El 30 de junio del 2021 se aprobó por unanimidad en la legislatura de Tierra del Fuego la prohibición de la salmonicultura debido a que dicha actividad amenazaba tanto al ambiente como a la salud de los fueguinos. De esta menra Argentina se convirtió en el primer país del mundo en prohibir esta actividad. “Es un hito histórico en tanto transforma a Argentina en el primer país del mundo en prohibir el cultivo industrial intensivo de salmones”, señalaba Estefanía González, coordinadora campaña Océanos en Greenpeace Andino. Sin embargo, el debate gira en torno a si la prohibición es la mejor solución posible o hay alternativas sustentables.
El modelo chileno y noruego
Los salmones se cultivan en granjas que son unos recintos circulares de unos 200 metros de diámetro por 50 metros de profundidad instaladas a pocos metros de la costa. La densidad de animales dentro de las mismas como la calidad de los procesos, los insumos y los materiales que se emplean, y el asiduo control, son fundamentales para la sustentabilidad de los centros de cultivo.
Investigadores tanto argentinos como chilenos, así como también organizaciones no gubernamentales y algunos medios de prensa, alertan sobre los enormes daños ya causados por la explotación del salmón en el extremo austral del Cono Sur. Algunos informes de universidades y organizaciones no gubernamentales hacen hincapié en que la maximización de dichas condiciones de producción permitió un gran incremento en la misma, pero con grandes daños al ambiente. En parte la problemática surge en que el salmón no es una especie autóctona de la región, generando así grandes cambios en el ecosistema marino. En los fundamentos del proyecto de ley presentado en 2019 se argumentaba que “el salmón es una especie ajena al medio ecológico austral, cuya aparición causaría un desequilibrio dramático en el entorno marino, particularmente por la aptitud de generar enfermedades virales, parasitarias y bacterianas que no son propias de nuestras latitudes en virtud del enfoque industrial de criadero y su posterior procesamiento. Además, la utilización de antibióticos que se termina esparciendo en el agua, genera un sinnúmero de fallas en el micro entorno, muchas de ellas de carácter irreversible.”[1]
La experiencia chilena da muchos fundamentos para la férrea resistencia a las salmoneras fueguinas. La sobreproducción, el inadecuado manejo de mortalidades y de residuos, son infracciones detectadas en los centros de cultivo de salmones ubicados en el Parque Nacional Alberto de Agostini, el tercero más grande de Chile, con 14.600 kilómetros cuadrados y conformado por islas del estrecho de Magallanes y una porción de Tierra del Fuego, a unos 2.238 kilómetros al sur de Santiago.
“Es una industria que se pinta como moderna, porque en las fotos muestran los establecimientos de Noruega, pero no los de Chile. Según regulaciones, los escapes de animales permitidos son de alrededor de 4.000 al año, pero en un momento se escaparon como mil veces más”, relata la destacada cocinera Narda Lepes en base a su análisis del modelo productivo chileno. Al no ser autóctono no tiene depredadores naturales y avasalla a otras especies.
El abuso de antibióticos es otro problema. Se emplean debido a que las altas densidades de peces enjaulados favorecen la propagación de enfermedades parasitarias e infecciosas. En 2015, las industria chilena consumía dosis miles de veces más altas que las que utilizan las salmoneras en Noruega. Otra cuestión a ponderar es la contaminación del lecho marítimo por los desechos alimenticios. El 75% del nitrógeno, fósforo y carbono contenidos en el alimento no es consumido por los peces, por lo que termina en las aguas cerca de las jaulas lo que favorece el florecimiento de microalgas, como fitoplancton tóxico causante de las mareas rojas que afectan la salud pública y el estado sanitario de las poblaciones naturales. La degradación de las jaulas de plástico de baja calidad empeoran el asunto.
Si Chile no es el ejemplo de cómo se hace salmonicultura sustentable sí lo es Noruega. Pionera en la cría de esta especie en el mar desde los 70, el país nórdico ha desarrollado una acuicultura del salmón que combina tradición, innovación y sostenibilidad. En sus centenares de granjas todo está concebido para proporcionar al salmón un crecimiento ejemplar hasta que alcance el tamaño adecuado. Alejado del concepto de ganadería intensiva, la normativa noruega establece que los peces únicamente pueden ocupar un 2,5% del espacio frente al 97,5% restante de agua. Son precisamente estos detalles los que marcan la diferencia en la calidad del producto. La alimentación del salmón noruego está basada en aceites y derivados del pescado en un 30%, y en cereales, verduras, aceites vegetales, proteínas e hidratos de carbono en un 70%.
El Estado cumple su rol. Las autoridades noruegas controlan minuciosamente el lecho marino para determinar cuál es el mejor emplazamiento para la producción de salmón. Para ello, los expertos examinan las condiciones del suelo, la biodiversidad, las condiciones de las corrientes oceánicas y los posibles efectos en la zona. Vale aclarar que en Chile también hay controles y muchas veces son las empresas, incluso noruegas, las que no se manejan con los mismos estándares. Este es un punto clave sobre el cual no se puede negociar.
La seguridad ambiental y alimentaria es fundamental. Solo se tienen en consideración informes científicos. La evaluación de los riesgos se lleva a cabo por instituciones científicas independientes (Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria , The Norwegian Scientific Committee for Food Safety [Comité Científico Noruego para la Seguridad Alimentaria], u otras instituciones designadas por el Gobierno de Noruega. Existen controles en todos los niveles de la cadena de producción de alimentos. Los resultados de estos controles y de otros controles oficiales son públicos. Con respecto al uso de medicamentos y antibióticos está prohibido usarlos de forma preventiva, o para estimular el crecimiento, en la alimentación del salmón noruego. El uso de antibióticos está estrictamente vigilado: todos los medicamentos deben estar aprobados por las autoridades competentes, solo se podrán utilizar cuando se haya diagnosticado una enfermedad específica y todas las prescripciones deberán estar firmadas por veterinarios certificados.
Invertir en la calidad de los procesos a estándares globales
El debate tiene sentido por el potencial económico que puede tener la actividad en la provincia. Al igual que el caso del litio en el norte, el impacto que tienen estas industrias es sobre todo regional llegando incluso a generar diversos encadenamientos productivos que repercute en mayor empleo y actividad económica en zonas muy postergadas en el desarrollo económico.
Para dar magnitud de la importancia de la exportación del salmón, en un país vecino como Chile, la exportación en prepandemia del mismo implicó unos 5.000 millones de dólares, equivalentes al doble de exportación de carne bovina en Argentina durante el 2020. El mismo ocupa el segundo lugar en el mundo en la exportación del salmón, detrás de Noruega (36%), con un 27% del total. Según fuentes del Consejo del Salmón de Chile, desde el año 2010, el crecimiento de las exportaciones tanto de salmones como de truchas (8,8% promedio anual) es el mayor registrado para esas operaciones totales (2,6% promedio anual).[2]
En Argentina, la producción del salmón generó en 2017 unos ingresos aproximados de 500 millones de dólares. Con respecto a los puestos de trabajo generados, el Instituto de Desarrollo Económico e Innovación de la Universidad Nacional de Tierra del Fuego[3] estima que, para la totalidad de la rama productiva, esta generaba alrededor de unos 3100 puestos de trabajo directos y unos 2000 indirectos. El potencial sería mucho mayor en caso de planificarse la industria seriamente, aunque nunca podríamos acercarnos a Chile en capacidad productiva por no tener tantas costas idóneas para el cultivo. La presencia de fiordos, que abundan en Chile y Noruega son claves porque contienen a las jaulas de cría del agresivo oleaje del sur patagónico.
Hoy, es la protegida y disfuncional “industria” electrónica el factor clave del empleo en una zona donde sin lugar a dudas se necesitan incentivos extraordinarios para generar empleo y atraer población. Sin embargo la misma no solo no aporta valor agregado ni capacidad exportadora sino que conlleva un costo de 220.482 millones de pesos, corresponde al cuestionado régimen de promoción de Tierra del Fuego, el cual contempla liberación de IVA, exención del impuesto a las Ganancias y de derechos de importación, además de alícuotas reducidas de impuestos internos sobre artículo electrónicos, para emplear entre 8.000 y 10.000 personas sobre 160.000 habitantes.
Al igual que ocurre con el caso de la minería, prohibir no es la solución inteligente. Lo que genera la prohibición de la cría de salmones en el sur del país es una pérdida de empleos y actividad económica que impacta fuertemente sobre la economía de la provincia de Tierra del Fuego. Se refiere, en cambio, insistir con una industria electrónica que a pesar de llevar años protegida (1972) no ha generado aumento de productividad significante, y es paradójicamente tan poco autóctona como el salmón en aguas australes, aunque este tiene mayor potencial para el desarrollo. Por supuesto que la sustentabilidad ambiental no se negocia, y la respuesta inteligente pasa por regular una actividad productiva con los mayores estándares de calidad algo que a a veces parece difícil en la Argentina por falta de recursos y planificación. Es cierto que corremos el riesgo de parecernos más al modelo chileno que al noruego. Salvo que se invierta en tecnología, capacitación con sus consecuentes mejores practicas y materiales.
Pienso y comparto mi inquietud… ¿Puede ser acaso una respuesta posible y superadora emplear parte de esos enormes subsidios en volver realmente eficiente y sustentable, a los más altos estándares noruegos, una industria con potencial y capacidad exportadora como es la industria salmonera en Tierra del Fuego?
[1]http://www.legistdf.gob.ar/lp/novedadesip/Asuntos%20Entrados%202019/As.%20N%BA%20145-19.pdf
[2] https://www.lanacion.com.ar/economia/comercio-exterior/el-producto-que-no-se-desarrolla-en-el-pais-quedo-entre-las-importaciones-restringidas-nid22072022
[3] http://bibliotecadigital.uns.edu.ar/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S2525-12952020001100006&lng=pt&nrm=iso