O cuando se pone al mérito propio como el fundamento de todo sin recordar que no todos salimos de la misma línea de partida. No hay bien común ni compromiso con el otro. ¿Qué sentís y cómo te posicionas frente a estas cuestiones?
Cuando Milei hace un culto del individualismo, y critica a la justicia social o al colectivismo como poniéndolo en pie de igualdad con el marxismo, o con el comunismo, hace un reduccionismo en todo concepto. Es decir, las religiones en general son colectivistas, al menos las tres grandes religiones monoteístas lo son en la consideración del prójimo. Sobre todo, la cristiana o la católica, en donde el prójimo está hecho imagen y semejanza del propio Dios que lo creó y pensar que las religiones monoteístas por pensar así son comunistas o marxistas es un disparate.
Por otro lado, la idea del mérito, del esfuerzo, está absolutamente presente en el Antiguo Testamento para acá, en una cantidad de lugares y coexiste perfectamente con las virtudes de la caridad y de la solidaridad. No son contradictorias. Como todo lo que en general Milei analiza, carece de sofisticación y de grises. Parece que sólo podés ser individualista o marxista. Y creer que el foco está en pelear exclusivamente por las leyes del mercado en tu propio interés y el resultante de la sumatoria de los intereses es el bien común es algo que no comparto. De todas maneras, el utilitarismo existe hace 300 años…
No es la Argentina por la que luchas…
Por supuesto que no. Yo soy capitalista, pero creo en el bien común. Soy pro-occidente, fiscalista, institucionalista, productivista. Creo que es posible un capitalismo humano superior al individualismo exacerbado. Y creo que no hay proyecto de país posible sin que incorpore principios de solidaridad y subsidiariedad, de que quienes más tienen velan por los que menos tienen y converjan en oportunidades. Eso no significa ni corrupción, ni clientelismo, ni que todos son corruptos o casta o pelean por su propio interés. Significa una cuota razonable de humanidad.
Comparto y te pregunto, ¿crees que de alguna manera el peronismo se apropió de esos principios y que la mala praxis o el abuso de eso llegó a que de alguna manera se denigraran esos principios, esos valores que es lo que históricamente definía la Argentina?
El kirchnerismo sí. Sí porque la verdad es que el peronismo en sus inicios, el primer Perón fue quien, con aciertos y errores, incorporó esta dimensión en la vida política argentina. El menemismo de un corte mucho más liberal no perdió esa conexión con la vida diaria de la microeconomía de las personas y las familias hasta su etapa final, en donde se volvió más frívolo y obviamente se distanció de todo eso. Y después el kirchnerismo hizo una sobreactuación de esa esfera que se terminó llevando puesto la sustentabilidad del país. Y se terminó volviendo el propio modelo en contra de los más vulnerables y de quienes supuestamente el propio modelo quería incluir pues terminó pulverizando los ingresos y volviendo los derechos en abstracción.
LA ARGENTINA PRODUCTIVA
Antes de ir a la coyuntura política económica queríamos conocer tu visión del desarrollo nacional ¿Cómo concebís a la Argentina productiva? ¿Por dónde la ves? ¿Por dónde sale la Argentina de sus crisis recurrentes?
La respuesta es amplia y diversa. Claramente, existen sectores clave intensamente ligados a la exportación, como el petróleo, el gas, las energías renovables, la minería y los agronegocios a lo largo de toda su cadena, además de la economía del conocimiento. Sin embargo, estos son solo una parte del panorama, ya que cada uno tiene un impacto específico y localizado geográficamente. Por ejemplo, en la ciudad de Buenos Aires se concentran muchas de las operaciones grandes y la gestión de proyectos como Vaca Muerta, pero este tipo de actividad no se replica de la misma manera en el resto del país. El empleo en áreas como Vaca Muerta, Catamarca, Salta o Jujuy, donde se explota el litio, o en la zona núcleo de la Pampa húmeda, dedicada a los cereales, oleaginosas y carnes, muestra esta georreferenciación. De hecho, en las zonas internas, posiblemente el único sector que ha impulsado la creación de empleos de media y alta calificación en la última década es el de la economía del conocimiento y la exportación de servicios, que por su naturaleza online tiene un alcance geográfico más amplio, aunque no todos los empleos del sector son accesibles para toda la población.
El problema es que, con este esquema, todo el resto, que son ni más ni menos que los centros urbanos con personas con calificaciones medias y bajas, dependen de la industria y las pymes. Por eso creer que con lo primero alcanza es una falsa dicotomía que pone absolutamente en peligro a gran parte de la población. Me preocupa que volvemos a reincidir en esta visión sesgada, la de la apertura indiscriminada, al menosprecio de la industria nacional, como si fueran parte de la casta, del choreo. Todo este simplismo de gente que conoce poco la Argentina y que en general no sabe bien lo que es un 931, ni llevar adelante una empresa y que cae en esta falsa dicotomía.
¿Cuándo hablas de reincidir en errores te réferis a lo que hizo el macrismo?
Sí. Fue gran parte del problema del gobierno Macri, este facilismo de los consultores que desde el gobierno decían que la industria se tenía que reconvertir, que hay que abrir indiscriminadamente, que se compita, omitiendo que en realidad parte de la competencia o de lo pesado de competir en la Argentina es el costo fiscal y el costo argentino de las inequidades logísticas, de las ineficiencias logísticas, de los costos de transacción. Entonces, creo que en la actualidad vuelve esa amenaza, vuelve a faltar esa visión industrial que conviva con los sectores primarios de exportación y que en todo caso sea una segunda etapa en donde se busque industrializar y agregar valor a la producción primaria. Uno cuando lo dice te miran como si fueras viejo, pero hay cosas que no envejecen y que son fundamentales.
Sí, más que nadie nosotros los desarrollistas te entendemos… , pero bueno, no sólo son convicciones bien fundadas en los aprendizajes de la historia sino que incluso hoy día todos los países desarrollados se enfocan en promover o recuperar sus capacidades industriales y no tienen problema en ser proteccionistas para eso. No es que estamos en la época de Thatcher y Reagan…
Absolutamente. Milei que lo mira tanto a Trump, no mira que hay pocos gobiernos que han sido tan proteccionistas y que prometan, si vuelve a acceder al poder, ser tan proteccionistas como Trump. De hecho, Milei es el único caso de los líderes de derecha que ha surgido en distintas partes del mundo en los últimos diez años, que abre las fronteras, pero que no cuida la industria nacional. Porque cuidarla no es subsidiarla, cuidarla no es expulsar la competencia. Cuidarla es tenerla presente en la convergencia fiscal, en los planes de recuperación, en las reformas. Es decir, en que todos tenemos que transicionar y que no pueda haber cambios abruptos. Es eso simplemente.
EL GOBIERNO DE MILEI
Metámosnos en la coyuntura y arranquemos ya que estamos por la política exterior. ¿Qué opinas de cómo está manejando las relaciones exteriores este gobierno y en particular la diplomacia presidencial, un instrumento que Frondizi usó como pocos a favor del interés nacional?
Yo creo que donde más falla este gobierno es en la política internacional. Me parece realmente mala. Es el área más floja que le veo. En gran medida porque tenemos un presidente que no entiende que ya no es el jefe de una facción, sino que es el jefe del Estado y que cuando habla, habla en representación de un país que trasciende su propio gobierno. Porque así son las relaciones internacionales, pero no lo entiende. Tenemos un presidente que va a mítines partidarios o en una agenda muy electoral cuando tendría que tener una agenda mucho más internacional y que además le parece divertido ofender a los primeros mandatarios de nuestros principales socios comerciales algo que no tiene ningún tipo de sentido. Y al mismo tiempo un alineamiento con Estados Unidos que me parecería razonable, pero absolutamente desequilibrado.
Precisamente, ¿Consideras desmedido ese alineamiento ideológico que tiene en una actitud innecesariamente provocadora contra China y Brasil, nuestros dos principales socios comerciales?
Totalmente. No lo pide nadie. Aclaro que yo también me alinearía con Estados Unidos, pero me alinearía de una manera un poco más equitativa. Entonces, me parece que falta un poquito de complejidad en el abordaje de la política exterior. Pero este es un gobierno que está preparado para dar cosas que nadie pide. O sea, ni los petroleros pidieron tanta recomposición del precio de la nafta, ni las distribuidoras de gas pidieron los 700 puntos de recomposición de tarifas que le dieron. Ni Estados Unidos pidió que nos vayamos de los BRICS antes de asumir el gobierno. Y encima promueven un alineamiento excesivo a los Estados Unidos sin negociar u obtener algún trato igualitario sobre productos que en algunos casos como los limones ni siquiera producen en gran escala. Aclaro que yo también me alinearía con Estados Unidos, pero lo haría de una manera un poco más equitativa. Entonces, me parece que falta un poquito de complejidad en el abordaje de la política exterior.
Fuiste de los más críticos al contenido y a la forma en que el gobierno manejó la negociación de la denominada ley de Bases ¿Cuáles fueron las razones de ese rechazo a un presidente que sentía que por haber ganado con más del 50% de los votos su propuesta debía ser acatada sin replica alguna?
Bueno, a ver, siempre hubo predisposición para que la ley Bases saliera, pero vino con algunos horrores dentro de la Ley original. Por ejemplo, la ley propuso cuadriplicar las retenciones a las exportaciones industriales. Hoy son cuatro puntos y querían pasarlas a quince. Yo creo que a esta altura si hubiera salido la ley, Toyota y Renault, que tienen una mayoría de su facturación orientada a la exportación y que ya les cuesta explicar en sus casas matrices por qué producen modelos en un país que les cobra cuatro puntos para exportar, si se iba a quince, bajaban la persiana y si hubieran ido a Tailandia, a Marruecos. Hubieran destruido miles de puestos de trabajo, todo el sector autopartista de Córdoba, Rosario, el conurbano bonaerense, el sector metalmecánico, los exportadores de línea blanca. Un disparate, un disparate absoluto. Aclaro que yo lo hubiera enfrentado así a Milei aún si hubiera ganado con el 90% de los votos porque simplemente era un error. De la misma manera que era un error eliminar la movilidad jubilatoria, que fue la primera aproximación que hicieron. Eso era eliminar cualquier tipo de fórmula y dar aumentos por decreto.
Entiendo que ahora sí hubo negociaciones y pudieron quitar estas cuestiones del proyecto. ¿Cuál es la situación de la misma que pronto volverá a votarse?
Bueno, afortunadamente vuelve una ley sin ningún tipo de retenciones, con una fórmula de movilidad jubilatoria, que, si bien a nosotros nos hubiera gustado que los jubilados no perdieran, pero frente a un ajuste muy fuerte que tuvieron en los primeros dos meses de mi ley, logramos que a partir del mes de abril reciban aumentos atados a la inflación. El capítulo de privatizaciones vino más reducido y con controles del Congreso y de la Auditoría escritos por nosotros. Las delegaciones de superpoderes pasaron de ser 16 a 2. En la discusión del blanqueo incorporamos premios a los buenos contribuyentes, tanto personales como empresas, para que no se vuelva a instaurar esta injusticia y solamente ganan los que no pagan. Vamos a avanzar con la parte expansiva de la reforma laboral, aunque el Gobierno haya elegido un mal camino como el DNU. Vamos a legislar sobre la prórroga del período de pruebas, sobre la creación del fondo de cese voluntario, sobre la eliminación de las multas, la re determinación de los multiplicadores de tasa de interés, el honorario de abogados, para darle certeza al pasivo laboral para que de esa manera las pymes, los emprendedores y las grandes empresas puedan tomar decisiones de empleo sabiendo lo que implica, lo que le puede pasar a cualquier emprendedor que le vaya mal. En Argentina parece que está prohibido despedir, prohibido quebrar, prohibido que te vaya mal. Pero no hacemos mucho para que a la gente le vaya bien. En la discusión de la vuelta del impuesto a las ganancias, realmente nos opusimos y transformamos un impuesto que gravaba fuertemente la clase media y media baja y lo transformamos en un impuesto a los altos ingresos, con mínimos imponibles arriba de los 2 millones de pesos con escalas mucho más espaciadas y alícuotas más progresivas, que realmente nos transforman en un impuesto mucho más equitativo. Así que ahora sí es una ley que está en condiciones de ser aprobada. El gobierno primero tomó un camino del capricho y de la agresión, después entendió que esto es un régimen republicano.
¿Qué crees que quiso hacer? ¿Fue subestimarlos y ningunearlos?
No, creo que simplemente es inoperancia y desconocimiento de nuestro sistema. Nuestro sistema es un sistema republicano, y está precisamente diseñado para evitar los atropellos, está precisamente diseñado para que el que gobierna deba construir mayorías. Así lo pensaron los padres de la patria y así está escrito en nuestra Constitución. La buena noticia es que el sistema funciona, porque cuando quiso venir en enero con atropellos y agresión, el sistema lo frenó y le dijo, «señor, así no funciona». Y ahora va a tener la ley como la hubiera tenido en enero si hubiera actuado de una manera con mayor compostura. Yo creo que es una buena noticia es esa, que el sistema republicano funcione en la Argentina y que el presidente, y su gobierno, entiendan cómo debe ser la lógica hacia adelante.
¿Esa lógica es la del dialogo y el consenso?
No hay otra lógica que pueda cambiar las cosas. El que no cree en los consensos se tiene que dedicar a otra cosa. La verdad es que es difícil hacer política sin creer en la construcción de mayorías, en un sistema que está escrito y diseñado para que los conflictos se resuelvan y las leyes ocurran construyendo mayorías.
Comparto, pero pareciera que cuesta instalar la lógica de los consensos en una Argentina que continúa signada por la grieta. Sobre todo, a la hora de las elecciones ¿Crees que es viable que los argentinos finalmente acompañen un proyecto que busque consensuar y unir a los argentinos en lugar de explotar sus antagonismos?
Macri en el 2015 ganó hablando de la unidad de los argentinos, no con la grieta. En el 2017 fue el año en el cual la volvieron a llamar a Cristina el ring y volvieron a instaurar la grieta por la falta de resultados. Pero en el 2015 se metió por el medio de la grieta entre Massa y Scioli. Alberto Fernández en el 2019 no era en un ultra k, era el moderado y ganó las elecciones. Bueno, después el acontecer de los eventos explica varias cosas, pero yo no estaría tan seguro de que en la sociedad argentina no vota equilibrio.
Yo creo que lo que muchos argentinos lamentamos es esa idea de que los excesos nunca se acaban porque vamos de un extremo al otro. Venimos del exceso de Estado en la vida diaria de los argentinos al otro en que se cree que el Estado es el problema de todo. Y a uno a veces le genera cierta impotencia que no podamos lograr ciertas reformas o conquistas con más equilibrio que es precisamente lo que puede generar la continuidad fundamental para que las mismas tengan impacto.
Pasemos a la economía. El Gobierno parece estar enfocado en controlar el dólar y reducir la inflación como principal objetivo económico y lo está logrando en muy poco tiempo, algo que no preveían los analistas. Sos economista ¿Cómo analizas las medidas, sus aciertos, falencias y riesgos a futuro?
Falta una política de ingresos, sobre todo. Es decir, acá estamos en un barco que tiene cuatro motores. El motor del precio relativo del tipo de cambio, que es el precio relativo de la moneda, está andando a full, el precio relativo del comercio internacional. Otro motor que son los precios relativos que provienen de las tarifas de servicios públicos, también, arrancando ya y pronto a todo motor. Los precios generales de la economía, combustible, alimento, prepaga, ni hablar, a todo motor. ¿Era necesario ese sinceramiento de precios? Sí. Ahora bien, el cuarto motor, que son los salarios, que es el precio relativo del trabajo, está totalmente frenado. No arranca y si no arranca el barco va a escorar. No hay manera de sostener un plan sistemático de corrección de precios relativos sin este motor porque las familias y los individuos tienen que poder pagar la corrección del precio relativo. Entonces al gobierno le falta claramente una política de ingresos.
¿Qué rescatás del presidente?
Su determinación. Es un tipo determinado. Una persona que está apretando botones correctos, dentro de muchos otros que no lo son. Comparto que la macroeconomía tiene que ser resuelta. Los precios relativos tienen que corregirse. El Estado tiene que ser más eficiente. Y tal vez en algunos casos eso implique achicarlo. Es decir, hay muchas cuestiones que Milei expresó de una manera más eficiente, más efectiva, más intuitiva para mucha gente, cosas con las cuales nosotros veníamos estando de acuerdo. Hay que ser lo suficientemente humilde y honesto intelectualmente para al mismo tiempo limitarlo y oponerse a los atropellos, a los errores, a las malas políticas como las que acabamos de hablar, y al mismo tiempo estar preparado para acompañar aquellas cosas que muchos defendimos durante mucho tiempo porque si no parece que solamente se pueden hacer las cosas cuando las hace uno. Así no hay avance posible.
Tras el acuerdo de Patricia Bullrich con Milei te marchaste del PRO y forjaste junto a otros legisladores como el propio Emilio, Pichetto, Lopez Murphy y otras fuerzas como los peronistas cordobeses, el bloque Hacemos Coalición Federal. ¿Qué los movió a juntarse? ¿Qué desafíos tienen? ¿Qué los une? ¿Cómo ves el futuro del bloque?
Fue bastante natural la formación del bloque porque nos une precisamente el equilibrio. Nosotros somos todos dirigentes políticos que creemos en una política monetaria equilibrada, disciplinada, que creemos en el equilibrio fiscal, que creemos en el capitalismo, en la iniciativa privada. Creemos en una inserción internacional más moderna y más integrada pero desideologizada. Más apalancada en los intereses nacionales. Ahora, también creemos en la justicia social bien entendida. Creemos en el colectivismo cristiano que es caritativo, que es subsidiario. Creemos en que el proyecto de vida de los individuos y de la familia tiene que estar adentro de la normalización nacional. No hace falta un comunismo estatista para garantizar el bienestar de la familia, pero tampoco hace falta un neoliberalismo frívolo absolutamente desvinculado de la realidad de los argentinos para poder garantizar una inserción en el mundo y una normalización de la economía. Las dos cosas son posibles sin llegar a extremos.
Y eso es lo que nos une y es lo que estamos intentando. Primero representar parlamentariamente, y obviamente que va a tener un correlato político y electoral. Es un grupo que está preparado para dar la discusión de manera humilde y honesta con un gobierno que no es el nuestro y así como todo lo que tengamos que limitar y objetar lo haremos también acompañaremos todo lo que haya que garantizar. Frente a los extremos acá siento que hay una alternativa.
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